Sílvia Pérez Cruz: «’11 de novembre’ me ha servido de terapia»

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Sílvia Pérez Cruz: «’11 de novembre’ me ha servido de terapia»

Unas horas antes de su impresionante actuación en el Teatro Circo Price de Madrid, Sílvia Pérez Cruz nos recibió en su hotel madrileño para charlar sobre ‘11 de novembre‘, su debut en solitario y claramente uno de los discos nacionales de 2012. Pese al poderío y la personalidad de su voz, la ampurdanesa se muestra como una chica sencilla y cercana, simpática y habladora. Se pone pocos límites a la hora de charlar sobre sus canciones, el hecho crucial en su vida (la muerte de su padre, el músico Cástor Pérez) que la empujó a grabarlo, su relación con Refree, su participación en la película muda ‘Blancanieves’ y la polémica surgida con el percusionista Guillermo McGill y el Festival de Jazz de Madrid.

¿Cuál es tu impresión sobre la recepción del disco? Imagino que estarás contenta…
Muy contenta, la verdad es que no esperaba esta acogida para nada. Yo hice el disco con mucho cariño, pero la respuesta está siendo increíble. Contenta de sobra.

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’11 de novembre’ es un álbum en el que conviven múltiples influencias pero de una manera muy natural, nada forzada, en mi opinión. ¿Es algo que hayas trabajado mucho o ha sido más intuitivo que otra cosa?
Claro, yo a esto le doy vueltas y lo cierto es que no he escuchado mucha música grabada. No tengo influencias directas. He escuchado mucha música en directo y mis referentes son músicos que he conocido y he visto cómo evolucionaban, amigos… He practicado muchos estilos y de todo me voy quedando con cosas que creo que puedo usar. Igual si hay algún disco de Nick Drake o Leonard Cohen, alguna canción de Caetano Veloso, que sí me gustan mucho, aunque no haya seguido sus carreras más allá de esos. Lo bonito de este disco, pienso, es que tiene una parte ingenua y muy natural. Son canciones hechas durante años muy distintos, que resumen muchas vivencias, con un filtro muy personal pero que reflejan, quizá, a esos músicos o personas con los que he trabajado durante ese tiempo. Son como muchos trocitos de partes muy pequeñas que al final buscaban unirse en una canción bonita.

¿Cuál es el origen del amplio abanico estilístico (flamenco, jazz, folk, clásica…) que manejas en tus canciones?
Bueno, es que eso es lo que yo he trabajado desde pequeña. Empecé estudiando la carrera de clásico, la de jazz, luego hice música tradicional, flamenco, pop. Yo siempre cuento que nunca he querido especializarme en ningún género, lo que me gusta es la música y quería encontrar mi propio discurso. En principio, como cantante. Y en este disco es lo mismo pero a nivel compositivo. Pensé: “¿cómo te gustaría que sonara esta canción?”. Por eso estoy tan contenta con el disco, porque yo lo hice con mucho miedo a nivel de qué repercusión tendría, y pensé que no era fácil de escuchar. Pero era lo que yo necesitaba hacer.

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Has colaborado en proyectos de jazz, flamenco o folklore quizá más puristas o fáciles de clasificar. ¿Temías que los públicos más puristas que pudieran conocerte antes de este disco no lo comprendieran?
Yo lo que sabía es que no se lo esperarían para nada. [Risas] A mí me encanta despistar a la gente, que se mezclen públicos tan distintos. Pero, por mi manera de funcionar hasta ahora, quizá ya se podía intuir un poco este mundo personal. Así que estaba tranquila en este sentido porque los que más me conocen ya estaban despistados. Pero quizá lo más comercial hubiera sido hacer un disco de versiones, que tengo pendiente de grabar, con canciones que me han acompañado y les he ido dando mi forma.

