Algo está cambiando en la Academia de la Música. Si antaño Alejandro Sanz y La Oreja de Van Gogh acaparaban, uno tras otro, los premios a los que eran nominados, esta mecánica hasta ahora inquebrantable ha sido mancillada esta undécima edición, celebrada en el Gran Teatro de Córdoba. Guiados quizás por la intuición de la hecatombe, tanto el de Moratalaz como los donostiarras no se dejaron ver por la gala. Sí estuvieron, y bien contentos que se fueron, las hermanas Llanos y el uruguayo Jorge Drexler. Y, oh, sorpresa, entre los premiados, discos como los de Bunbury & Vegas, Najwa o Pereza. Eso sí, no nos libramos de Nena Daconte y Melendi.
Un integrante de JENESAISPOP se coló en el Tren de la Música y en la gala. Si quieres saber lo que pasó, pincha sin rubor a continuación.
La jornada arrancaba pronto, quizás demasiado para alguno que otro que escondía las ojeras de la fiesta de la noche anterior tras sus Ray-Ban. La Orquesta Pinha intentaba desperezar un ambiente gélido en el que los cámaras de algunas televisiones se afanaban inútilmente en el intento de arrancar alguna declaración a los escasos y somnolientos artistas allí presentes.
Renfe había puesto a disposición de artistas, periodistas, amigos y demás fauna un convoy especial bautizado ingeniosamente como el Tren de la Música. Sin embargo, después del trayecto, y para próximas ediciones, deberían plantearse apodarlo como el Tren de la Risa, dadas las sustancias que allí se consumieron y los efectos de la barra libre. El tándem Ferreiro-Deluxe, El Lichis, Teo Cardalda, Soledad Giménez, los miembros del grupo Spam… fueron pocos, pero las televisiones pudieron hacer su trabajo finalmente. A Melendi se le esperaba, pero no apareció. Menos mal.
Una vez allí, descubrimos que la organización había decidido previamente, y con acierto, separar en su alojamiento a artistas finalistas del resto de invitados. La pena es que por ello nos perdimos probablemente la fiesta afterparty de Pereza en el hotel.
En cuanto a la gala, muchísimos ausentes. Ni Alejandro Sanz, ni Fito, ni Calamaro, ni Najwa… La que sí estaba era La China Patino, haciendo gala de su ubicuidad. Y no sabemos si el guión era suyo o simplemente se dedicó a interpretarlo, pero fue la primera de muchos que mostró su berrinche gremial contra la piratería y el mal momento que atraviesa el sector discográfico. Tanta lágrima no contribuyó a refrigerar la calurosa velada que sufrimos en la zona de prensa, donde por momentos se vislumbraron momentos de caos organizativo. Al final, todo salió bien. Si llegan a ofrecer alcohol ya no sé…
Entre los momentos divertidos de la noche: la repetición de la actuación de Fangoria porque les falló el micro en pleno directo; la cordialidad de Bunbury con el mainstream y su sorpresa por llenar dos estadios con el regreso de Héroes; la acertada conducción de la gala por parte de Ángel Ruiz (ya tenemos futuro presentador para los Goya); o las críticas de Serrat al hecho de que se premie por separado a las canciones en catalán (no ganó Antònia Font, lástima), euskera, gallego y asturiano.
Y, por último, abro paso al debate sobre algunos aspectos: la preocupante delgadez de Cristina Llanos y su rotunda afirmación, preguntada acerca del giro musical de Dover, de que simplemente ofrecen lo que el público quiere oír… ¿tendrá razón?