Junior Boys / Big Black Coat

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Junior Boys / Big Black Coat

big black coatPosiblemente Jeremy Greenspan pase por ser uno de los talentos más injustamente ignorados de su generación. Con su imagen paradigmática de tipo normal, alejada de clichés de estrella del pop o la electrónica, y unas canciones que son demasiado tristes para bailarlas y demasiado bailables para llorarlas, el artista canadiense ha logrado, como él mismo reconocía, mantenerse más vigente como colaborador de la joven Jessy Lanza que por los méritos de su proyecto junto a Matt Didemus, Junior Boys. Pese a crear el que fue, para nosotros, uno de los discos cruciales de la anterior década, ‘So This Is Goodbye‘, sus sucesores ‘Begone Dull Care‘ e ‘It’s All True‘ resultaban lo suficientemente imperfectos en su conjunto como para diluir sus múltiples logros (el manejo de las texturas y los ambientes, su capacidad para encumbrar la balada como un género aún válido) y desfigurar el halo de héroes de la electrónica emocional que se ganaron con su álbum de 2006.

Tras seis años, Greenspan (el trabajo de Didemus es casi un featuring, puesto que este reside en Berlín y aquel en su Toronto natal) ha retomado su proyecto insignia para editar su quinto álbum, ‘Big Black Coat‘, en un nuevo sello, City Slang, tras abandonar Domino. Un disco en el que, dice, ha trabajado sin presión y ha hecho lo que ha querido. Y lo que le ha salido está a la altura de ser su trabajo más completo hasta la fecha. Los atinados referentes señalados en nota de prensa (la electrónica melódica y primigenia de Yellow Magic Orchestra, el funk seco de ESP, el house afilado y minimalista de Plastikman….) confluyen en un sonido que en nuestros auriculares parece suspendido en una bruma temporal tan retrospectiva como futura.

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Fantásticamente estructurado, ‘Big Black Coat’ fluye como un ente a lo largo de sus 49 minutos, trasladándonos a la época (los últimos años 70 y primeros 80) y el espacio (la noche en los bajos fondos del núcleo urbano de Toronto) que han inspirado estas canciones. Ese «gran abrigo negro», explica Greenspan, viene a simbolizar el cobijo para tipos que caminan solos en el invierno oscuro, personajes torturados emocionalmente, frustrados, que deambulan cabizbajos por clubs de mala muerte de ciudades industrializadas en decadencia. Greenspan y Didemus evocan ese escenario de forma pasmosamente fiel, gracias a unos ambientes que ejercen de hilo conductor del disco, ampliando la riqueza de su sonido con estupendas guitarras (el delicado puente de ‘Over It‘ es para ponerle un piso) y retorcidos sintes (el final de ‘C’mon Baby’ corta la respiración), cuya inspiración retro muestra conexiones con las fantasías de Oneohtrix Point Never.

Aunque si algo marca un nexo de unión en el álbum es la voz de un Greenspan que cada vez suena más convincente como electro-crooner, entonando líneas que, por más acarameladas que suenen, albergan constantes decepciones y cierta sordidez, como esos «mentiste y dijiste que serías mía, pero hicimos el amor y ahora estamos solos (…) y dices que yo soy el sucio» (en una ‘You Say That’ que parece puesta en voz de un acosador), «la noche se va y tienes miedo de irte a casa» (‘Over It’) o «solo quiero hacerlo en la oscuridad, ¿debería querer verte? Porque tengo el corazón roto» (‘What I Do For You’, que explora los límites emocionales de una relación esporádica).

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En contraposición a ese depresivo trasfondo, musicalmente el álbum está plagado de momentos hedonistas, por momentos eufóricos, que se aproximan al neo-R&B desde un punto de vista poco ortodoxo (‘Baby Give Up On It’, ‘Big Black Coat‘ -la canción-, el estribillo de ‘You Say That’ tras su galopante arranque tecno), deep house minimal (‘M&P’, ‘And It’s Forever’, la reinvención de ‘What You Won’t Do For Love‘ de Bobby Caldwell -¿no parece, por momentos, que vaya a arrancarse por ‘Can’t Take My Eyes Off You’?-) o el electropop trotón y romántico del inapelable single ‘Over It’. Sin duda se nota que, como el propio Jeremy nos contó, su voluntad ha sido la de hacer canciones lo más cercanas al pop posible, ajustando su duración, si bien es curioso que casi cada corte de ‘Big Black Coat’ pida a gritos un extended mix.

Al contrario de lo que ocurría en sus dos álbumes precedentes, una secuencia próxima a lo perfecto juega a favor del conjunto, logrando dotar a ‘Big Black Coat’ de un asombroso equilibrio entre esos momentos más agitados y bailables y unos medios tiempos o baladas que, aunque contados, vuelven a emerger como decisivos. Si ‘C’mon Baby’ suena gélida y desoladora como sólo Junior Boys saben, ‘No One’s Business’ resulta demoledora, con ese crescendo que cuando se interrumpe duele, mientras que ‘Baby Don’t Hurt Me’ tiene todas las hechuras de un clásico del soul blanco a lo ‘I’m Not In Love’ de 10CC. Cuando Greenspan parecía condenado a ser un secundario del mundo del pop como productor de otros artistas, ‘Big Black Coat’ ha demostrado que Junior Boys siguen ofreciéndonos mucho: antes, melancolía electrónica de dormitorio; ahora, sudorosos bailes en la oscuridad, con la mente sucia y el corazón dañado.

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Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘Over It’, ‘Baby Give Up On It’, ‘Baby Don’t Hurt Me’, ‘And It’s Forever’, ‘No One’s Business’
Te gustará si te gustan: Kindness, Chromatics, How To Dress Well.
Escúchalo: Spotify
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