Cuando en marzo de 2011 Carlos López de Corazón envió un e-mail a info(k)jenesaispop.com a las 9.14 de la mañana para comunicar a la redacción que había empezado un proyecto en el que su madre de 70 años tocaba el piano y recitaba textos que había escrito él, honestamente pensé que era una broma o como mínimo una ida de olla. «Me ha descolocado, no me lo esperaba, aunque por otro lado, no sé de qué me extraño», le contestaba. «Es como desayunar chistorra y un carajillo», respondía él. Dos años después finalmente veía la luz una edición limitada de esta ‘Obra apócrifa’, que a la postre no ha resultado nada indigesta sino una de las obras perdidas más hermosas de 2013.
Lo es desde su mismo envoltorio. La portada y la contraportada, realizadas por Alfredo Rodríguez, son dos cianotipos a partir de una instantánea tomada en los años 60 de la madre Gloria Bernabéu, una mujer con un pequeño bagaje en el mundo musical, en el arte dramático y en la locución de radio desde los años 50; y otra de Carlos en los 90, mucho antes de que diera sus primeros pasos en los reivindicables Corazón. En el interior por un lado aparecen las letras, los créditos y un texto de Roberto Salas y por otro un díptico-póster de madre e hijo, realizado por José Manuel Hortelano-Pi. Todo ello por 12 euros en tiendas especializadas y con un sonido que no tiene nada que ver con el que ofrece Bandcamp.
Y lo es por supuesto por su contenido. Carlos, con una de las voces más bonitas del panorama actual (su compañero de grupo Fernando Quesada también participa a los coros, programaciones y guitarras), es perfecto para la versión de Tijeritas ‘Se tiene que ir‘ o para la de ‘Yo te diré’, pero es el cortante tono de su madre el que aporta un aire único e inquietante a estas grabaciones. Hay un fragmento de esta última canción en el que la escuchamos recitar mientras de fondo se oye probablemente la grabación original de Nani Fernández de esta habanera para la película de 1945 ‘Los últimos de Filipinas’. El resultado no sólo es singular sino increíblemente evocador en fondo y forma, digno de una tragicomedia de Almodóvar como mínimo.
Porque el humor de la cotidianidad no falta en este disco. «Sólo los imbéciles se enamoran, y eso hicimos nosotros, ¡el imbécil!» es el potente arranque de ‘La célebre serenata de dos besugos‘, una canción llena de tontos juegos de palabras que también consigue su dual objetivo de hacer reír y llorar. La misma línea siguen ‘El amante imaginario’ («tus ronquidos son para mí algo más que palabras») con cierto componente kitsch y -de nuevo- cinematográfico; ‘El amante del casiotone‘, interpretada por el traductor de Google; y la remezcla (o algo así) noventera de Single de ‘Problemas de temperamento’, que avanza el tema que aparece en la cara B y que contiene otra frase más para la historia: «nunca debiste sobrepasar el terreno marcado con orina / nunca debiste despertar en mí el instinto de jauría».
A pesar del desaliñado remix de ‘El amante imaginario’ de Lince que cierra el largo, no parece que estemos ante un EP con remezclas, sino más bien ante unas certeras ideas en torno al amor, la ira y la dependencia a las que se vuelve una y otra vez como mantras, forjando un concepto. Un disco inclasificable (ni spoken word, ni pop de cámara, ni indie, ni banda sonora, ni canción melodramática) pero apasionante, después del cual ya no sólo nos preguntamos cuándo vuelven Corazón sino cuándo vuelven löpez.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘La célebre serenata de dos besugos’, ‘Yo te diré’, ‘Se tiene que ir’, ‘Instinto de jauría’
Te gustará si te gustan: Klaus & Kinski, Almodóvar, ‘Marco’ y también un poco ‘Psicosis’
Escúchalo: en Bandcamp