‘The Master’, poesía del fanatismo

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‘The Master’, poesía del fanatismo

Probablemente Paul Thomas Anderson sea de los pocos creadores para cuyas películas todavía podemos comprar entradas sabiendo que apostamos sobre seguro. Hablamos de alguien que no sólo no ha tenido un solo tropiezo en toda su filmografía, sino que incluso supo sacar petróleo de ese desierto interpretativo llamado Adam Sandler.

De ahí que cuando se anunció que este director preparaba una biografía sobre L. Ronald Hubbard, fundador de la Cienciología, el morbo creciera exponencialmente entre los que esperaban que por fin llegaría el día en el que Anderson traicionaría su compromiso artístico por miedo a salir de su zona de confort. Desear que fracases porque alguien te colgó la etiqueta de autor admirado por eso que llaman “gafapastas”, ése genero. Bueno, eso y que tampoco es habitual que un amigo personal de Tom Cruise se atreva a contar las miserias de su admirado becerro de oro. Cuestión de límites.

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En cualquier caso, visto el resultado se confirma que la provocación se ha quedado en casa. Así que no esperes que Travolta aparezca en la sala con megáfono para convencer al respetable de que todo lo que se ve en la pantalla es mentira. No pasará y a estas alturas tampoco es necesario. Pero tampoco esperes salir indemne de la experiencia.

Y es que aquí la Cienciología no es el fin, sino una simple excusa para que el verdadero Maestro al que hace referencia el título de la película, el mismo que la escribe y firma, se pregunte con sutileza y sin subrayar si no será que en el fondo cualquier religión, o cualquier secta, lo que tú prefieras, no es más que el fruto de una relación animal y disfuncional entre pobres diablos como los que interpretan Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman. Dos protagonistas de una suerte de ‘Brokeback Mountain’ violento y con cierta disonancia cognitiva demasiado dañados para aceptar la verdad, o lo que es peor, para aceptar su verdadera naturaleza.

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Un discurso polémico que se hace suave, que no fácil, gracias a la poética puesta en escena del director y, sobre todo, al trabajo interpretativo del trío protagonista, que mucho se habla de Hoffman y Phoenix y de los premios a los que aspiran después de ganar ex aequo la Copa Volpi en el último festival de Venecia, a pesar de que es Amy Adams la que de verdad asusta. 8.

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