Delorean: «‘Subiza’ era el colofón de algo, más que el comienzo de una cosa»

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Delorean: «‘Subiza’ era el colofón de algo, más que el comienzo de una cosa»

delorean-aparEl próximo lunes ve la luz ‘Apar’, el quinto álbum de estudio de Delorean. Sin lugar a dudas, el cuarteto de Zarautz se ha convertido en uno de los grupos más excitantes no solo a nivel nacional sino sobre todo fuera de nuestras fronteras. Por ello, la expectación ante su nuevo trabajo es máxima. Hablamos vía telefónica con Ekhi Lopetegi, bajista y cantante, sobre la ansiada continuación de ‘Subiza‘, antes de que el grupo se embarque en una monstruosa gira de decenas y decenas de fechas, sobre todo fuera de nuestras fronteras.

Desde que os descubrí nunca os habéis quedado en el mismo lugar de un disco a otro. ¿Hay alguna razón que os mueve a cambiar con cada disco?
Estoy de acuerdo contigo en que no nos hemos quedado en el sitio casi en ningún disco y no sé muy bien cuál es la razón. Alguna debe haber, pero no es algo consciente. Hay cierta inquietud y en cada disco hemos conseguido más o menos lo que nos habíamos propuesto. Entonces nos planteamos otra serie de retos, por eso hay un enfoque diferente en cada uno. Al mismo tiempo diría que hay ciertos elementos que se repiten, esa referencia continua a la música de baile y luego hay otros dejes menos reconocibles pero que yo sí reconozco, en la manera de hacer las canciones, que se repite a lo largo de los discos. Es cierto que nos planteamos cosas diferentes pero en cada disco siempre queda un rastro, unos elementos comunes.

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Aunque comparte similitudes con ‘Subiza’, diría que ‘Apar’ sigue vuestra norma de tirar hacia adelante a toda costa. ¿No os apetecía quedaros un poco más en esa zona y sacar un álbum más abiertamente hermanado con ‘Subiza’, dado su éxito?
No nos apeteció hacerlo. Igual la gente no se da cuenta, pero ‘Subiza’ era el colofón de algo, más que el comienzo de una cosa. Si lo piensas bien, antes estaba ‘Ayrton Senna‘ y luego hicimos 11 o 12 remezclas a diferentes grupos, luego el ‘Subiza’ y en conjunto te plantas ante 25 canciones publicadas más otras que se quedaron en el tintero y todas hechas de la misma manera. Entonces vimos que ya sabíamos trabajar con software, como lo haría un «bedroom producer» y ahora queríamos incorporar bajos y guitarras.

Esta intención de cambio surge, como acabas de comentar, porque entre otras cosas queríais trabajar con más instrumentos reales que con ordenadores. Dices que queríais dejar el software a un lado pero, ¿tenía que ser un cambio radical hacia los instrumentos? ¿Tan cansados estabais como para no dejar hueco al modo de trabajar en ‘Subiza’?
No había una norma fuerte que impidiera cosas, era más un cambio de orientación. En ‘Subiza’ no hay ningún bajo, no cogí el bajo nunca y esta vez queríamos incorporar todo lo que sabíamos hacer con el software a un contexto más amplio. Nos montamos un estudio, compramos una mesa analógica, sintetizadores y caja de ritmo analógica, en vez de usar tantos plugins. Así teníamos la opción de componer con instrumentos, usar guitarras para plantearte sucesiones de acordes o meter una línea de bajo en vez de hacerlo todo con el ordenador, que siempre ha estado ahí por otro lado. Es muy rápido trabajar con un ordenador, las ideas salen fácilmente, pero no queríamos que sonara a un disco hecho única y exclusivamente con un ordenador, esa sí que era una de las premisas.

