Se trata, probablemente de uno de los bares más míticos (ya me vale, vaya juego de palabras) de Chueca. El disco bar Mito (a.k.a. «Infierno Latino») lleva abierto la tira de años, aunque se vio obligado a cambiar de localización. La cosa es que ahora se encuentra en la calle Augusto Figueroa número 3 y es un local que no te puedes perder en un paseo freak por Madrid.
Lo mejor del Mito es todo. Ya desde que entras, notas que hay un ambiente un poco especial porque los porteros llevan un traje igual al de la policía local pero con la impresión «disco-bar Mito» en la espalda, lo que hace mucha gracia. Después, al tío de la puerta, tienes que comerle la oreja un montón para que te rebaje algo la entrada -normalmente 8 euros-, que siempre lo hace. Cuando tengas tu entrada en la mano, ya puedes acceder a un mundo nuevo:
Alcohol: Tienen el peor garrafón del mundo, además mezclado con Pepsi.
Música: Un popurrí bastante interesante, en el que entran Kylie, Madonna, Mónica Naranjo, ritmos latinos tipo cumbia, merengue o salsa y en general cualquier cosa mainstream de lo peor (Melendi, La Oreja de Van Gogh, El sueño de Morfeo…)
Horario: está abierto desde las 12 de la noche hasta que el cuerpo aguante (suelen chapar a las 8 de la mañana).
Público: Cambia mucho durante la noche, al principio jovenzuelos de 18 años descubriendo el ambiente. Según avanza la noche, van llegando los travestis, los latinos bien de licra por toda la tela, algunos despistados (o no tan despistados) que no parecen pegar nada allí pero que están y las estrellas de la canción ligera / cantautores que participan en Grandes Hermanos VIPS.
Momentazos: Cualquier canción de Shakira, que la facción latina baila con auténtica fiereza y placer. Por otro lado, a eso de las 6.30, cuando la gente está tajada de verdad, es cuando se producen los acercamientos extremos, mola ver quién se lía con quién, descubrir qué famoso de medio pelo es gáyer o a cuál de los travestis le gustas más. También te sacan a bailar, incluso a nuestra Patata se la llevó una vez un señor a bailar bachata, ante nuestras miradas atónitas.
¿Por qué lo recomendamos? Porque hay veces que a según qué horas las colas del Nasti, Elástico u Ochoymedio son completamente insoportables, más cuando hace frío. Por eso, para la típica noche tonta de «dónde vamos» y «jo, vaya colón, qué muermo, yo me voy a casa», está bien darse un garbeo por este sitio, mirar un poco cómo se divierten los demás y, por qué no, bailar ‘Hips don’t lie’.