Si hay que calificar con un adjetivo a Ron Sexsmith, habría que hablar de constancia. La calidad de los álbumes del cantautor canadiense nunca ha bajado del notable y para aquellos oyentes sedientos de melancolía, de melodías tristonas pero reconfortantes, siempre estará Ron con un nuevo disco lleno de pequeñas joyas. El de St. Catharines no es de esos de levantar mucho la voz ni de hacer grandes gestos, lo suyo radica en la delicadeza, en los detalles sutiles. Por eso mismo sorprendió que, para ‘Long Player Late Bloomer‘ (2011), su último álbum hasta la fecha, se asociara con Bob Rock, el rey de la pulcritud en el estudio, artífice de sonidos tan perfectos que parecen creados por robots. Su labor de producción es como la de una máquina de encerar suelos a la que se le ha echado demasiada cera: deja todas las aristas perfectas, demasiado perfectas como para que verdaderamente calen. Con Metallica puede que le funcionase (aunque eso es muy discutible), pero las canciones de Sexsmith piden a gritos otro tipo de acercamiento, mucho más natural y espontáneo. Por lo menos, las canciones de ‘Long Player’ eran tan buenas que ni siquiera una producción tan artificial podía echarlas por tierra.
El hecho de que para su nuevo álbum, titulado ‘Forever Endeavour’, Ron se haya reunido con Mitchell Froom, uno de sus productores más fieles, tras los mandos de otros discos como ‘Time Being’ (2006) o ‘Whereabouts’ (1999), es una buena noticia. Productores como Martin Terefe o Froom han sabido entender lo que tienen que ofrecer las composiciones del cantautor canadiense y por ello el resultado en este breve y bonito álbum es lo que todos los seguidores de Sexsmith esperábamos.
Eso sí, que estos dos viejos amigos hayan vuelto a trabajar juntos no quiere decir que no tuvieran algo nuevo entre manos, pues uno de los elementos del disco es la presencia de diversos arreglos de cuerda y viento (cortesía de Calder Quartet), a veces simples y risueños, como los de la inicial ‘Nowhere To Go’, otras veces con aires de jazz de Nueva Orleans como en ‘Me, Myself and Wine’ y en ocasiones grandiosos y dramáticos (aunque siempre con una necesaria contención que evita caer en lo excesivo), como en ‘Nowhere Is’ o ‘Lost In Thought’, aportando algo que, sin ser esencial (sus canciones con nada más que guitarra acústica y voz se sostendrían por sí solas, siempre ha sido así) añade un punto de belleza a lo de por sí bello. No todos los temas están cortados por el mismo patrón, eso sí. También nos encontraremos con la sencillez acústica de ‘Sneak Out The Back Door’ o el medio tiempo pop/rock de ‘Back Of My Hand’. Las adorne o las muestre desnudas, las canciones aquí contenidas vuelven a poner de relieve el talento incontestable e inagotable de Ron, esta vez encuadrado en una producción más adecuada. ‘Forever Endeavour’ es otra delicia para los oídos, una caricia que siempre apetece sentir.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Nowhere To Go’, ‘Deepens With Time’, ‘Nowhere Is’
Te gustará si te gustan: Nick Lowe, Josh Rouse
Escúchalo: Deezer