Lidia Damunt: «Si un medio quiere dar visibilidad a la música de las mujeres, tiene que sacar y dar importancia a las mujeres normalmente»

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Lidia Damunt: «Si un medio quiere dar visibilidad a la música de las mujeres, tiene que sacar y dar importancia a las mujeres normalmente»

lidiadamunt-fullLidia Damunt publicó a finales del año pasado ‘Telepatía’, un discazo (en contenido, que no en duración) que Austrohúngaro acaba de editar en un estupendo vinilo de 10 pulgadas. Coincidiendo con el lanzamiento, Lidia realizaba por España. A su paso por Barcelona, quedamos en la sala BeGood. Las entradas se agotaron, había muchísimas ganas de volverla a ver.
Tras la prueba de sonido, una risueña Lidia trata de atenderme… justo cuando Carlos Ballesteros de Hidrogenesse empieza a hacer pruebas para su posterior sesión de DJ. Lidia Damunt actúa el miércoles 3 de mayo en Murcia como parte del WAM, festival por el que pasará gente como Future Islands, Orbital, Fangoria, Shura o Lori Meyers. El 30 de junio actúa en Vida Festival.

Cuando me estaba documentando para la entrevista, me encontré una que te hizo Kiko Amat. Y te leo diciendo: “no me gusta que me pregunten sobre el nuevo disco, no me gusta que me pregunten sobre el machismo”. ¡Básicamente pensaba enfocar la entrevista sobre estos dos temas!
No, ¡puedes preguntar sobre eso y sobre el machismo, que no pasa nada! Esa entrevista fue en 2014. ¿Sabes qué pasa? Que ahí saqué ‘Gramola’, estaba un poco harta porque sentía como que siempre querían que dijera…

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[Pero comienza a retumbar el ‘Torch’ de Soft Cell y es imposible escucharnos, así que nos refugiamos en el camerino… por llamarlo de alguna forma. En realidad es un pasillo lóbrego con una mesa, sillas y cajas de refrescos. Parece que nos acaben de castigar. Lidia prosigue:]

A lo mejor venía un periodista que opinaba que el indie y la música anglosajona eran una mierda, que lo que molaba era la música latina y, como yo había escogido a muchas artistas latinas para hacer las versiones de ‘Gramola’, me daba la sensación de que me entrevistaban con una agenda concreta, para que yo dijera lo que pensaba el entrevistador.

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Y luego el tema de la mujer y la música. De lo que me quejo es que a veces han contactado conmigo periodistas que nunca me entrevistan ni me escriben para nada pero, de repente, están haciendo un reportaje con tres o cuatro grupos de chicas para hablar de la poca presencia femenina en los festivales, y me escriben para que dé mi opinión. Bueno, ¡pues escríbeme cuando saque un disco también! Que yo doy mi opinión, pero a veces me molesta porque, aunque tienen buena intención y quieren hablar de feminismo e igualdad… ¡lo hacen mal! Creo que si un medio quiere realmente dar visibilidad a la música de las mujeres, tiene que sacar y dar importancia a las mujeres normalmente.

«Si un medio quiere realmente dar visibilidad a la música de las mujeres, tiene que sacar y dar importancia a las mujeres normalmente»

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En discos anteriores las canciones eran más bien narraciones, cuentos. ‘Telepatía’ tiene un tono más confesional, autobiográfico.
Sí. Anteriormente, aunque quisiera contar algo de mí, utilizaba metáforas y un formato un poco literario. Quizás aquí es que me he encontrado un poco más: “¡AGH!”. Arrebatada. Ha pasado mucho tiempo desde los primeros discos y quizás mi manera de expresarme es más directa. También es cierto que, cada vez, hago letras más cortas, porque antes me molaba explicar algo muy largo y ahora no. Soy más directa y voy al grano.

Ay, eso me sucede cuando escucho ‘Bolleras como tú’, que siempre pienso que va a continuar y se acaba ahí.
Sí, porque pienso que ya he resumido todo en eso. Como que entonces ya no quiero contar más.

También es un álbum más desnudo. Las canciones están llevadas a la esencia. Te leí que habías vuelto al kit de “Mujer orquesta”. ¿Esto te surgió de repente, sobre la marcha, o es algo que llevas pensado mucho tiempo?
Como siempre soy yo sola quien lo hago todo, no tengo un grupo, pues siempre es así. Es verdad que a veces vas a grabar un disco y dices: “bueno, pues para esto voy a coger una banda”. Pero para este disco quise realmente hacerlo así porque me apetecía que en directo fuera así. No voy a poner millones de arreglos ni voy a coger una banda, si luego quiero tocar sola. Yo vivo en Suecia, no puedo tener una banda por motivos prácticos y… bueno, es que, en el fondo, a mí me gusta ir sola por ahí con la guitarra. No lo veo como un formato B: “como no puede tener una banda, va sola”. Mi música es así. Yo soy así. Yo toco con mi guitarra, me mola hacer cosas con la pandereta… No tiene sentido que cogiera una banda. A quien le interese que venga, y a quien no, que se quede en su casa.

