Es de agradecer que Dorian se hayan decidido a buscar nuevos caminos sonoros, porque si algo nos quedó claro tras la publicación de ‘La ciudad subterránea’ en 2009, eso fue que debían tratar de explorar más posibilidades en lo que a producción se refiere, intentando también mantener intacta su buena mano con el hit festivalero, que tantas alegrías les ha traído (entre otras, convertirse en una de las bandas indies con más proyección en el mercado discográfico nacional. Su último disco, sin ir más lejos, les torpedeó al top 30 de la lista de Promusicae).
Es por eso que el trabajo de producción de ‘La velocidad del vacío’, su nuevo álbum, se antojaba bastante arduo, pero es de recibo decir que la banda catalana ha salido victoriosa. Y parte de la culpa ha sido de Phil Vinall, colaborador eventual de grupos como Placebo o Pulp, y uno de los productores fetiche de Luke Haines. Él ha llevado a Dorian a un nuevo universo sonoro, al tiempo que ha sabido mantener un mínimo de continuidad en casi todos los cortes, permitiendo tanto la entrada de nuevos fans como la permanencia de los antiguos.
Así es como este nuevo trabajo, a pesar de ser un disco bastante corto de diez canciones y poco más de cuarenta minutos de duración, se convierte en un auténtico experimento de estilos en el que cabe prácticamente de todo, algo de lo que ya hace gala el corte introductorio, ‘Los placeres efímeros’, que bien podría estar en el último disco de M83 y se convierte en una auténtica sorpresa. A la zaga le van canciones como ‘Los amigos que perdí’ o los sintetizadores de ‘Horas bajas’, que contrastan con las guitarras y la distorsión de ‘Tristeza’, la planetera ‘Arde sobre mojado’ y los sonidos más tradicionales ‘Soda Stereo’ y ‘El temblor’. Es interesante cómo en esta pista pasan de sonar casi como Chris Isaak a adoptar cierto aroma western, probablemente influido por su relación con México, que destaca aun más en la pista que la sucede, esa canción de hoguera -con tormenta incluida- llamada ‘El sueño eterno’. ¿Estamos escuchando a Dorian o a La Familia del Árbol?
Todo parece tener cabida en este disco, y sin embargo la gran victoria de Dorian es que ‘La velocidad del vacío’ no suena en absoluto como un pastiche desesperado, que era uno de los mayores riesgos de esta táctica. La banda de Marc Gili acaba de demostrar que no tiene miedo a enfrentarse a lo que le echen, y parece dispuesta a encontrar la madurez a base de expandir su sonido sin renunciar al propio, algo que -a juzgar por los resultados- ha sido una idea excelente.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Los placeres efímeros’, ‘Tristeza’, ‘Los amigos que perdí’, ‘El temblor’, ‘El sueño eterno’
Te gustará si te gusta: el pop llenaestadios.
Escúchalo: en Deezer.