He hecho música toda la vida y me siento muy cómoda dentro de ese lenguaje, así que escucho, me quedo con cuatro cosas que me conecten con el género en sí y lo llevo a mi filtro. Si no fuera así, no podría haber hecho Las Migas, por ejemplo. Yo como cantaora no tengo ningún futuro, pero le he dado mi punto, he intentado que el flamenco suene más popular, más a canción. Y en el jazz igual, hice un disco de temas de Bill Evans [NDE: se refiera a ‘We Sing Bill Evans’, un disco junto al Joan Díaz Trio], que eran todo composiciones muy complejas, al piano, y pensé: “no tiene que parecer difícil, esto tiene que parecer un cuento”. Yendo hacia atrás, mi filosofía es siempre la misma, lo que pasa es que en este disco se condensa todo, como en una película.

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Quizá lo más inesperado del disco sea la faceta brasileña y portuguesa. ¿De dónde viene?
Cuando cantaba de pequeña, la gente me preguntaba de dónde era, si andaluza, portuguesa… Todo el mundo pensaba que no era catalana. Más tarde me regalaron una cassette de fados y vi que era cierto, había una conexión aunque al final me he dado cuenta de que mi voz, más que portuguesa, es ibérica, un poco al estilo de las abuelas de los pueblos. Luego me he interesado por la bossanova, que es muy gustosa de cantar, y he viajado a Brasil, mi hermana vive en Portugal… Y bueno, ¡mi familia paterna es gallega! La lengua portuguesa es muy musical, muy agradecida para cantar, y los ritmos brasileños me han ayudado a cantar en catalán, que es algo a lo que yo era reacia. Me gusta cómo cantan las penas con ritmo y alegría.

Hace mucho que conoces a Raül Fernández Refree, imagino que fue en el proyecto Immigrasons [NDE: proyecto de intercambio artístico entre Cataluña y Argentina], y habéis trabajado juntos muchas veces antes. ¿Cuándo pensaste que él era el adecuado para producir ’11 de novembre’?
Raül y yo nos conocimos en 2005, y entonces no nos entendimos para nada. Él pensaba que yo era demasiado académica y yo le veía un poco personaje, incluso tuvimos una conversación en la que me dijo “creo que no trabajaremos más juntos, no nos entendemos”. Después de eso, hicimos un concierto brutal, fantástico, y empezamos a conectar tocando, como una parte animal, muy bestia que nos sale en directo. Luego seguimos haciendo más cosas juntos, colaboraciones, el primer disco de Las Migas… Ahora es uno de mis mejores amigos, un guía y me ayuda muchísimo, nos ayudamos mutuamente.

Yo dudé mucho, porque él tiene mucha personalidad, y yo quería que este disco mostrara lo que yo tenía dentro y que ni siquiera sabía. Un día le toqué las canciones y le gustaron mucho, así que empezamos a trabajar en ellas. Cada uno entendió muy bien el sitio de cada uno, estábamos muy conectados a nivel de discurso musical, casi telepáticamente. Venimos de estilos muy diferentes, pero yo creo que nos equilibramos. El trabajo fue mano a mano y a un ritmo muy loco, muy entregado. Ha sido un gran acierto, me alegro de haberle elegido.

Él es un hombre ocupadísimo, ahora produciendo a Kiko Veneno, Christina Rosenvinge, giras… ¿Te has planteado quién le podría sustituir en un futuro como productor? ¿Con quién te gustaría trabajar?
Yo sé que tenemos un camino muy largo juntos, esto no se terminará. Yo no entiendo mucho de productores, a mí me gusta estar muy metida, aunque necesite a alguien que lo vea desde fuera. Yo solo pienso en las cosas que quiero hacer, las que quiero grabar, las que necesitan esperar un tiempo, las que hay que descartar… y buscar el momento adecuado para hacerlas. Ahora mismo tenemos un montón de cosas que queremos grabar, siempre estamos muy al corriente de lo que hacemos…

