La cantaora Rocío Márquez comenzó a ser popular cuando ganó, en 2008, la prestigiosa Lámpara Minera que entrega el Festival de Cante de Las Minas, en La Unión (Murcia). Un premio otorgado por un jurado muy exigente que tiene fama de ser bastante conservador y al que gusta, sobre todo, el dominio de los cantes antiguos. Márquez, sin duda, es exquisita en los palos más tradicionales. Curiosamente, la carrera posterior de esta joven onubense ha sido de todo menos ortodoxa, aunque lo pareciera. Sí lo era, en buena medida, ‘Claridad’, su debut, pero en ‘El Niño’, un homenaje a la figura de su admirado Pepe Marchena, alternaba una parte clásica con otra más imaginativa. En ella contaba con la producción osada e iconoclasta de Raül Fernández Refree y colaboraciones del siempre retador Niño de Elche o el batería Oriol Roca.
Ahora, con ‘Firmamento’, su salto hacia los territorios poco seguros de la imaginación y la audacia es total. De nuevo ha confiado en Refree para materializar un proyecto que tuvo su origen cuando, en 2014, recibió el encargo de crear un espectáculo junto al trío de jazz Proyecto Lorca, recuperando desde un punto de vista contemporáneo los cantes populares que tanto gustaban a Federico García Lorca y que registró con la voz de su amiga, La Argentinita. Aquel concierto tan especial, del que da testimonio este disco en la Suite en tres partes que lo cierra y que se registró entonces, abrió todo un campo de posibilidades a Márquez y decidió seguir explorándolo en ‘Firmamento’.
Así, estamos ante una obra en la que se acometen bulerías, fandangos de Huelva, milongas, bamberas, alegrías, seguiriyas y caracoles pero desde una perspectiva cubista, esquiva, dejando que un jazz libre y sin convenciones. El piano, delicado y excéntrico a la vez, de Dani B. Marente, el particularmente fascinante saxo de Juan Jiménez y las imaginativas percusiones de Antonio Moreno conforman un maravilloso tejido en el que Márquez emerge como una auténtica amazona, que deslumbra, rompe, arrulla y abruma desde la primera a la última nota, plena de precisión y sentimiento.
Puede que esta descripción suene demasiado sesuda y hasta coñazo si no se ha escuchado nada del disco. Si es así, probaré de otra forma: ‘Firmamento’ es, sobre y por encima de todo, canción pop, de popular. Canciones que uno cree haber escuchado antes (en varios casos, no es solo una impresión: es así) en voz de algún abuelo, madre, tía, o padre que haya ejercido de transmisor del folclore popular de una España que parece muy lejana pero que, en realidad, sigue a la vuelta del tiempo.
Rocío cataliza esa fascinación del poeta granadino por elevar a la categoría de arte las canciones que la gente cantaba en el campo, patios, festejos o plazas, y la revive con las herramientas que antecesores como Enrique Morente o Camarón de la Isla empleaban: la valentía de acercarse a nuevos lenguajes expresivos manteniendo el respeto y el espíritu didáctico. Resulta en verdad difícil trasladar a palabras cómo Márquez y Proyecto Lorca integran aquí teatralidad, folclore, copla, jazz y canción popular, pero su materialización sonora lo hace fácil. Pese a que las primeras escuchas son un constante arquear de cejas, todo resulta coherente, genuino y memorable de forma instantánea.
Y es que me atrevo a decir que nadie que se preste a escuchar las 11 canciones de este álbum (la Suite es un complemento maravilloso como testimonio del origen de ‘Firmamento’, pero funciona de manera distinta) saldrá indemne de los estribillos (sí, sí, estribillos) deslumbrantes de ‘El primer rayo de luz’ (una canción que Rocío escribió en su infancia), las bulerías de velado corte político ‘Alegrías y pesares’ o el inesperado giro hacia la tradición astur que da un vuelco a la minera ‘Tierra y centro’. Ni podrá olvidar fácilmente el singular enfoque ecologista (que pone el foco sobre los terribles efectos del Polo Químico de Huelva) de la iconoclasta y mutante ‘Son flúor tus ojos’ (firmada por la poeta madrileña María Salgado), o dejar de estremecerse con la poética, aterradora historia de ‘Almendrita’ (escrita, por cierto, por Christina Rosenvinge), o ensimismarse en las palabras que cierran la abismal seguiriya ‘Firmamento’: “lo peor de la condena es cogerle el gusto a las cadenas”.
‘Firmamento’ está, también cargado de simbología. Aunque contiene varios fragmentos de letras populares, es un disco de decidido carácter femenino: además de las cinco canciones compuestas por ella misma (maravillosa la autoafirmación de feminismo y juventud en la sinuosa milonga ‘Gritos sordos’) y los préstamos del cancionero popular o la obra de Santa Teresa de Jesús en ‘Destierros’, prácticamente todas las letras son encargos específicos a otras mujeres: además de las citadas Garrido y Rosenvinge, la recientemente fallecida Isabel Escudero entregó también a Márquez las letras de la citada ‘Firmamento’ y ‘Si yo me duelo’, convertida en unos magníficos caracoles con marcado carácter social. La intervención de todos estos elementos, en todo caso, son herramientas en manos de una Rocío Márquez que ejerce de maestra de ceremonias y se alza majestuosa sobre todos ellos, con una voz que suena antigua y renovadora, inaccesible y cálida. Una obra valiente que confirma que el flamenco la canción popular tiene una nueva heroína a la que aferrarse.
Rocío Márquez presenta ‘Firmamento’ el día 22 de junio en Madrid, en El Pavón Teatro Kamikaze, dentro del ciclo Suma Flamenca.
Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Alegrías y pesares’, ‘Son flúor tus ojos’, ‘Almendrita’, ‘Firmamento’, ‘La primera luz del día’, ‘Gritos sordos’
Te gustará si te gustan: Rosalía, Niño de Elche, Sílvia Pérez Cruz
Escúchalo: Spotify