Música

Jimena Amarillo / ANGÉLIKA

Jimena Amarillo llega a su tercer álbum asentada en un estilo propio difícil de clasificar. Ella sufre mucho escuchando las grabaciones de sus inicios, lo que incluye ‘Cafeliko’, ya por encima de los 25 millones de streams en Spotify, porque siente que ha evolucionado mucho desde entonces como autora y como productora. «Yo soy rapera, estoy harta del indie moñas», declaraba el año pasado en una entrevista, quizá igual de harta de lidiar con etiquetas absurdas, en general.

Porque la gracia es que seguimos sin identificarla ni como rapera, ni como indie, ni mucho menos como abanderada del bedroom pop ni nada parecido. Su música tiene de todo ello, también un punto muy españolete en instrumentación y textos, sin que sea precisamente una representante del nuevo folclore. Lo mismo: nada más lejos.

‘ANGÉLIKA’ se nos presenta con cierta ambición conceptual. Estamos ante un alter-ego trans expresado a través de un cabezudo que acompaña a Amarillo en la imaginería del disco, por ejemplo esa portada en la que aparecen otros personajes como conocidos como la «Queerkie Collection» (Rita la Bollera, Gerardo Llorón…). ANGÉLIKA habría agradecido una canción introductoria al modo de ‘angelA’ en el álbum debut de Judeline -también conceptual, sobre un alter ego-, pero lo que no se nos explica aquí sobre ella, se nos cuenta en un Instagram propio, creado ad hoc.

Lo seguro es que Jimena Amarillo continúa explícitamente ejerciendo de voz para la comunidad LGTBIQ+, tan necesitada de más y más referentes, sobre todo en tiempos de auge de la ultraderecha en todo el mundo. Así, en ‘Pikete repetido’ la escuchamos hablar con naturalidad al respecto: «Nos vamos a París, con mi nene / la que no sea trans no viene». Lo cual está muy bien; casi tanto como su habilidad para hablar de amor y desamor desde la cotidianidad más absoluta.

«Aunque me esté yendo todo bien esta mañana, no sé qué me pasa», de ‘Cosas importantes’, es una de esas frases con las que es imposible no conectar. ‘Puesta lleva la ropa’, una canción de devoción hacia alguien que no nos mira, nos sitúa en «una mañana que no sé por dónde pillarla». Las composiciones nos hablan de alguien a quien no podemos olvidar o que idealizamos (‘Me lo invento’), de costumbrismo romántico (‘En la calle Ave María‘), de inseguridades o de despecho, con frases que nos son 100% comprensibles y con las que enseguida empatizamos, ante las que sonreímos aunque nos hablen de un momento amargo. A menudo, lo consiguen a través del humor: «un flequillo que mide un milímetro luce vasca / ese pikete de rara / Así de mona va siempre / flow deskiciada», dice robótico el primer single oficial del álbum.

Un álbum de producción sencilla y minimalista pero muy actual, compartida por Jimena con Marin Zannad. Las bases son casi siempre de dulce R&B o synth-pop, aderezado con clics&cuts y neo-soul, sin miedo a algún apunte más dembow (‘Otra cara’ con Ouineta) o incluso aflamencado (‘Lo que ella me da’ con Queralt Lahoz). La colaboración de suai suave fluye con naturalidad, como todas las demás, aporta, sin apenas notarse que está ahí, en un álbum de flow nada deskiciado, ni estridente, sino agridulce como nuestra aproximación al amor. «Prefiero que preguntes cómo te trato, no si te quiero», plantea ‘Mi onda’, en otro de esos momentos de estar bien rallada, con el que su público comulga (comulgamos) de pleno.

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Publicado por
Sebas E. Alonso