Pau Vallvé es un inquieto artista todoterreno que lleva más de 10 años dando que hablar en el underground barcelonés. Miembro temporal de Standstill y compositor para bandas sonoras de cine y publicidad, Vallvé también ha sido músico para Maria Coma (junto a ella creó también el proyecto ü_ma) o Inspira, además de inventarse el álter-ego humorístico-musical Estanislao Verdet y, claro, publicar álbumes bajo su nombre propio. Este mismo año ha editado el ambicioso ‘Abisme cavall hivern primavera i tornar‘, un disco doble que da muestra de su versátil estilo compositivo, en el que lo mismo encontramos ecos del Elliott Smith más clásico que cierta tendencia a la épica bien entendida, combinado con estribillos certeros y letras extremadamente personales. Hace unos días hablábamos con él sobre este nuevo álbum, el cuarto ya de su carrera en solitario, de su particular manera de fabricar y distribuirlo (sólo los fabrica bajo pedido, de manera artesanal) y de su actual gira de presentación.
Antes de sus apariciones en festivales como Brunzit, Vida Festival y Cruïlla Barcelona, Pau Vallvé y su banda presentan ‘Abisme cavall hivern primavera i tornar’ en Reus (8 de abril, Lo Submarino), Manresa (21 de abril, El Sielu), Barcelona (27 de abril, Sala Apolo), Sabadell (12 de mayo, Festival Embassa’t) y Valencia (Festival Pops Marítims, con Rosalía & Refree, Anímic y Maria Arnal i Marcel Bagés).
Cuentas que en tus discos sueles explicar, con tus canciones, lo que te pasa entre uno y otro. Y que con ‘Abisme cavall hivern primavera i tornar’ has tenido que hacer un disco doble porque desde ‘Pels dies bons’ te han pasado tantas que reuniste más de 50. Dado que es una autoedición, ¿no se te pasó por la cabeza hacer tu propio ‘El Salmón’? Me refiero a que, dado que no tienes que contar con un sello para la edición y todo lo hace tú, ¿por qué limitarte a un disco doble? ¿Cuál fue el criterio de selección final?
Autoeditarte quiere decir pagártelo todo tú, así que eso ya de por sí es una limitación, al menos en mi caso que nunca tengo un duro. [Risas] En realidad yo siempre hago los discos de la misma manera. No me sé inventar historias sino que hago canciones de lo que me pasa. Voy grabando en el móvil todas las canciones que me van saliendo y allí las dejo hasta que me pongo a hacer disco. Siempre acaban siendo unas 50-60 ideas, pero como la vida en dos años (que es cada cuando suelo hacer disco) cambia relativamente poco, siempre me encuentro que esas 50-60 ideas hablan más o menos de un tema. Es por eso que normalmente lo puedo resumir y dejarlo en las típicas 12 canciones que forman el disco sin dejarme nada del relato personal y cronológico de esos dos años desde el disco anterior. Así que mis discos acaban siendo como fascículos documentales de mi vida. Pero esta vez al abrir la carpeta de grabaciones del móvil me di cuenta que mi vida en estos dos últimos años ha dado muchas más vueltas que de costumbre. Y me era imposible resumir todo el periplo en 12 canciones sin saltarme etapas. Así que no es que esta vez tuviera más canciones, ni que quisiera que fuera doble expresamente. Sencillamente, funcionando como siempre, ha tenido que ser doble para poder seguir con la idea de discos-fascículos.
«No es tan fácil como parece hacer una canción feliz sin que suene pegajosa, cursi y dé rabia»
¿Hay algún rasgo distintivo que te gustaría que fuera apreciado de este nuevo álbum en contraste con los anteriores?
Antes de hacer este disco me di cuenta de que solamente cogía la guitarra cuando la necesitaba, cuando tenía un bajón. Y cuando estaba bien, lo último que me apetecía hacer era sentarme, ponerme reflexivo y contar con una guitarra lo que me estaba pasando. Vi que había una diferencia abismal entre la imagen que tiene de mí la gente que me conoce (que soy más bien alguien que siempre está de broma, riendo, haciendo chistes, etc.) y la imagen que doy con mi discografía. Y claro, si uno tiene 12 momentos malos en 2 años son muy pocos, pero son 12 canciones, un disco. Así que decidí que esta vez quería también ponerme a componer en los momentos buenos, de subidón, de placidez, etcétera. ¡Y no es tan fácil como parece hacer una canción feliz sin que suene pegajosa, cursi y dé rabia! [Risas] Pero hay unas cuantas canciones felices en el disco, así que en parte creo que lo he conseguido.
A día de hoy, ¿qué has aprendido de ti después de acabar el disco? Mi impresión es que ‘Abisme…’ es más eufórico, más de altibajos, mientras que ‘Primavera…’ es más taciturno, más melancólico…
Como no he modificado el orden en que fueron escritas las canciones, para que fuera realmente documental y siguiera el hilo del viaje de estos dos años, supongo que los colores anímicos de los discos reflejan eso. Para mí la gran diferencia entre los dos discos, aunque los dos tengan momentos alegres y momentos de bajón, es que el primer disco es más derrotista, más pesimista, y el segundo más de tirar para adelante pese a las adversidades. Pero la gracia es que cada uno lo vea como quiera y se lo pueda hacer suyo.