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¿Qué crees que aportan los sintetizadores reales frente al software?
El uso del hardware aporta una textura y un tono diferente a todo. En ‘Subiza’ cogimos todo lo que habíamos hecho digitalmente y lo pasamos por una cinta analógica y esta vez queríamos partir de una base no totalmente analógica, pero tampoco totalmente digital. No queríamos hacer música únicamente a golpe de click, que suele pasar muchas veces. Con el Cubase y esta serie de herramientas modernas parece que estás diseñando sonido más que componer canciones. El hecho de tener un sintetizador físico hace que compongas de una manera más limitada por otra parte, pero no tan diseñada. El ordenador no tiene limitaciones, pero los instrumentos sí las tienen y eso hace que te tengas que exprimir un poco más el cerebro.

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Al hilo de lo que comentas, al limitaros las posibilidades sonoras, ¿no teníais miedo de que eso pudiera afectar negativamente a vuestro sonido?
No tiene por qué. Quizá te peleas un poco más y si te salen siempre las mismas líneas de bajo, pues cambias y coges un sintetizador o un ordenador. O si no te sale una melodía intentas editar una serie de fragmentos de audio para ver si sale una melodía chula… Para mí es más bien todo lo contrario, es incorporar nuevas herramientas, no nos sentíamos limitados.

¿Cómo surgió la idea de llamar a Caroline Polachek de Chairlift para colaborar? ¿Habéis quedado contentos con el resultado?
Esta idea parte de la canción ‘Unhold’ y la melodía principal de voz se había hecho con un sampleo de voz que habíamos editado, que sonaba un poco a pitufo, que es lo que suele pasar cuando editas voces, suenan poco humanas. Queríamos que una cantante interpretara esa melodía. A través de un amigo de Caroline, le pasamos la canción y a ella le gustó. Le pareció un reto porque la melodía era extraña y quedamos muy contentos con el resultado, porque clavó la melodía tal como era. Al principio pensamos que había utilizado un afinador de voz porque sonaba realmente complicada la melodía, tal y como la había cantado. Cuando vino al estudio nos quedamos boquiabiertos.

Siendo la música del disco bastante luminosa, tanto en la portada (NdE: con una figura inspirada en la tumba del escultor Jorge Oteiza y su esposa) como en las letras se hacen referencias a la muerte, ¿cómo es posible este contraste?
Es un contraste que será nuevo para mucha gente, porque en el pasado pensábamos las letras no como algo secundario, pero sí pensamos en la voz como un elemento musical más que lírico. Queríamos en este disco plantearnos las cosas de una manera más pop/rock, más clásico. Entonces, las letras ahora tienen un peso que antes no tenían y por eso hay que trabajarlas más. La portada es muy potente a nivel conceptual, representa muy bien el hilo argumental de todas las letras. Igual le pilla a contrapié a la gente, pero el planteamiento, sobre todo en directo, es el mismo de siempre. No es un disco de folk, es pop/rock contemporáneo.

¿Por qué os fuisteis a grabar a Nueva York si tenéis un estudio montado en Barcelona?
Sí, parece un poco raro el planteamiento. Nuestro estudio es más como un lugar de trabajo que uno de grabación profesional aunque se puede grabar en él, pero no tenemos ni el conocimiento ni las herramientas necesarias para hacer algo realmente potente allí. En nuestro estudio compusimos las canciones y medio-grabamos algunas cosas, pero luego queríamos trabajar con un productor y un ingeniero en un estudio de altura. Por eso contactamos con Chris Zane, nos fuimos a Nueva York y con él regrabamos las baterías, hicimos las guitarras, hicimos muchos sintetizadores, los bajos y todas las voces. Nos pasamos 22 días allí. Nuestro estudio no puede competir con el de Chris Zane, son dos cosas diferentes. El de Chris es un estudio grande, profesional y con muchos recursos.

¿Y qué ha aportado Chris al disco?
Si el disco suena tan bien es única y exclusivamente por Chris Zane. Fue una experiencia muy positiva, nunca habíamos trabajado en un estudio con un productor de cierto nivel. Hicimos todas las baterías de nuevo, las percusiones las metió él… hizo sonar el disco muy potente, muy grande, mucho más de lo que nos podíamos haber imaginado. A nivel de ideas teníamos una relación muy fluida y muy abierta, cuando le decíamos que no, nos respetaba mucho. Digamos que hemos coproducido el álbum.

