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Netflix toma posiciones en los Oscar con ‘Una casa llena de dinamita’

Como cada otoño, Netflix empieza a colocar sus películas en la rampa de salida de la “carrera de los Oscar”. Primero, presentación en el festival de Venecia (en la pasada edición se programaron nada menos que tres títulos en la sección oficial); después, estrenos limitados en salas para cumplir con la reglamentación; y, un par de semanas más tarde, lanzamiento en la plataforma.

Netflix lleva 7 años intentándolo, desde la extraordinaria ‘Roma’ (la victoria de ‘Green Book’ fue el ‘Brokeback Mountain’/’Crash’ de 2019). Pero no hay manera. Lo han conseguido Neon (‘Anora’), A24 (‘Todo a la vez en todas partes’) y hasta Apple (‘CODA’), sin duda la derrota más humillante, tras ver cómo ‘El poder del perro’ lo ganaba todo antes de llegar a los Oscar.

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Este año tiene toda la pinta de ser el turno de Paul Thomas Anderson y su ‘Una batalla tras otra’. Tras 11 nominaciones -entre dirección, guion y película- y cero estatuillas (cada vez que recuerdo que ‘Magnolia’ ni siquiera estuvo nominada…), ya va siendo hora de que se lo den.

Aun así, hay tres títulos de Netflix situados muy arriba en las apuestas: ‘Frankenstein’, la tapada ‘Sueños de trenes’ y ‘Una casa llena de dinamita’. ‘Jay Kelly’, la nueva de Noah Baumbach, según las críticas en Venecia, parece que va a pinchar, al menos en lo que respecta a los premios, aunque con ese reparto -George Clooney, Adam Sandler, Laura Dern, Patrick Wilson, Greta Gerwig…- sería raro que no funcionara en la plataforma.

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‘Una casa llena de dinamita’, la nueva película de Kathryn Bigelow tras la algo decepcionante ‘Detroit’ (2017) -sobre todo teniendo en cuenta que venía de encadenar dos obras maestras como ‘En tierra hostil’ (2008) y ‘La noche más oscura’ (2012)-, es un soberbio ejercicio de suspense que recupera una temática muy del Hollywood de la Guerra Fría: la amenaza nuclear.

Tras más de 40 años de carrera armamentística, la rivalidad entre Estados Unidos y la URSS ha dejado el mundo convertido en “una casa de dinamita”: hay suficiente arsenal atómico acumulado como para hacernos volar por los aires en una gran mascletá final. Ahora que Trump y Putin presumen de tenerla (bomba) más grande (uno quiere reanudar los ensayos nucleares y el otro acaba de probar un dron submarino capaz de devastar ciudades enteras), qué mejor momento para recuperar esta temática.

Aunque algo repetitiva en algunos momentos por culpa de una estructura muy ambiciosa dramáticamente (tres montajes alternativos sobre un mismo hecho), pero un poco redundante desde el punto de vista narrativo, Bigelow logra su propósito: ‘Una casa llena de dinamita’ funciona igual de bien como vertiginoso thriller político de despachos y teléfonos -una cuenta atrás excelentemente planificada y montada, con una puesta en escena muy inmersiva- que como advertencia sobre el frágil equilibrio geopolítico en el que vivimos. No por casualidad, el Pentágono se ha quejado de la imagen que ofrece la película del Departamento de Defensa. Quien se pica…

Rosalía / LUX

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