Haneke se rinde al ‘Amor’

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Haneke se rinde al ‘Amor’

“¿Sabes lo qué es el amor verdadero? Cuando limpias el culo al otro y cambias sus sábanas para que mantenga su dignidad de manera que ambos podamos seguir adelante”. En esta reflexión, expuesta por la casera de Rachel Weisz en una secuencia de la maravillosa ‘The Deep Blue Sea’ (2011), parece palpitar el argumento de la nueva película de Michael Haneke.

El director austriaco enfrenta al espectador con una dolorosa realidad: la vejez, la enfermedad, el deterioro físico, la muerte; la terrible idea de que un buen día, después de asistir a un concierto, la persona con la que vives y a la que amas puede comenzar a desaparecer, a consumirse entre tus manos sin que puedas hacer nada para evitarlo.

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Y lo hace sin concesiones al sentimentalismo ni al tremendismo. Como buen cirujano de las emociones, Haneke saca el escalpelo y se abre paso hacia las entrañas del dolor y el sufrimiento. Pero eso sí, sin dejarnos entrar en el quirófano. Nos mantiene a una respetuosa distancia por medio de una puesta en escena gélida, cartesiana, construida por medio de largos planos estáticos. Una calculada separación que permite disfrutar de la calidez y la sensación de intimidad entre la pareja protagonista (unos excepcionales Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva) pero impide el regodeo en su padecimiento.

‘Amor’ es una película que abre debates sin subrayarlos (la eutanasia, la situación de los ancianos en el mundo occidental) y explora las emociones sin adornos melodramáticos. Una conmovedora historia de devoción, estoicismo y dolor, con alguna salida de tono como el episodio de la paloma, en la que el normalmente despiadado Haneke ha sido capaz de convertir los imprevistos accesos de violencia seca -uno de sus característicos rasgos de estilo- en un gesto de amor profundo. 9.

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