La novena edición del Sonorama arrancaba con incertidumbre. ¿Llovería? ¿Moriríamos de frío? ¿Estaría acondicionado el nuevo recinto? Y sí. Llovió, hacía un intenso frío y la zona de acampada (?) era la peor de todos los festivales a los que he tenido oportunidad de asistir… y son unos cuantos. Pero ni la lluvia, ni el frío, ni las pésimas condiciones del cámping impidieron que fuese un fin de semana divertidísimo.
El buen ambiente en las calles de Aranda; el sabroso lechazo asado; el riquísimo vino de Ribera del Duero; el buen rollo de los sonorámicos, los organizadores (desde los camareros hasta los voluntarios que informaban sobre cualquier aspecto del festival) y la gente del pueblo; los precios asequibles; la ausencia de masificación… y, por supuesto, los conciertos.
Casi no llego al inicio de Maga tras tener que montar la tienda entre una fina y molesta lluvia, apartando matorrales y piedras al tiempo que buscaba infructuosamente unas duchas que por lo visto se las había llevado el viento, como a la mismísima María Sarmiento.
Pero el Sonorama no pudo arrancar mejor, ya que mientras el Sol se ponía en un bello atardecer, se formaba un arcoiris que parecía iluminar las canciones de Maga. Alucinante. Como el momento en que Iván Ferreiro se subía al escenario para interpretar ‘19‘. Como el tiempo apremiaba, no dejaron al trío sevillano que hiciese ningún bis, a pesar de que seguro que es el primer concierto con más público de todas las ediciones de Sonorama.
A Nacho Vegas me lo perdí porque, además de que lo tengo muy visto en directo, me fui a conocer una zona de prensa en la que, ante mi sorpresa e incredulidad, para consumir pedían un sello que sólo poseían aquellos afortunados que asistieron a unas ruedas de prensa que nadie anunció previamente y que se celebraban dos horas antes del inicio del festival. Menos mal que por allí algún amable conocido se prestó a pedirme unas cervezas.
Iván Ferreiro decepcionó. Adelantó parte del contenido de su nuevo disco y se olvidó de su etapa Piratas, con lo que el personal se aburrió y muchos optaron por probar la pizza o los crepes que nos alimentaron durante el fin de semana.
OK Go! se subió, por méritos propios, al pódium de los ganadores de esta edición. Animaron al público y cerraron una muy buena actuación con este momentazo. Geniales.
Yeah, Yeah, Yeahs! no dejó que el público se relajase y nuevamente ofreció una lección de contundencia en directo. Y qué decir de Karen O. Increíble.
A Babasónicos ya los había visto hace unos meses, así que personalmente no me sorprendieron y me gustaron menos que cuando acompañaron a Maga en Bilbao. Y de Standstill y Humbert Humbert si algún lector tuvo la oportunidad de verlos, esperamos sus opiniones.
La supuesta ‘carpa’ electrónica estaba en una especie de polígono industrial anexo al recinto ferial, al que había que desplazarse al terminar los conciertos. Lo de Superframe Dj fue algo extraño y la pinchada de Amable se hizo muy cortita.
El sábado el ambiente que se respiraba en el pueblo era buenísimo, casi como el que se vive en Benicàssim, pero sin rosados ‘guiris’, eso sí. Tras la compra de un paquete de deliciosos pepinillos en la Plaza Mayor, nos fuimos a degustar el lechazo asado y lo cierto es que a nadie decepcionó la comida. Espectacular. Acabamos en las profundidades de una bodega de una peña taurina disfrutando de un vinazo e improvisando más tarde en el bar ‘La Milonga’ una partida de dardos regada con pacharán con unos lugareños.
Con el pelotazo correspondiente no es de extrañar que no llegara a Lori Meyers y eso que ‘haciendo dedo’ me llevaron hasta el recinto. Una pena, porque he leído en el foro de Sonorama que algunos la consideran una de las mejores actuaciones y mira que ya tenía ganas de verles un buen concierto.
La Buena Vida, como siempre, me encantó, aunque el ‘sonorámico’ es un público mucho más heterogéneo que el ‘contempopráneo’ y por allí se escuchó algún comentario despectivo e innecesario. Para el año que viene, que coincide con el décimo aniversario del festival, los organizadores ya han anunciado la posibilidad de instalar dos escenarios, lo que vendría muy bien para poder elegir si a alguien no le gusta un concierto y no molestar a los que están disfrutando con la actuación de su banda favorita.
The Rentals fue la gran sorpresa de este año. Matt Sharp y Pat Wilson, bajista y batería de Weezer, deslumbraron a todos los asistentes con un concierto divertidísimo y repleto de momentos álgidos, versión del ‘Walk on the wild side’ de Lou Reed incluida. Ya han anunciado que quizás ofrezcan próximamente una gira por España y anunciaron que están preparando un nuevo disco para el año que viene. Habrá que seguirles la pista.
Y para seguir la fiesta, llegaron Radio4 que, en mi opinión, ofreció el mejor concierto del festival, gracias a que a Delorean no les dejaron concluir su actuación, ya que llevaban camino de arrebatarles el galardón. Espectaculares y elegantes, como definieron el concierto los propios organizadores, allí todo el mundo se puso a bailar y demostraron que en directo son fantásticos, superando con creces las dudas que produce la escucha de su último disco.
Asian Dub Foundation no dejaron que decayera el buen rollo y mantuvo en pie al público, aunque personalmente no comparta para nada su propuesta musical. Y, repito, una pena lo de Delorean, porque junto a El Columpio Asesino en el Fib y Niños Mutantes en Cotempopranea, ha sido de los directos que más me han impresionado este verano.
Para cerrar mi experiencia sonorámica, destaco la actuación de Dorian en la ‘carpa electrónica’. Tras su cancelación en Contempopranea, por fin pudimos disfrutar en directo de algunos de los temas de un nuevo disco que saldrá a la venta en octubre. La cosa promete… y mucho. Como anticipo, se puede escuchar en myspace ‘A cualquier otra parte’