Ocho ediciones han consolidado a Mallorca Live como el principal evento cultural de las Islas Baleares. Su manejable tamaño -el recinto de Calvià no puede ser más cómodo de pasear- y la línea artística del cartel es tan completa que incluye leyendas absolutas, iconos juveniles, queridas bandas nacionales o artistas emergentes, amén de -por supuesto- la interesante oferta local. Solo el año pasado, el cartel de Mallorca Live contó con artistas tan dispares como Blondie, Aitana, Pet Shop Boys, Milli Vanilli o Michael Kiwanuka. Un vistazo al cartel de este año recuerda igualmente a la ecléctica selección de una playlist de canciones «en bucle» de Spotify.
Agraciada con mejor clima que el año pasado (no solo no ha llovido sino que el sol ha pegado fuerte, sobre todo a primera hora de la tarde; en la playa de Magaluf la mañana parecía mediodía), la primera jornada de Mallorca Live ha acogido a 17.000 personas, según datos oficiales del festival. Los conciertos destacados han sido los de Nathy Peluso y Antònia Font, por montaje y sonido, respectivamente.
Un formato íntimo -de sala- favorece el show de Natalia Lacunza, pero no el de festival. Sus canciones y su voz susurrada reúnen a un grupo de fans en las primeras filas, pero el grueso de la asistencia parece componerse de festivaleros curiosos y, a pesar de su prudente horario (las 20.00), el concierto se siente apagado. Lacunza exhibe sus tablas sobre el escenario (no se nota que esa mañana se ha levantado con faringitis), pero el repertorio, basado principalmente en ‘Tiene que ser para mí‘, su disco de 2022, y en ‘DURO‘, su EP de 2023, exige una renovación. Solo ‘Un castigo’, primer adelanto de su próximo trabajo, y una curiosa versión de ‘Ojitos tristes’ de Jeanette mezclada con ‘Hot’ de Inna, aportan novedades a un concierto que cumple su horario con Natalia y su banda ya fuera del escenario y una canción, ‘SIMELLAMA’, sonando de fondo.
Delgao da un show de hip-hop de formato clásico acompañado de su DJ, D3llano, en la mesa de mezclas. Cuanto más «kinky» es su música, mejor es y, por eso, la bruta distorsión de ‘El alma de la fiesta’ se roba el show, que no puede sonar más actual en su recorrido de bases de trap, house o favela funk. Las cuidadas bases de ‘SINVERGÜENZA’ o ‘Amor Kinky’ (la de «no eres toxic, pero luces como Britney») llenan el escenario y el público aplaude con ganas la aparición de María Escarmiento, que interpreta ‘MIAU’ junto a Delgao y se va… hasta dentro de unas horas.
El concierto de ‘GRASA‘ de Nathy Peluso presenta el mejor montaje del festival hasta el momento, realzado por la mejor intérprete y performer. Con un decorado de cortinas y alfombra en azul eléctrico que recrea la estética del disco, el montaje encarna la propuesta artística de Peluso, una fusión de tradición y modernidad. El concierto gira en torno a una historia dramatizada a través de una película proyectada en pantalla (Peluso ha robado un misterioso maletín) y, sobre el escenario, Peluso narra esa historia ayudada de bailarines y elementos decorativos.
Aunque Peluso se basta y se sobra para llenar el escenario, pues es una fiera escénica como pocas, las actuaciones destacadas del show son las más dramatizadas. En especial, la sección dedicada a la salsa, que culmina con ‘La Presa’ presentada delante de una pieza de reja carcelaria como la de su videoclip, o las que se valen de disparos, como ‘Real’. A veces los bailarines actúan, se besan (‘Ateo’) o boxean (‘Ideas Radicales’), y el estilo teatral del show realza la fuerza interpretativa de una Peluso que gesticula y sacude cuerpo y melena como si su vida dependiera de ello.
Capaz tanto de prender el escenario con ‘Todo roto’ (la aparición virtual de CA7RIEL & Paco Amoroso causa furor) como de enmudecer al presente con ‘Envidia’, Peluso es generosa interactuando con su público, al que regala «amores y bendiciones» mientras reiteradamente celebra el importante papel que el amor y la música juegan en su vida. Aunque la sorpresa es la manera en que ‘Emergencia’, con su ritmo house, se ha convertido en el punto álgido de un concierto de Nathy Peluso en festival. El show concluye con la oda a la perseverancia de ‘Remedio’: «yo siempre fui así, no me permito rendirme».
Mientras Dorian tocan en uno de los escenarios principales -abarrotado de público-, y ofrecen la calidad esperada de un grupo que acumula décadas de trayectoria a sus espaldas, un concierto más modesto pero igualmente necesario se desarrolla en el pequeño escenario Mallorca. María Escarmiento ha encontrado un filón en el hyperpop, los ritmos makineros y las voces apitufadas, y su set atrae a un público ávido de ritmos disfrutones y despreocupados. Escarmiento le pone pocas, muy pocas ganas al escenario -encarna aquello de «go girl, give us nothing»- pero la diversión está asegurada con su temas propios (‘La vida que elegí’) y su famosa versión de La Oreja de Van Gogh, a la que ahora se suma una de ‘6 de febrero’ graciosamente adaptada al tecno. Un comentario de Instagram nos dice que esta, y no la de Aitana, es la mejor versión.
El concierto más esperado de la jornada lo ofrece Antònia Font, uno de los grupos mallorquines más reconocidos fuera de las islas, si no el que más. Es asombrosa la pasión que suscitan en el público local, pues en Mallorca sus canciones, más que canciones, son himnos. La ‘Alegria’ que provoca su catálogo en los presentes es inmensa, y esa alegría hace el concierto aún mejor.
Pau Debon, vocalista, actúa pletórico, crecido, feliz porque el concierto final de su gira de reunión -que comenzó en 2022- puede ser también uno de los mejores de su carrera. El concierto es espectacular en repertorio pero sobre todo sonido. El tímido arranque con canciones como ‘Un minut estroboscòpica’ -una de las recientes- va dando lugar, poco a poco, a un set cada vez más virtuoso y épico que deja la boca abierta con el desarrollo de sus espectaculares y arrasadores muros de sonido construidos con guitarras y sintetizadores. Debon, vocalmente en excelente forma, pone la cara y el cuerpo, pero el sonido construido en equipo rebasa los límites del recinto en el mejor de los sentidos.
Junto a Pau, Joan Miquel Oliver, Jaume Manresa, Joan Roca y Pere Debon alternan himnos populares y odiseas progresivas con la naturalidad de una banda que se encuentra, tantos años después, en su mejor estado de forma. Si este es el último concierto que dan en toda su carrera, es de los que seguiremos recordando.