Aún no recuperados de la pérdida de Enrique Morente, se nos ha ido el más grande maestro de la guitarra española de las últimas décadas. Paco de Lucía falleció la pasada noche con tan solo 66 años en México, país en el que pasaba largas temporadas, a causa de un ataque al corazón. Y así se fue el pilar fundamental sobre el que se ha construido el flamenco contemporáneo. A él se le debe en gran medida la difusión y popularidad internacional del flamenco, gracias a un personal e inigualable toque que partía de la escuela de pioneros como Sabicas y Niño Ricardo, guitarrista que formaba un dúo legendario con Manolo Caracol y al que precisamente emuló junto a otra leyenda, Camarón de la Isla, un trabajo plasmado en diez álbumes publicados entre 1968 y 1977 que constituyen el pilar fundamental del flamenco actual.
Pero el legado de Francisco Sánchez Gómez, nacido en Algeciras en 1947 en una familia que incentivó el arte flamenco en todos sus miembros (sus hermanos, el ya fallecido guitarrista Ramón de Algeciras y el cantaor Pepe de Lucía, fueron y son consumados intérpretes de este género, con los que compartió escenario en múltiples ocasiones), no se quedó ahí. En su amplia discografía, Paco de Lucía consolidó un estilo propio basado en la profusión de la rítmica y la armonía, insólito hasta su irrupción pero hoy algo básico para cualquier guitarrista flamenco, plasmado en temas tan ricos y evocadores como ‘Río Ancho’, ‘La Barrosa’, ‘Cepa Andaluza’ o la eterna rumba ‘Entre dos aguas’, su mayor éxito y sin duda lo primero que a muchos se nos viene a la cabeza cuando pensamos en flamenco.
De Lucía también traspasó fronteras por transgredir los límites del purismo jondo, fascinado por el jazz, el folclore sudamericano y africano (el cajón, elemento percusivo hoy ineludible, fue adoptado por el gaditano de la tradición peruana) o la música clásica. Sus encuentros musicales con artistas tan diversos como Chick Corea, Eric Clapton, John MacLaughlin y Al Di Meola (con los que formó un trío de gran éxito en los 80), Djavan y hasta Bryan Adams llevaron su popularidad a cada rincón del mundo, conduciéndole a descomunales giras mundiales con paradas obligadas en EEUU o Japón. Por fortuna, gozó de un gran reconocimiento en vida, que le llevó a ser nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz y Doctor honorífico por la Universidad de Berklee, a ganar un Grammy al mejor álbum latino (por su último álbum de estudio, ‘Cositas buenas’, de 2004), a ser nominado a un premio BAFTA por la banda sonora de ‘Carmen’, de Carlos Saura, y, por último, a ser galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, también en 2004. Paradójica y tristemente, uno de sus últimos trabajos fue ‘Seguirillas de la verdad’ en ‘Autorretrato‘, el disco que supuso el regreso discográfico de Estrella Morente tras la muerte de su padre.