Aunque parece que has tratado de alternar estados de ánimo, hay canciones como ‘Nao sei’, ’11 de novembre’ o ‘Diluvio universal’ que se intuye que han podido ser muy dolorosas de sacar adelante. ¿Pensaste en algún momento que te podías pasar de exhibicionista?
Sí, claro, pero es que este disco es como un álbum de mi vida, pero a la vez mi vida va muy ligada a la música, no sé cómo separarlo. Mi vida alimenta la música. En este caso, hubo una muerte en mi vida e, inconscientemente, me ha servido de terapia. Hacía tiempo que quería grabar mi disco, pero fue tras este suceso, que dije “tengo que hacerlo YA”. De hecho, la mitad del disco está compuesto antes de la muerte de mi padre y la otra mitad, después.

Sí, pensé un poco en los límites de qué contar y qué no, claro, pero no a nivel musical sino en las entrevistas. Porque estas canciones, ‘Nao sei’ y ’11 de novembre’, hablan totalmente de mi padre. En el primer caso, la música ya estaba hecha antes, sin letra, y después de morir mi padre escribí eso en Portugal, por eso es en portugués; y ’11 de novembre’ es el recordatorio que escribí cuando murió mi padre, lo escribí en dos minutos, así que claro, es súper íntimo. Cuando cantas canciones de otros, cuentas tu intimidad con tu manera de cantarlas, pero escribiéndolas es más transparente. Yo aún tengo mucho que aprender para escribir bien, así que si me he atrevido a mostralas es porque estas letras contienen sentimientos muy verdaderos.

Si no me equivoco, ‘Pare meu’ y ‘Covava l’ou de la mort blanca’ fueron de las primeras canciones que compusiste, ambas sobre poemas ajenos. Me estremece pensar lo bien que encajan en la temática de pérdida y dolor del disco. ¿Has pensado en ello?
Lo de ‘Pare meu’ es muy fuerte, porque claro, ¡no es mi padre! ¡Es el padre de María Cabrera! De hecho, esta canción se la toqué a mi padre y recuerdo que le dije: “no habla de ti, ¿eh? ¡Es un poema!”. ‘Covava l’ou de la mort blanca’ es un poema de la poetisa Maria Mercè Marçal, que se lo escribió a su madre antes de morir de un cáncer de mama… Son poemas que me han tocado, hablan de emociones muy fuertes. En el caso de ‘Covava…’, su hija me pidió que musicara un poema y elegí este, aunque le pedí permiso, claro, porque es brutal. Y a ella le encantó la idea.

‘Folegandros’ es una de mis canciones favoritas del disco. ¿Cómo nace este tema, con esos arreglos corales, que son casi como música sacra? ¿Qué te inspiró?
Esta canción tiene varias etapas. La primera parte surgió un poco de broma, como intentando hacer la típica cançó catalana pero trasladada a esta isla griega. La segunda parte está inspirada en los giros vocales de Carles Denia, un cantante que canta canción valenciana y flamenco, que me gusta mucho. Después se me ocurrió lo del arreglo coral, y con Finale [NDE: software de composición musical], me pasé una noche escribiendo voces y luego se las hice aprender a mi padre, mi madre, mi hermana, mi novio y lo grabamos. De hecho, era la canción favorita de mi padre y quería cantar en ella, porque decía que tiene mucho de habanera, que es algo quizá inconsciente en mi manera de tocar la guitarra.

Un mes después de eso, murió mi padre. Y pensé hacer como una especie de réquiem para él en esta canción. Además la letra dice “como las olas que se van y vuelven a puerto”, como una metáfora de cuando te vas de casa y acabas volviendo a tus referentes, luego pensé en el enfoque de que el que se iba era él. Pensé hacerlo con un coro profesional, pero al final lo hice con mi hermana, mi madre, mis tíos… De hecho, una de mis partes favoritas del disco es cuando se quedan tres voces solas… [NDE: en ese momento una maleta que hay en la habitación cae al suelo con estrépito]

Un fantasma…
¡El fantasma de mi padre! [Risas] Hay una parte que se quedan la voz de mi hermana y dos mías, y escuchar a mi hermana cantando… me emociona mucho. Me recordaba un poco a las Voces Búlgaras o cosas que ha hecho Eliseo Parra… La canción dura cuatro minutos pero pasan muchísimas cosas.

