No es la primera vez que hablamos de esta mujer ni será la última, porque hay que ver el juego que nos dará Morralla Carey. Yo ya la he visto haciendo todo tipo de ridículos envuelta en millones de mariposas de strass y brillantes, paseando a su perrito por NY enfundada en un minivestido amarillo pollo que no le permitía más movimiento que subir sus cejas llenas de botox… y así un largo etcétera. Pues la semana pasada la joven y siempre bella Mariah nos sorprendió en una entrega de premios con un modelito muy adecuado para su edad, su talla y su vida en general.
El fucsia, ese color que favorece a cualquiera y más cuando se superan con creces los treinta años, es el tono elegido por la diva para vestirse en este acontecimiento en el que ese exige un mínimo de etiqueta. Fucsia pero fucsia-fucsia, nada de rosa palo o rosado o granate. Por lo menos Mariah nos ha librado de toda la producción de prendas de este color ya han debido de necesitar toda la tela que había en el mundo para hacer este vestido, ya que encima es bien largo. Claro, que lo lleva ajustado hasta cortarle la respiración para no dejar a la imaginación de nadie ninguna de sus sinuosas curvas. ¿Para qué insinuar, pudiendo enseñar? Si es que las mujeres de hoy día no sabemos seducir.
Por suerte, Mariah sólo lleva en la mano el sobre con el nombre del ganador, porque si no nos regalaría la vista con algún bolso lleno de glitters varios o cualquier elemento brillante. Mención especial merece su pelo planchado con esmero y su cara a punto de congelarse para siempre por los excesos de botox que la están convirtiendo en una tierna y rechonchilla muñeca de cera. Jó, Mariah, eres lo más.