Como en años anteriores recomendamos cinco autores gráficos para celebrar el Día de Cervantes, Shakespeare o Sant Jordi.
Jorge Zentner, Rubén Pellejero / Dieter Lumpen: Dieter Lumpen es un joven desarraigado, un personaje que sin buscar riesgo se ve envuelto en todo tipo de sucesos por distintos lugares del planeta desde que apareciera por primera vez en 1981 en la revista Cairo. El resto de episodios los encontrábamos en distintas publicaciones hasta su final en 1994. Ahora aparecen todas esas aventuras recopiladas, junto a una última no editada anteriormente, en Astiberri y en castellano. El prólogo de Tim Sale destaca cómo los guiones de Jorge Zentner, con una mezcla de extravagancia, aventura y romance, combinan perfectamente con los dibujos de Rubén Pellejero.
Con un parecido razonable con Corto Maltés y sin un oficio conocido -esa es la primera intriga que despierta-, Dieter podría ser un periodista o un detective privado que ejerce de chófer como tapadera. Pero además de las dosis de misterio, el mayor logro es la inclusión de protagonistas fascinantes -y en algún caso entrañables- en entornos tan distintos entre sí como la selva africana, los templos hindúes en medio de una espesa vegetación, una oscura trastienda turca o un palacio en venta en París. Dibujos que siempre huyen de la austeridad, fortalecidos por el color que fue apareciendo -en un principio eran en blanco y negro- a medida que el público de Dieter Lumpen fue aumentando.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: los finales de cada historia, sin necesidad de giros impresionantes. Las conquistas sentimentales de Dieter Lumpen, cómo empiezan y cómo terminan.
Lo peor: puede pasar desapercibida su calidad entre la avalancha de publicaciones sobre aventuras.
Olivier Schrauwen / Arsène Schrauwen: Salvando distancias, es fácil recordar, viendo de primeras el trabajo de Olivier Schrauwen, la estructura argumental de David Mazzucchelli en ‘Asterios Polyp‘ debido al uso tan solo de un par de tintas, o el rotulado en rojo y verde del más reciente ‘Alter y Walter o La Verdad Invisible‘ de Pep Brocal. Se logra un doble objetivo al limitar el uso a dos colores: por un lado se profundiza en una técnica que no se utiliza demasiado y por otro, se dispersa lo surrealista con un tono que resulta más natural de lo que aparenta. Esto, junto al juego de textos en las viñetas de ‘Arsène Schrauwen’, que a veces se salen o se muestran en curvas ascendentes o descendentes, y la candidez de los personajes, deja la sensación de que nada queda en un segundo plano, reclamando nuestra máxima atención en todo momento para no perder detalle.
Este tercer trabajo del belga Olivier Schrauwen relata los contratiempos del viaje que su abuelo emprende hacia playas calurosas en los años previos al fin del colonialismo belga. Olivier aprovecha ese acontecimiento familiar -que seguirá abordando en próximas entregas- para distanciarse de sus dos anteriores obras, en una maniobra inversamente proporcional a su antepasado, que cambió el presente por el futuro.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: la armonía entre los personajes y el entorno: la climatología es la responsable de un lugar en el que cualquier cosa puede suceder.
Lo peor: no es de fácil digestión ni para todos los públicos. Tiene menos de 60 páginas, pero puede atragantarse (o bien saber a poco).
Derf Backderf / Mi amigo Dahmer: Veinte años son los que Derf Backderf ha tardado en analizar y dar forma a la complicada historia de su amigo y compañero de clase Jeffrey Dahmer, más conocido como «El carnicero de Milwaukee», uno de los asesinos en serie más terroríficos de los Estados Unidos, no solo por los 17 crímenes que cometió, sino por las circunstancias y el modo de ejecución de todos ellos entre los años 1978 y 1991.
Dejando a un lado el morbo inevitable de una historia verídica, el sentimiento de culpabilidad que el autor despierta o la conexión con algún conocido cercano que es inevitable hacer… ¿quién no ha tenido en la adolescencia un compañero tímido y solitario, del que dejó de saber con el paso de los años, que podía haber acabado en los titulares de un informativo? Pero lo verdaderamente interesante de esta novela gráfica lo encontramos en las muchas preguntas que Backderf se hace sobre su amigo Dahmer. Su interrogatorio nos revela una visión, no solo de la mente del asesino, sino también de sí mismo, dando lugar de manera sorprendente a un retrato casi autobiográfico. El dibujo en blanco y negro, cercano al cómic underground norteamericano, se ajusta como un guante enriqueciendo el universo de estos jóvenes que viven en una ciudad pequeña de Ohio en los 70.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: la impresionante tarea de documentación e investigación. Cómo se detallan y justifican, al final del libro, cada uno de los actos de Jeffrey Dahmer que aparecen.
