Solo Dios sabe lo que debe acontecer en una reunión entre SZA y su discográfica, Top Dawg Entertainment. Dada la tardanza con la que acostumbran a salir sus discos, dado lo mucho que se demoran entre anuncio y lanzamiento, me imagino que esas reuniones deben ser un infierno. También las muchas que han debido preceder al lanzamiento de ‘SOS Deluxe: LANA’, un álbum que ha podido tomar diversas formas -y propósitos- a lo largo del último par de años.
La versión ampliada de ‘SOS‘ (2022) añade 15 cortes al elepé original, que ya sumaba 23. Es muy poco habitual que una edición «deluxe» contenga tal cantidad de temas, conformando un álbum completo, y no un minidisco a la manera de ‘The Fame Monster‘, aunque la estrategia sea la misma; pero así se las gastan las megaestrellas de nuestros días, como bien sabe Taylor Swift.
La estrategia de lanzar ‘LANA’ en una reedición de ‘SOS’ puede tener sentido a nivel de números y certificaciones. También puede responder a una decisión artística: puede que SZA considere que estas 15 canciones evolucionan naturalmente de las anteriores, sin separarse de ellas de manera radical. La única certeza que deja ‘SOS Deluxe: LANA’ es que es un diamante en bruto, un trabajo lleno de buenas ideas que debió salir mejor rematado. Mucho mejor.
‘SOS Deluxe: LANA’ es un álbum muy mal mezclado, hasta el punto que incomoda escucharlo. La bases suenan excesivamente comprimidas; la voz de Lana, por ejemplo en ‘What Do I Do’, se mezcla de forma muy rara con los coros o incluso suena demasiado baja. En otros cortes, la toma vocal de Solana suena tan ahogada que pareciera haberlas grabado con una mascarilla puesta. La base de ‘Kitchen‘ tiene delito: parece ripeada de un audio de Youtube. A las grabaciones les sobran toneladas de ruido y distorsión y les falta claridad y aire. En Popjustice, un usuario ha detectado saltos en la producción de ‘Love Me 4 Me’, cortes perfectamente audibles si prestas atención.
También hay que comentar la dejadez con la que SZA ha afrontado varias composiciones del disco. ‘Diamond Boy (DMT)’, una de las mejores canciones, acaba de manera abrupta, con un fade out de lo más holgazán; problema que se repite en varias pistas. Esto, sumado a la mejorable mezcla, lleva a pensar que SZA ofrece en ‘SOS Deluxe: LANA’ un producto descuidado, en absoluto a la altura de la 14ª artista más escuchada en el mundo.
Y no, la pésima mezcla de ‘SOS Deluxe: LANA’ no es ningún invento, sino que es la razón por la que el álbum salió muchas horas más tarde de lo esperado. Además, SZA ha anunciado en X que modificará el mix de varias pistas del largo, después de haberlas «escuchado con mayor atención». No le ha dado tiempo en dos años.
Tampoco el lanzamiento de «LANA» se justifica con un repertorio sin peros. En el mejor de los casos, es irregular. SZA brilla sobre todo en los temas basados en la guitarra, eléctrica o acústica. En especial destaca la preciosa ‘Crybaby’, en la que, sobre una base baladesca de soul clásico, Solana responde a su imagen pública de persona excesivamente sentimental y vulnerable. Los tonos blues le sientan muy bien en ‘Drive’ y ‘Diamond Boy (DMT)’, y en ‘Kitchen’ la base instrumental de ‘Voyage to Atlantis’ de los Isley Brothers le sirve para escribir una melodía como un sol de buena.
El estilo orgánico utilizado en la mayoría de composiciones de ‘SOS Deluxe: LANA’ lo anticipó la grandísima ‘Saturn‘, que en el álbum sirve de cierre. En ‘Saturn’, SZA sueña con viajar a un planeta en el que el sufrimiento no exista pero, aunque suena apenada, conserva la esperanza. La melodía es ensoñadora y poderosa, una de las mejores que ha firmado. Y esa esperanza es el factor que desliga «LANA» de ‘SOS’. Son como dos caras de una misma moneda.
En ‘No More Hiding’, que abre «LANA» derrochando luminosidad, tirando de punteos muy bossa nova, SZA pone ya sobre la mesa que es una persona diferente a la de ‘SOS’, algo -solo algo- más feliz. Su intención es quererse y cuidarse a sí misma y no caer en relaciones abusivas que mermen su autoestima. Es el tema de ’30 for 30′ con Kendrick Lamar -único featuring en el disco- o de la gráfica ‘Love Me 4 Me’. En ‘Kitchen’ no es una opción regresar a una relación abusiva, aunque los buenos recuerdos le hagan dudar. Solana se permite soñar despierta, pero sabe a dónde no debe volver.
Sin embargo, mientras ‘SOS’ gastaba sorpresas maravillosas (las cuerdas de ‘Love Language’, el sample de Björk en ‘Forgiveless’, la intensidad emo de ‘Nobody Knows Me’), «LANA» se contenta con expandir el repertorio de SZA de manera reiterativa. El sonido maquetero de la producción no ayuda, pero en canciones como ‘Drive’ es posible ignorarlo porque las emocionantes melodías de SZA sobresalen. Esto no sucede en la primera mitad de «LANA», que encadena una serie de composiciones flojas. Lo mejor que se puede decir de ‘What Do I Do’ es que es agradable, pero ’30 for 30′ con Kendrick Lamar se queda muy lejos de la calidad de ‘luther‘; puede ser la peor colaboración de ambos. Es repetitiva y el hook melódico, sencillamente, no funciona.
‘My Turn’ es otra pista de «LANA» arrimada a un sonido R&B, propenso al melisma, que a SZA se le da muy bien, pero que no ofrece ningún giro interesante. Y la mezcla de estilos de ‘Love Me 4 Me’, una producción que pasa del R&B psicodélico a la bossa nova, suena forzada. Aunque la mayor decepción de «LANA» -a nivel compositivo- proviene de las pistas apegadas a un sonido uptempo e indie-pop: ni ‘BMF’ ni ‘Scorsese Baby Daddy’, como canciones pop, funcionan ni son todo lo redondas que deberían.
‘Diamond Boy (DMT)’, ‘Drive’, ‘Crybaby’, ‘Saturn’ y ‘No More Hiding’ son los grandes hallazgos de un álbum que desaprovecha el talento de SZA. Una serie de composiciones redundantes y, sobre todo, una mezcla que suena sorprendentemente amateur, no pueden conformar el tercer álbum de estudio de SZA propiamente dicho: dos clásicos como ‘Ctrl‘ (2017) y ‘SOS’ merecen un tercer hermano a su altura. ¿Sería está la opinión de su sello? Al menos parece que SZA se ha salido con la suya porque estas 15 canciones están en la calle. Pero, en estos tiempos de sobrecarga informativa, es importante recalcar que no siempre más es mejor.