La espera con recompensa de ‘Paul va de pesca’

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La espera con recompensa de ‘Paul va de pesca’

Se ha hecho de rogar la edición en nuestro país de una nueva aventura de Paul, pero al fin se ha publicado la cuarta historia, tras la edición de dos anteriormente en Fulgencio Pimentel y una tercera el pasado año en Astiberri, que también se ha encargado de este ‘Paul va de pesca’, quedando otras tres por llegar.

Nos encontramos ante un nuevo episodio autobiográfico de Michel Rabagliati bajo el álter ego de Paul. En la anterior ocasión, ‘Paul se muda‘, nuestro protagonista comenzaba a compartir piso con su novia y a pasar de la adolescencia a una edad en la que las responsabilidades están a la orden del día. Sin ser tan aguda como las aventuras anteriores, publicadas en el mismo orden de creación, se mantiene aquí un tono íntimo y desenfado como nexo común, junto a las reconocibles cejas pobladas de Paul, tan presentes como una taza de café en la mesa del comisario de policía de cualquiera de nuestras series de televisión favoritas.

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Dejando a su autor fuera de la estela de un “one hit wonder”, esta entrega le permite mantenerse de actualidad, a pesar de haber transcurrido más de cinco años de su publicación original, y alimenta las ganas de que lleguen a nuestro país, con menos retraso, el resto de andanzas. En ‘Paul va de pesca’ se recupera la inspiración de los inicios, y nos encontramos ante un torrente de sentimientos y de reflexiones que nuestro protagonista afronta sin arrugarse, con energía y con un optimismo contagioso, ambientado en un coto de pesca durante unas vacaciones de verano y junto a su inseparable novia.

Pero no toda la acción transcurre en el campo. Otros terrenos también son explorados: la admirable madurez de Paul a la hora de asomarse a nuevos desfiladeros, el humor como barrera sólida ante los contratiempos o la empatía en determinadas situaciones familiares. Siempre sin tintes edulcorados. El canadiense Rabagliati vuelve a demostrar su habilidad a la hora de ilustrar con sus dibujos -de trazo limpio, clásico y cercano a la historieta franco-belga-, un guión y unos diálogos que saben alternar diversión, drama y acción. Como en la situación de comprar el primer y los siguientes macs para hacer las tareas de diseño gráfico, o el modo en que descubre el clásico de la literatura americana ‘El guardián entre el centeno’ de Salinger. Una vez acabado este cómic, Michel hace obligatorio volver al principio, en concreto a la primera página, para cerrar así un círculo perfecto. 8,5.

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