Ha llegado a mis oídos que vais a dejar de editar con Mushroom Pillow. ¿Hay alguna razón para ello? ¿Hay gente dispuesta a firmar con vosotros?
No tenemos ninguna oferta y ahora mismo lo que más alegría nos da es poder componer música sin tener un contrato discográfico. Es la manera más libre y más tranquila sin componer y eso nos anima mucho a escribir canciones. Ya veremos cómo planteamos en el futuro los álbumes y cómo los editamos. Con Mushroom Pillow nosotros queríamos tirar hacia un lado y ellos querían tirar por otro, al final no hay lugares de encuentro y lo mejor es separar caminos.

Empezáis una gira en breve que os va a mantener ocupados hasta primeros de diciembre y vais a recorrer con ella gran parte de Europa y EEvUU. Pocas bandas españolas han hecho algo similar hasta ahora… ¿cómo os sentís ante semejante monstruosidad de gira?
Nos sentimos bastante animados. En el pasado todo venía un poco sobre la marcha, muy improvisado, y no sabías cuándo habías empezado a girar y cuándo habías acabado. Ahora los tiempos están mucho más controlados, sabemos cuándo empieza la gira y cuándo va a acabar. Así, te estresas menos, te puedes cansar en la carretera, pero el estrés de no saber ni dónde estás ni cuándo vas a acabar te lo ahorras.

Si Mushroom Pillow son capaces de organizaros una gira así, ¿por qué os queréis marchar?
Mushroom Pillow solo edita discos, no organiza giras. Nosotros tenemos una agencia de contratación americana, un agente de contratación europeo, nos llegan ofertas a nivel internacional que vienen ya sea de México o de Japón y eso se organiza luego con el manager y así funciona.

¿Cómo os quedáis cuando los medios extranjeros (Stereogum, etc.) consideran ‘Subiza’ como vuestro debut? Hasta donde yo llego, vuestro debut se llama ‘Silhouettes’ y data del 2001… ¿tan vagos son para no investigarlo o es así como queréis venderlo?
No sé por qué dicen eso, probablemente sea el primero que conocieron. Para mí el primer álbum que grabamos fue ‘Delorean’ en 2004 con Bcore, el anterior ahora con perspectiva lo veo más como una demo. Para mí el primer álbum es el de 2004, no creo que lo hayamos ocultado nunca. Lo que está claro es que en nuestra carrera hay dos bloques: por un lado el de Bcore y luego hubo una vuelta a empezar, un replanteamiento de las cosas con ‘Ayrton Senna’, que luego acabó con ‘Subiza’ y al ser ‘Subiza’ el primer álbum a nivel internacional, la gente igual se cree que es el debut.

Aunque lleváis años afincados en Barcelona, titular vuestro álbum ‘Apar’ (NdE: espuma en euskera) evidencia que no os habéis olvidado de vuestra tierra… ¿qué os da Barcelona que no os puede dar Euskadi?
Llevo diez años viviendo en Barcelona, es casi más primera que segunda casa. Nos gusta mucho esta ciudad, es relajada pero al mismo tiempo suceden muchas cosas. Además, tenemos el estudio aquí. Es un buen lugar para vivir bien. Euskadi es de donde venimos, pero estamos muy contentos en Barcelona.

¿Qué concepto representa la espuma en el disco?
Esto es curioso, porque primero teníamos las dos cruces de Oteiza y luego apareció la foto con la espuma. Queríamos buscar una palabra bonita en euskera que nos convenciera, para referenciar un poco de dónde venimos. En la foto de las cruces en el mar, la espuma simboliza la inconsistencia de muchas de las cosas que nos rodean y las cruces suponen el contrapunto, afirman un compromiso incondicional con el otro, es una doble cruz unida por una línea horizontal. Es una especie de doble juego.

La única fecha en España que tenéis en esta gira es en Donosti precisamente este fin de semana. ¿Cuándo volveréis?
Después de todo esto de otoño. Decidimos hacer lo internacional primero en otoño, más que nada porque en verano habíamos adelantado canciones en España, en festivales de verano. A comienzos del año que viene queremos presentar el disco en España como Dios manda, en las principales ciudades y hacer algo especial.

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