Lo peor: es muy posible que sea el último trabajo de Derf Backderf, lo va a tener duro para lograr una historia tan potente.
Michel Rabagliati / Paul en los Scouts: No es la primera vez que presenciamos las vivencias de Michel Rabagliati bajo el álter ego de Paul: estamos ante su sexta entrega, que coincide con el decimoquinto aniversario de la primera publicación. Si en la anterior aventura nos encontrábamos a un deslumbrante Paul frente a la pérdida de un ser querido, sin pasar por alto el conmovedor trabajo en ‘Paul se va de pesca‘, en esta última comprobamos cómo se recurre de nuevo a la inspiración de los inicios, y también a sus ingredientes fundamentales. Vuelven las cejas pobladas de su protagonista, pero también la influencia del tebeo franco-belga en cuanto a ilustraciones y el tono íntimo en el guión, combinando los problemas cotidianos con una ilusión contagiosa que en ‘Paul en los Scouts’ sigue en pie sin perder vigor.
El desafío esta ocasión ha sido volver mucho más atrás en el tiempo, hasta situarnos en torno a los 10 años de nuestro protagonista, colocándonos en la infancia más cercana al primer libro ‘Paul en el campo’, con el inconveniente de que podemos pensar que ya estaba todo contado sobre Paul en esos años. Pero una vez más Rabagliati alcanza una conmovedora intensidad emocional gracias a unos dibujos que ya son impecables, un ejercicio de memoria histórica que nos sitúa en Montreal en el año 1970, poniendo sobre la mesa la Liberación de Quebec, un problema político similar al de nuestro país actualmente. Cuando finalizamos esta entrega, se cierra un círculo de primeras experiencias que nos hace volver a la primera página para contemplar las ilustraciones de esta curvatura de cejas que ya empieza a hacer historia.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: para el que no conozca a Paul es el mejor momento para hacerlo. La opción de descubrir su autobiografía cronológicamente da mucha envidia. Estamos ante un personaje que consigue llevarnos a ese punto, entre la infancia y la adolescencia, que algunos vagamente conseguimos recordar.
Lo peor: que se confunda con otros trabajos de la saga de Michel Ribagliati. No gusta tanto como otras entregas, no por su nivel sino por lo mal acostumbrados que nos tiene el autor.
En la siguiente lista de canciones, ambientada en el Quebec de finales de los 60, encontramos muestras sobre todo del pop francófono que aparece en el libro.
Beto Hernández / Tiempo de canicas: Gilbert Hernández, también conocido como Beto, está considerado uno de los mejores narradores norteamericanos del cómic moderno, sobre todo por editar junto a sus hermanos Mario y Jaime la revista ‘Love & Rockets’, una publicación en donde vería la luz una de sus obras más admiradas: la saga ‘Palomar’. La revista comenzó su tirada en los primeros años 80 en un tiempo en el que los superhéroes volvían a recuperar fuerza y se abría camino una desconocida escena underground con nuevos bríos. Predominaban personajes femeninos complejos y muy consistentes, con una cultura de punk-rock como telón de fondo.
En ‘Tiempo de canicas’ encontramos un relato semiautobiográfico, en el que no es muy complicado reconocer al autor. Uno de los grandes alicientes es la muestra de un grupo de niños que viven su día a día sin adultos, pero los mayores no están tan visibles para el lector. Los protagonistas son una panda de críos -aunque algunos son mayores que otros- de los que conoceremos sus rutinas callejeras, casi siempre haciendo vida en la calle, desde un costumbrismo sencillo, con alguna muy oportuna viñeta muda o en silencio, pero siempre cargadas de sensaciones y bifurcaciones ocultas mientras comentan series de TV de los años 60, cambian cromos, juegan a las canicas, pelean o tontean con las chicas.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: estamos ante una cápsula concentrada del mejor Beto Hernández. La editorial ha incluido unos extras valiosísimos para conocer parte de la cultura televisiva de la América de los años 60.
Lo peor: puede parecer muy lineal al no haber capítulos y al transcurrir despreocupadamente. No haber respetado la portada original del autor, sustituida por otra más simplona.