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070 Shake / Petrichor

“Si muero quiero que seas tú quien me mate / quiero mi sangre en tus manos” confiesa Danielle Balbuena en la undécima pista de ‘Petrichor’, su tercer disco como 070 Shake. Sus palabras están cargadas de romanticismo, pero también de abatimiento, de cierto sentimiento de indefensión ante algo tan explosivo e intenso como el amor.

Esta pasión desbordada ha impregnado toda la obra de la artista, pero quizá nunca había trascendido de la manera en la que lo hace aquí, ya que ‘Petrichor’ lleva todas las ambiciones artísticas de Shake a un nivel superior, expandiendo los horizontes mostrados en ‘Modus Vivendi’ (2020) y ‘You Can’t Kill Me’ (2022) con nuevas referencias sónicas.

Al igual que aquellos, el proyecto va abriéndose al oyente a medida que este se va adentrando en su densa y oscura corteza. Llegar al núcleo de estas canciones requiere tiempo, más del que nos acostumbra el modelo de consumo cultural rápido en el que estamos envueltos. Posiblemente ese es el motivo por el que la repercusión de este trabajo ha sido menor de lo que debería, pero en ningún caso está relacionada con su calidad.

Aquí Shake continúa paulatinamente creando un universo propio y erigiéndose como una artista con una visión original y capaz de manejar con solvencia una amplísima paleta sonora. El hip hop que presentaba su EP ‘Glitter’ y parte de su álbum debut ha sido relevado casi en totalidad por una suerte de art pop industrial. Aunque en ‘Petrichor’ conviven multitud de géneros que se dan de la mano y que mutan los unos en los otros a lo largo de todo el proyecto. Prácticamente todas las canciones presentan varios volantazos estilísticos en apenas unos minutos. Son tan frecuentes que puede dar la sensación de que no hay espacio para que los temas respiren, pero la realidad es que en ningún momento la artista parece querer que lo hagan. De esta forma, 070 Shake consigue una atmósfera opresiva, como si las canciones se devorasen las unas a las otras y no pudieses escapar de ellas.

Algunas pistas se benefician enormemente de estos continuos cambios melódicos, sobre todo gracias al gran trabajo de mezclas y a la cuidada producción de Dave Hamelin (colaborador habitual de Shake y co-productor de ‘16 Carriages’ de Beyoncé). Es el caso de ‘Vagabond’, cuyo angelical estribillo con delicadas guitarras acústicas irrumpe en mitad de un siniestro mar de sintetizadores. Lo que en un principio resultaba desconcertante acaba siendo la mayor de sus virtudes. Esto también se traslada a ‘Pieces Of You’, una composición construida a base de percusiones enigmáticas que cuenta con una brillante y tensa sección de cuerdas; o en ‘Into Your Garden’ en colaboración con JT, que en su mayor parte es una balada a piano hasta que se transforma en una recargada muestra de R&B alternativo.

El eclecticismo que exhibe la artista en este álbum es tal que incluso se atreve a incluir una canción, ‘Winter Baby / New Jersey Blues’, con una clara influencia del pop psicodélico de los 60 en la línea de The Beach Boys. No termina de funcionar, pero es una agradable excentricidad. Tampoco era predecible que una de las invitadas del proyecto fuera a ser Courtney Love, quien acompaña a Shake a versionar la magnífica versión que This Mortal Coil hizo de ‘Song to the Siren’ de Tim Buckley. Sobre el papel suena mucho más apasionante de lo que termina siendo, ya que es difícil no verla como una oportunidad perdida de presentar una canción original juntas que se ajustara más a la coherencia del disco en lugar de reciclar una composición que no lo necesitaba.

Pese a esos puntos más bajos, el álbum también presenta grandes cimas. La más evidente de todas es ‘Elephant’, un tema irresistible que encapsula todos los puntos fuertes de la artista. Está llena de ideas melódicas y cuenta con una carismática interpretación vocal marca de la casa: es enigmática, sucia, impredecible y adictiva. Lo mismo puede decirse de la electrónica ‘What’s Wrong With Me’, una pieza cargada de tensión y de un poder de sugerencia extraordinario.

En ‘Petrichor’ 070 Shake propone un álbum musicalmente inquieto, que nunca tiene miedo de aventurarse en terrenos pantanosos e inciertos. El atrevimiento de caminar siempre al borde del precipicio tiene sus riesgos, y en consecuencia, da algún traspiés, pero afortunadamente logra llegar a la meta de una sola pieza. Al echar la vista atrás, no hay duda de que el viaje ha merecido mucho la pena.

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Publicado por
Fernando García
Tags: 070 shake