Volviendo a lo autobiográfico, hay canciones con las que me siento identificada, no tanto porque haya vivido situaciones parecidas, sino por la actitud que reflejas. Por ejemplo, cuando eres una pipiola, ir detrás de alguien que simplemente juega contigo, como en ‘Bolleras como tú’. O la adolescencia y sus amistades furibundas en ‘Cambiábamos la historia’.
Sí, las dos cosas son como muy atrás en el tiempo. ‘Cambiábamos la historia’ es de una amiga que tenía en la universidad hace millones de años. Y lo que dice la canción: pasa el tiempo, te sientes más mayor y te preguntas: “jo, ¿qué sería de esa persona?”. Y piensas en eso con nostalgia -que es un poco rollo, yo no quiero ser nostálgica-. Pero ves que hacíamos cosas chulas, muy locas. Íbamos a filología inglesa las dos, estábamos leyendo ‘La letra escarlata’, y nos hacíamos una película en que yo llevaba la letra, la ‘A’ de adúltera -que en inglés era otra letra-. Hacíamos unas paridas ahí… como lo de doblar las películas. Y dices “joder, qué guay era eso”. Pero eso se va. En la vida hay a veces cosas chulas, pero se van. Y creo que también hay que dejarlas ir. Como en ‘Quién puede arreglar’; a veces no puedes retener las cosas, hay que dejarlas pasar y ya está. Te queda el recuerdo y eso será bueno para algo. La de ‘Bolleras’ es la típica cosa, que nunca ahí llegaste a concretar. Parece que sí… hubo ahí un… pero… Y pasan un montón de años y lo miras casi con cariño, te dices: “qué tonta era yo también, las cosas que hacía. Ah, ¿de quién sería la culpa? ¿De ella? ¿De mí?“. Bueno, supongo que es algo de ser mayor. Me acordé de eso y pensé en hacer la canción porque me apetecía.

Sobre ‘Mi guitarra’; después de haber publicado la crítica de ‘Telepatía’, leí en una entrevista de MondoSonoro que la canción iba sobre tu padre, que estaba ingresado, y entonces me encajó la letra…
Es verdad que es una letra un poco críptica para alguien que no sabe de qué va el tema. Pero sí, era eso, ese desespero de estar ahí, porque él estaba en la UCI, en sueño inducido, sedado. Estuvo sedado mogollón de días y al final murió. Le dejaron morir porque ya no despertaba. Y esa especie de espera, de estar ahí… Todos los días iba a verle. Lo de “mi guitarra es una máquina de matar el tiempo” es esa sensación de que no puedes hacer nada. Pero también te vienen a la cabeza esas cosas de tu familia: “¡tú, estás con la guitarra, perdiendo el tiempo, matando el tiempo!”. Y no sé, se te junta en la cabeza todo: tu padre que se está muriendo, que eres un fracaso, que tu guitarra mata el tiempo pero que no concretas nada en la vida… Entonces juntas todo ahí y sale la canción. La verdad es que esa canción la hice en 2014, que fue cuando mi padre se murió. La tenía ahí guardada.

Hello Cuca no erais tanto feministas en el discurso, como en la actitud y manera de hacer las cosas. Por eso sorprende una canción tan directa como ‘La caja’. Es la primera canción protesta que escribes, ¿no?
Sí, es que me apetecía hacer una canción así, de posicionarme en un tema político. Pero para mí ‘Telepatía’ también es un disco diferente. Personalmente, siento que estoy diferente, me siento diferente y he hecho cosas que no he hecho antes. Por ejemplo, en ‘La caja’ quería expresar mi opinión. Sé que dentro del feminismo la mitad no está de acuerdo conmigo, pero tenía esa necesidad de hacerlo y quería hacer una canción muy explícita, muy “in your face”: ¡pum! Que a mucha gente no le va a gustar nada, pero me apetecía hacer algo así.

¿Cómo que dentro del feminismo hay mucha gente que no está de acuerdo contigo?
Sí. Dentro del feminismo hay personas que están en contra de la prostitución, que piensa que el abolicionismo es lo mejor. Y otra gente que piensa que no, que tiene que legalizarse. Mi posición es el abolicionismo y quería manifestarlo así. La canción es contra el patriarcado, pero se apoya en decir que la prostitución ayuda al patriarcado. Si no estuviera, mejor.

Es un debate complicado…
¡No sé si JENESAISPOP está interesado en hablar de todo esto! (risas) Que la música para mí también es entretenimiento, ¿eh? A mí me encanta la música, pero no pienso en que en mi música tengo que decir esto o lo otro. Para mí la música es diversión y entretenimiento, es mi principal cosa en la vida.

También hubo una polémica sobre esto, sobre la falta de implicación política en la música indie cuando Lenore sacó su libro
Ay, yo paso de esos rollos. Yo considero que estoy dentro de lo “indie”, sería absurdo decir otra cosa. ¿Es que sólo se puede bailar cumbia y reggaeton, porque el indie tiene raíz anglosajona? Es que no tiene sentido. Bueno, no sé… ¡esto es un tema, también!

