‘El último verano de la Boyita’ (2009), ‘Relatos salvajes’ (2014), las películas de Lucrecia Martel (‘La niña santa’, ‘La mujer rubia’, ‘Zama’) y, ahora, ‘El Clan’. Los hermanos Almodóvar, a través de su productora El Deseo, llevan varios años demostrando su buen olfato para detectar talentos y proyectos interesantes (y exitosos, como los dos últimos) en el cine argentino. En el caso de ‘El Clan’, han apostado sobre seguro. Su director, Pablo Trapero (‘Leonera’, ‘Carancho’), es uno de los cineastas argentinos (y, ya puestos, mundiales) que mejor se mueven entre dos aguas: el cine de autor y el comercial. Un cineasta, como el propio Almodóvar, capaz de reventar taquillas (‘El Clan’ es, por ahora, la segunda película argentina más vista de la historia), competir en Cannes o Venecia (donde este año se llevó el premio al mejor director) y, quién sabe, estar nominado en los Oscar (es la candidata de Argentina).
Basándose en el caso de la familia Puccio, que conmocionó a la sociedad bonaerense a comienzos de los 80, Trapero consigue en ‘El Clan’ un equilibrio admirable entre la crónica de sucesos, el drama familiar, la intriga criminal y el relato histórico. Y lo hace partiendo de lo particular, de la relación entre un padre y un hijo, para llegar a lo general, al retrato de un momento clave en la historia de Argentina: la transición democrática iniciada en 1983. La tensión que se genera entre Arquímedes Puccio, miembro de la inteligencia del ejército durante la dictadura, y su hijo Alejandro, famoso jugador de rugby de la selección argentina, es el combustible dramático que alimenta la película para impulsarla hasta lograr una muy elocuente metáfora sobre el cambio político y social, sobre lo viejo (la dictadura de Videla) y lo nuevo (la socialdemocracia de Alfonsín).
Con un narrativa muy ágil y scorsesiana, llena de contrapuntos musicales (‘Sunny Afternoon’, de los Kinks, ‘Just a Gigolo’ de Louis Prima) y virtuosos (pero no exhibicionistas) planos-secuencia, el director consigue atrapar la atención del espectador desde el primer momento, desde esa fabulosa escena que se convirtió en el tráiler de la película. Quizá a ‘El Clan’ le falte algo de intensidad emocional, de capacidad para perturbar y perdurar en el recuerdo más allá de algunos golpes de efecto (atención al final) y de la fabulosa interpretación de Guillermo Francella (un nuevo caso de cómico bordando un papel dramático). Puede ser, pero ojalá todas las lecciones de historia fueran así: una lección de cine. 8.