En la edición de vinilo la distribución de temas es totalmente distinta a la del cd. ¿En qué te has basado? ¿Cuál ha sido el criterio?
En este disco hay un hilo conductor, que es el estado en el que yo lo he grabado. Son canciones de seis años de mi vida, pero grabadas en un momento concreto de mi vida. Y el disco, aun con un punto optimista, es muy triste. Entonces pensé que quizá toda esa tristeza podía ahogar un poco, por eso las tres canciones con más aire, que discurren por la calle (‘Lietzenburgerstrasse 1976’, ‘Días de paso’ y ‘O meu amor é Glòria’), están estratégicamente repartidas en el disco. Tampoco creo que sea un disco pesimista, todo lo contrario, por eso se llama ’11 de novembre’, que es la fecha de nacimiento de mi padre.

En el vinilo esto no funcionaba, porque tienes que cambiar la cara de cada disco. Entonces pensé que quizá se podían agrupar las canciones más en estados de ánimo, un vinilo concentra las más tristes y el otro las más alegres, así que dependiendo del estado de ánimo del oyente pondrá un disco u otro, o una cara u otra.

Yo sí pienso que tu voz tiene duende flamenco pero, curiosamente, en el disco es muy testimonial (apenas la parte de soleá al final de ‘Diluvio universal’). ¿Esto ha sido algo consciente? ¿Tiene que ver con tu salida de Las Migas?
Hay un poco de eso, porque la ruptura con Las Migas fue muy fuerte, no fue nada fácil. Necesitaba coger distancia, sí… Pero, a la vez, el disco no iba por ahí. Aquí mi voz era una parte más de toda la construcción, de un engranaje, con los arreglos, etc. Es una música con muchas capas, y las canciones no pedían fuerza. Por ejemplo esta que mencionas, ‘Diluvio universal’, sí pedía más fuerza, porque va creciendo, parte de una pena individual que va creciendo y se convierte en colectiva. Tenía claro que iría del portugués al castellano, del pop a la soleá, pasar de un estilo a otro de forma muy seguida, y me interesaba que la voz reventara, me lo pedía la canción.

Creo que la aceptación en Francia está siendo impresionante, ¿no?
Es alucinante, cuando llegué me hicieron unas entrevistas increíbles, unas preguntas que no me esperaba. Universal envió el disco ahí escondido detrás del de Miguel Poveda, a ver qué pasaba y bueno, se veía que realmente habían escuchado el disco en profundidad y les había gustado. Ya hay alguna fecha cerrada para actuar en París y me hace mucha ilusión.

Cuéntame sobre la experiencia con ‘Blancanieves’. Cómo surge la llamada, la experiencia de interpretarla en directo simultáneamente a la proyección…
La verdad es que no me imaginaba la repercusión que está teniendo, sabía que había actores muy conocidos, pero no suponía todo esto, los Oscars y todo esto. Todo surgió porque Pablo Berger buscaba una voz flamenca para la banda sonora y alguien de Universal sugirió mi nombre. Alfonso Villaronga, el compositor, dio el visto bueno y me lo propusieron. Querían que participara en los temas que había hecho Chicuelo y, bueno, me encantó la idea porque yo ya había trabajado con él en el espectáculo del aniversario de ‘La Leyenda del tiempo’, con Duquende. Y nada, luego me pidieron que hiciera una saeta, que era una responsabilidad muy grande. Estuve documentándome y al final decidí hacerla yo a mi manera, y así nació. Lo cierto es que ahora mucha gente está llegando a mi gracias a esta saeta, lo cual está muy bien.

