«De mi infancia no me queda ningún recuerdo feliz», así comienza este descarnado y catártico ejercicio de auto-ficción que se ha convertido en uno de los éxitos sorpresa en Francia. El joven Édouard Louis (21 años cuando escribió el libro) nos cuenta su vida antes de llamarse Édouard Louis, antes de haberse escapado de su pueblo para vivir en París y antes de haber vendido más de 200.000 ejemplares con su debut. Édouard Louis nos cuenta su vida cuando se llamaba Eddy Bellegueule y era el «rarito» de su clase, un chico amanerado de un decadente pueblo industrial del norte de Francia donde leer y someterse a la disciplina escolar era cosa de afeminados, y donde solo había algo peor que ser marica: que se note.
¿»Era»? ¿»Había»? Si algo te enseña esta novela es a no utilizar el pasado gramatical tan alegremente para según que temas. El pueblo obrero que se describe en ‘Para acabar con Eddy Bellegueule’ (Salamandra), inculto, paupérrimo, machista, homófobo y profundamente violento, no pertenece a un país subdesarrollado ni a una época felizmente pasada. No. Es parte de la Francia liberal de hoy. Y una parte importante y numerosa. La que vota al Frente Nacional, se manifiesta en contra del matrimonio homosexual (La manif pour tous), cree que la lucha de clases es algo de obreros burgueses, transforma su frustración en odio hacia los inmigrantes y exhibe con orgullo su pobreza moral e intelectual.
Édouard Louis demuestra en su libro que sí, que se puede acabar con Eddy Bellegueule, que se puede romper con el determinismo social y familiar. Pero también muestra lo difícil que es y las profundas heridas que deja. Y es que, además de un grito contra la intolerancia, esta novela es también la crónica en primera persona de una humillación, la descripción del acoso y maltrato sistemático del que es víctima un adolescente por ser diferente. A través de una prosa clara y sencilla (que nadie busque mucha hondura literaria aquí) el autor consigue transmitir de forma muy eficaz tres aspectos de su vida: lo que le ocurrió, lo que sintió y los mecanismos psicológicos (a veces sorprendentes, como la protección de sus agresores) que le permitieron sobrellevar la situación. Un libro para leer en las escuelas aunque los que deberían leerlo nunca lo harán. 7,5.