Guardiola, el icono

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Guardiola, el icono

Pep lo deja. Deja el F.C. Barcelona, con el que ha logrado no solo culminar la etapa deportiva y social más importante del club catalán, sino revolucionar la manera de ver fútbol y renovar el interés por este deporte de gente a la que, hasta su irrupción como entrenador culé, se la bufaba. Por ejemplo, en la redacción de JNSP no muchos son futboleros, pero a ninguno se le escapa que el ciclo que se abrió cuando comenzó a entrenar el primer equipo del Barça en 2008 y que hoy se cierra, ha descubierto un icono popular que alarga su figura hasta más allá de lo meramente deportivo. ¿Quién no ha escuchado a una mujer elogiar su elegancia? ¿Quién no esbozó una sonrisa cuando se hizo público que arengaba a sus jugadores al ritmo de ‘Viva La Vida’ de Coldplay’?

Ya cuando en los 90 Guardiola ordenaba el centro del campo del mítico Dream Team de Cruyff, se percibía que no era un futbolista más, mostrando una visión de juego fuera de lo común, además de un carisma impropio de su edad, que imponía la inteligencia a la potencia física. Ya se intuía entonces, y él mismo así lo declaró, que algún día dirigiría al Barça de uno u otro modo. En su periplo como entrenador ha ganado 13 de 16 títulos disputados, batiendo todo tipo de récords, pero su huella es mayor. Su manera de entender el fútbol, una deliciosa quijotada que tuvo su origen en el Barça de Cruyff entrenador, basada en la presión en toda la cancha, el toque y el ataque indiscriminado, ha aportado al balompié un componente de epopeya poética pocas veces visto, convirtiendo a sus jugadores en héroes, y no en iletrados niños millonarios. Ideas radicales, locas, pero ejecutadas con pasión, convicción e inteligencia y que convierten su éxito en el Barça en una referencia de comportamiento que sobrepasa los límites de lo deportivo.

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Pero Guardiola, además, ha derribado otras barreras no deportivas y futbolísticas, que quizá sean las que le reportan más críticas y enemistades. Ha espantado la figura del entrenador de fútbol, gris, permanentemente en chándal, y ha desterrado para siempre al campo de lo cómico el «son 11 contra 11» y «el fútbol es así». Elocuente, culto, buen comunicador… su imagen ya icónica ha propiciado que toda la sociedad identifique, observe, respete y (no en todos los casos) admire a Guardiola, como un modelo en su estricto compromiso y profesionalidad y en su, eso dicen los que le conocen, honestidad. Por no hablar de un modelo en el vestir, claro. Un, en apariencia, dechado de virtudes que le aportan un halo súper heroico que para muchos resulta irritante. Tanto que intuyen y sostienen que sus supuestas templanza y caballerosidad son solo una fachada.

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Desde un punto de vista de la cultura pop, quedan para la historia su uso del famoso vídeo con imágenes de ‘Gladiator’, de Ridley Scott, o la ya mencionada ‘Viva La Vida’ de Coldplay como símbolos para insuflar ánimo y pasión a su vestuario antes de disputar encuentros cruciales, consiguiendo que más de 90.000 personas corearan la canción, sin la presencia de Chris Martin. Incluso ocurre que su (supuesto) atractivo físico ha inspirado una canción como ‘Nueva Ola Guardiola’ de los amados/odiados Los Directivos. Su letra, desternillante, habla de una chica que se cambia de chaqueta, del Madrid al Barça, prendada del técnico de Sampedor. «Sé que hubo un día en que no te masturbabas pensando en futbolistas».

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Por supuesto, como decíamos, todo esto le reporta a Pep tantas críticas como elogios, especialmente desde el lado de un rival, el Real Madrid, que no encontraba (hasta ahora) manera alguna de desactivar, no solo su fútbol, sino su figura. Se imponía encontrar a su Némesis, y ese ha sido José Mourinho, el único hombre (hasta hace unos días en que Di Matteo hizo lo propio desde el banquillo del Chelsea) que había conseguido hacer caer a su equipo en una cita futbolística importante. Su filosofía igualmente apasionada y brillante, con el resultado como objetivo por encima de la belleza, sus magníficas artes sibilinas para dominar lo que no sucede dentro del rectángulo de juego, su agudeza para usar y controlar sus apariciones públicas como armas arrojadizas, hacen de Mou el Moriarty de Sherlock Guardiola, el Joker del Batman blaugrana, el Drácula blanco del Van Helsing culé. Con Guardiola fuera de España, la Liga española será mucho más aburrida y la presencia de Mou en el Real Madrid ya no tiene sentido. Sería tan bonito y divertido que el portugués siguiera a Pep a cada país en el que entrenara…

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