‘Posesión infernal’, más sangre por favor

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‘Posesión infernal’, más sangre por favor

Que un personaje con el brazo recién automutilado responda a la pregunta de qué tal estás con un “ahora me encuentro mucho mejor” ya nos da una idea clara de cuál es el tono de ‘Posesión infernal’, el esperado remake del clásico ochentero de Sam Raimi que, en manos del debutante realizador uruguayo Fede Álvarez, se transforma en un festival del humor gore al que sería recomendable entrar con impermeable pero que miedo, lo que se dice miedo, no da.

Y es que si en su momento la película de Raimi tiró de la imaginación para suplir la falta de presupuesto, en esta versión es evidente que el director, ahora ejerciendo las labores de productor junto a Bruce Campbell, ha decidido comportarse como el John Hammond de ‘Jurassic park’ y no reparar en gastos para hacer justicia a su criatura. ¿Cómo? Alejándose de los maquillajes carnavalescos del original que convertían a las poseídas en algo así como payasos travestis para derrochar miles de dólares en vísceras, heridas realistas, miles de litros de sangre y por supuesto mucha mala leche.

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Así y todo la adaptación es bastante fiel para lo que nos tiene acostumbrados Hollywood. Al menos lo suficiente como para que, sin copiar plano a plano como hizo Gus Van Sant con ‘Psicosis’, tengas la sensación de estar viendo de nuevo por primera vez aquella cinta que hace años acojonaba y ahora, sin desmerecer sus méritos, da risa. Una risa que al actualizarse se transforma conscientemente en autoparodia obteniendo como resultado una película de género por encima de la media.

De hecho en esencia todo lo antiguo está ahí (los bosques que violan con sus ramas, el libro de los muertos, los bancos que golpean la ventana, los demonios que viven en el sótano, las escopetas, las novias plastas) pero también se ha aprovechado la ocasión para pulir imperfecciones recortando escenas que hoy lastrarían el ritmo de la narración (especialmente al principio y al final de la película), adaptando los personajes a los gustos de hoy (la primera poseída ya no es una histérica, sino una drogadicta con el mono), presentando un prólogo que nos evita tener que aguantar el tostón de escuchar una voz grabada en un magnetófono explicando por qué pasa lo que pasa en esa cabaña y, sobre todo, ofreciendo un nuevo final que sorprenderá a los seguidores de la saga.

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Claro que si eres uno de ellos y no quedas satisfecho con el resultado de esta revisión tranquilo que todavía te quedarán unos minutos para cambiar de opinión. Una voz muy familiar, además de imágenes icónicas, se cuela en los títulos de crédito finales que, al terminar, tienen sorpresa. Avisados estáis. 6,66.

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