Dennis bee-doo, I’m in love with you

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Dennis bee-doo, I’m in love with you

denniscooper.jpgDetrás de este flequillo de tolai se esconde un auténtico cerdo de la literatura universal. Digo «cerdo» no en plan despectivo, sino porque sus libros, entre p*edofilias, n*ecrofilias, c*oprofagias y otras cosas que sin el conveniente asterisco nos provocarían comentarios más desagradables que los que solía haber hace unos años en spanishpop.net, día sí, día también, son una auténtica guarrería. «Tufo», «esperma» y «mierda» son sus palabras favoritas, o sea que poco que ver con el cristalino estribillo de Blondie que hoy nos da título.

Dennis Cooper se equivoca cuando dice en las entrevistas que no cree que nadie se atreva a leer sus novelas en el metro, porque yo acabo de devorar 3. Lo que no tengo muy claro es si los he leído porque me gusta (la generación X me pilló en una edad muy mala), porque soy una mala persona (tampoco es que escriba de maravilla), porque a todos nos gusta conocer las prácticas sexuales que se llevan a cabo en el mundo (aunque no sean muy de nuestro agrado precisamente), porque hay muy pocas novelas que citen a My Bloody Valentine, Sonic Youth o Jesus and Mary Chain, porque Nacho Vegas ha escrito el prólogo de pocos libros (como fue el caso de ‘Guía’) o porque no hay tantos gays en Estados Unidos ni en ningún sitio que compren y adoren estos discos.

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‘Un cabo suelto’, aunque fue publicada en inglés antes de ‘Elephant’, bebe directamente de los asesinatos en el instituto de Columbine en 1999 como ella, y al leerla es imposible disociarla de la historia reflejada por Gus Van Sant. Recién publicada en castellano, nos muestra a unos protagonistas fascinados por Eric Harris y Dylan Klebold, los dos asesinos del instituto, que incapaces de aceptarse a sí mismos o de aceptar la realidad que les rodea, llena de violencia, neo-nazismo, homosexualidad, alcohol, drogas y psicólogos, terminan rebelándose contra el medio.

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Es entretenida, pero tan abstracta, imprecisa y plagada de diálogos tan torpes y vacíos, eso sí, como las vidas de Larry, Jim o Gillan, que no deja mucho espacio para el lucimiento de Dennis Cooper. Los mejores (lo de «mejor» es un decir) momentos de Dennis Cooper los hemos conocido en las nauseabundas justificaciones pedófilas de ‘Tentativa’ o en el voyeurismo transformado en pota de ‘Contacto’.

De todas formas, hoy en día, en un mundo en el que decir palabrotas y guarrerías ya no sirve como provocación, Dennis Cooper sigue estremeciendo, resultando insultante, indignante, creando dolores insoportables de brazos (no he leído sobre tanto consumo de caballo en mi vida) y cuerpo en general. No puedo decir que sea uno de mis escritores favoritos, pero tampoco puedo decir que ni literaria ni moralmente me haya dejado precisamente indiferente.

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