La verdad es que en la película casi todo es música orquestal, y apenas quince minutos de flamenco. La interpretación en directo fue muy bonita, pero súper difícil, sincronizar la voz y la guitarra con la imagen para los flamencos es… Fue bonito, porque fue algo como muy genuino, como los feriantes que iban por los pueblos poniendo música a las películas. Y bueno, luego llegó lo de la presentación en el Festival de San Sebastián, ahí en plan Hollywood, con alfombra roja y todo, yo no me lo creía.

¿Se te pasó incluir esas canciones como temas extras en la reedición?
Bueno, alguien me lo sugirió, pero la verdad es que yo lo veo algo muy diferente. Creo que la banda sonora se ha editado, pero claro, no he tenido mucho que ver en eso, hice mi parte y ya. ’11 de novembre’ es una historia, tiene un principio y un fin, y ya está. Además del bonus track con Javier Colina, ‘Así es mi boca’, que es un poco ajeno a la historia pero me gusta mucho, preferimos incluir el DVD con la actuación que hicimos Refree, el guitarrista Mario Mas y yo en el Mas Sorrer, apenas para 20 personas que fue muy bonita y creí que valía la pena enseñarlo.

Creo que conoces a Guillermo McGill, habéis trabajado juntos en alguna ocasión…
Sí, yo cantaba en un tema del disco ‘Clona-Serrano Project’, y él participaba.

¿Te has enterado de la polémica que ha surgido respecto a su anulación en el Festival de Jazz de Madrid, en el que se enmarca también tu concierto?
Sí, y me da mucha tristeza. Entiendo perfectamente a Guillermo, es inconcebible pensar que vas a tener alguna posibilidad de éxito si pones las entradas a la venta quince días antes, si no hay una promoción adecuada… Pero ¿esto ha tenido repercusión?

Bueno, varios medios nos hemos hecho eco de esta polémica, pero lo cierto es que la información sobre el festival no parece la apropiada para un evento de esa envergadura…
Me da mucha pena lo de Guillermo, la verdad… Yo tengo el respaldo de mi sello, que está volcado a tope, y la verdad es que estoy algo preocupada con la venta de entradas de mi concierto, es un aforo de 1.300 personas. No me puedo imaginar lo que puede ser para él, que tiene que hacerlo todo él mismo. Todo el que está en este negocio sabe que esto es un engranaje, un equipo en el que todos tienen que hacer tu parte. Si una parte no hace el trabajo, hecha al traste el resto. Cualquiera en este mundillo sabe que un evento de estas características tiene que tener una planificación, unos tempos, con una anticipación suficiente y una promoción adecuada. Si no es así, el resultado no puede ser bueno.

¿Qué música estás escuchando? ¿Has descubierto algo interesante?
[NDE: Piensa un rato] Pues me da un poco de reparo, pero es que no suelo escuchar mucha música grabada, la verdad. Ni actual ni antigua. He vivido la música en casa y en mi aprendizaje desde pequeñita y para mí es sobre todo un lenguaje, una expresión. La música que escucho es la que tocan mis amigos, la gente con la que colaboro… A veces me ponen cosas y las escucho, pero no retengo nombres ni nada. Mira, por ejemplo, el otro día escuché por primera vez el ‘Omega’ de Morente…

No, no te creo…
En serio, me habían hablado tanto de él que ya lo tenía que escuchar y, claro, aluciné… Sobre todo porque me he encontrado cosas, como la soleá al final de ‘Diluvio universal’, ¡que tienen una conexión clarísima con esto! Me fascinó.

¿Qué proyectos inmediatos tienes?
Ya te decía antes, está ese disco de versiones pendiente… Pero lo que más me apetece ahora mismo es ir al estudio con Raül y grabar algunas cosas a las que ando dando vueltas últimamente, siento que quiero hacer algo así, muy rápido.

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