«Como (en Skällinge) no hay gente en la calle, no hay nadie, vivía un aislamiento que… al final quería hacer canciones. Necesitaba escribir, tocar la guitarra»

Y volviendo de nuevo al disco, lo escribiste en Skällinge (aka Hellinge), un pueblo de Suecia prácticamente despoblado. ¿Qué hacías allí? Vives en Malmö, ¿no?
¡Noo! ¡Ya no! Malmö está en la provincia de Escania, y yo ya no vivo en Escania, yo vivo en Halland, otra provincia de Suecia. Mi mujer es sueca; por motivos familiares y de trabajo nos mudamos a Hellinge hace un año y medio o más. Y eso es el campo, un sitio en el que apenas hay 900 habitantes desperdigados. Allí he ido mucho en bici, por eso hice la canción de la bici (‘Rueda conmigo’) y he tenido unas sensaciones diferentes por estar ahí. Básicamente, me dedico a la música y a mis hijas. Yo no trabajo. A veces he trabajado ocasionalmente, pero normalmente estoy en la casa. Claro, estar ahí en un casoplón en medio del campo… ¡es que te vuelves loca! Me ha afectado mucho para hacer este disco, vivir ahí.

¿Te has metido muy hacia dentro?
¡No! ¡Al revés! Como no hay gente en la calle, no hay nadie, vivía un aislamiento que… al final quería hacer canciones. Necesitaba escribir, tocar la guitarra. Al principio era como “¿qué hago aquí?”. Me vino bien para la creatividad. En Malmö estaba muy entretenida con Arre Arre, un grupo que tenía en que tocaba la guitarra. Y al ir a un sitio en el que no hay nada, me recordó un poco a cuando yo era pequeña, que vivía en La Manga y hacía fanzines, cosas, me carteaba con un montón de gente, tenía pen-pals… ¡y era porque no había nada tampoco! Y quería crear algo. Estar en el campo sueco me ha hecho un poco “déjà-vu” de cuando era pequeña, así que, por este lado, ha sido positivo.

Está la teoría de que el aburrimiento genera creatividad.
Yo a mis hijas –tengo dos niñas pequeñas- les dejo que se aburran (risas) y empiezan a inventarse movidas y juegos. Es verdad, ¡el aburrimiento es importante!

También leí que lo que te salvó fue escuchar mucho pop comercial, sobre todo Sia. Sia pasó de cantautora indie a estrella pop. ¿Te has planteado hacer un cambio así? ¿O escribir para terceros?
No me lo he planteado. A ver, si me preguntan: “¿te hubiera gustado ser una Sia?”. Ay, qué guay… pues sí, me hubiera encantado, con un piano, las canciones… Pero no me veo haciendo música para otras personas. Y además, teniendo a mi familia y a mis hijas, pues tampoco tengo tanto tiempo.
El pop… a Sia la he escuchado mogollón, de forma obsesiva. Porque estando en un sitio sin estímulos, buscaba música súper… siempre me ha gustado el pop comercial, la verdad. Nunca había hablado antes de eso. Pero estando en el campo, es cierto que sólo quería oír esas cosas: que si Sia, que si Rihanna, que si lo nuevo de Beyoncé… Eso me daba como mucha más vidilla que otras cosas. Canciones con millones de arreglos, de melodías… Me apetecía eso.

«Estando en el campo, es cierto que sólo quería oír pop comercial: que si Sia, que si Rihanna, que si lo nuevo de Beyoncé… Eso me daba como mucha más vidilla que otras cosas»

Ya pasa, que tienes esa época adolescente (y postadolescente) en que eres un poco snob y tratas de distinguirte. Luego creces y reconoces que te gustan cosas de las que antes renegabas…
A mí siempre me ha gustado el pop comercial. Otra cosa es luego decirlo (risas). De verdad, cuando eres más pequeña y quieres desmarcarte, empiezas: “No, ¡esto no! ¡Sólo Riot Grrrls! ¡Sólo Bikini Kill” (risas)

¿Y cómo manejas tu carrera desde Suecia? Imagino que el grueso de público y conciertos lo tendrás aquí…
Yo tengo claro que mi cosa es venir aquí. ¿Que cómo lo hago? Pues es organizarlo. Además, con Austrohúngaro sacando el vinilo y La Castanya organizando los conciertos, yo creo que bastante bien. Es venir, tocar, volver a irme… Hoy en día tampoco cuesta tanto ir en avión. Pues nada: ir y venir; las niñas van a la guardería más horas, las pobres, y ya está.

¿Y te echan de menos?
Hombre, se ponen contentas cuando vuelvo, claro. De todas formas, no creo que estén ahí llorando. Y tienen dos mamás que están encima todo el rato. ¡Yo soy la que lo pasa mal! A las niñas les importa un pimiento, mientras estén bien. Ahora voy a estar unos días por España. Dentro de una semana estaré fatal: “Oh, ¡mis niñas!” (risas). Y cuando llegue, mis niñas dirán: “Hola, ¿qué tal?”. Y se pondrán a jugar a otra cosa…

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