Muchas de estas canciones albergan a menudo esa dualidad, esas subidas y bajadas, en sus mismas letras: a veces te muestras muy feliz por lo que tienes, pero, a la vez, estás jodido por no haberlo tenido antes, por haber tenido que esperar para disfrutarlo. ¿Quizá era por esto que el álbum tenía que ser doble, tener dos “caras”?
Bueno, esto es lo que te comenté antes, que para seguir el hilo documentalista de estos dos años han tenido que ser 22 canciones si no quería saltarme ninguna etapa.
«[Los referentes musicales] son parte de lo que somos, igual que nuestros orígenes, nuestra familia y nuestros recuerdos»
Desde la primera escucha, me sorprendió mucho ‘Diguem blat!’, un vals que recuerda a aquellos maravillosos que solía hacer Elliott Smith. ¿Se trata de un homenaje involuntario?
Supongo que es imposible que no se nos desprendan los referentes. Nos pasa a todos, en mi caso no me molesta en absoluto. Son parte de lo que somos, igual que nuestros orígenes, nuestra familia y nuestros recuerdos. Por lo tanto ya me parece bien que esa parte de quien somos encuentre su sitio en lo que hacemos. Igual que los Beatles lo hacen en la obra de Elliott Smith. Es bonito.
También hay un poderoso uso de la épica, a veces desbocada en los arreglos de canciones como ‘O només sóc jo?’, ‘En un somni estrany’ o ‘Jo i la il·lusió’. ¿Has tenido que contenerte a veces? ¿Ya has pensado cómo lo trasladarás al directo?
Sí, soy un poco épico-dramático, supongo que es la herencia del post-rock y el rock depresivo de los 90 en los que estuve inmerso en esa época. La gira ya ha empezado y con la nueva banda está siendo muy flipante. Es una pasada poder llegar a esos sitios ¡e incluso más arriba en directo!
Has trabajado mucho tiempo en bandas sonoras y publicidad. ¿En qué te ha ayudado todo ese mundo para escribir canciones pop rock?
Mucha gente me comenta que nota que la música de mis canciones siempre va acorde con la letra. Supongo que eso viene de allí. Poner música a una escena de cine se parece a musicar una letra. Siempre me ha parecido rarísimo que la gente pueda hacer discos donde la música y la letra vayan por separado.
«Curiosamente, al dejar de funcionar como siempre nos habían dicho que se tenía que hacer, empecé a vivir de esto»
A cada paso que das te vuelves más y más espartano en cuanto a la forma de publicar tus discos. Ahora has pasado de la autoedición a ni siquiera tener un sello propiamente dicho y a la no-distribución. ¿Cómo está siendo este proceso y cuáles son tus motivaciones para llegar a este punto? ¿Tan desencantado estás con la industria independiente?
Después de 13 discos funcionando como siempre me habían dicho que se tenía que hacer (con discográfica, editor, promotor, manager, distribuidor, etcétera), perdiendo mucho dinero y tiempo, decidí que algo tenía que cambiar. Y como hago una música que no es para todos los públicos y encima la canto en un idioma que no tiene mucho público, vi que tenía tres opciones reales: 1. Dejarlo, cosa que no era una opción real, porque esto es lo único que soy. 2. Hacer una música más fácil para la gente para que la cosa fuera más rentable o incluso cambiar de idioma. Pero este proyecto es mi espacio de libertad, de ser quien soy y hacer las cosas como me apetece hacerlas. Cuando hago bandas sonoras para cine o para publicidad ya hago lo que me dicen. Así que eso tampoco era una opción. O sea que me quedaba una única opción. 3. Reducir intermediarios y costes. Desde hace dos discos decidí auto-gestionarme el proyecto, auto-editándome los discos, llevándome toda la gestión del proyecto, dirigiendo las giras, la prensa, haciendo los videoclips, la web, la contabilidad, las redes, la promoción, etc. Y curiosamente, al dejar de funcionar como siempre nos habían dicho que se tenía que hacer, empecé a vivir de esto.
Paradójicamente, y haciéndolo todo tú también, con ‘Pels dies bons’ lograste dar 90 conciertos. ¿Cómo se consigue eso? ¿Y cuáles son tus perspectivas en ese sentido con respecto a ‘Abisme cavall hivern primavera i tornar’?
Se consigue con trabajo, trabajo y trabajo. Después de 15 discos si algo he aprendido es que esto aparte de un talento es un oficio. Los panaderos hacen pan cada día, los profesores van cada día al colegio, ¿por qué los músicos deberíamos trabajar solamente los fines de semana cuando tenemos concierto? Yo trabajo cada día, de 10h a 19h, hay que estar en todo: web, redes, promoción, contabilidad, planificación, estrategias, ideas nuevas para la gira, ensayos, nuevas canciones, videoclips y después los fines de semana conciertos. Y hacer las cosas con cariño. No solamente las artísticas, también las logísticas. Al final se nota y todo vuelve.