Al pie de la letra

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Al pie de la letra

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Infecto. Este es el único calificativo que se me ocurre para ese programucho de tres al cuarto que es ‘Al pie de la letra’. Todavía no me he enterado de si es un karaoke en plan cutre, de si es un concurso de verdad o en realidad nos están tangando o de si el presentador tiene dos dedos de frente. El programa es tan, tan, tan malo, que ni me voy a meter con la selección musical, que es el menor de sus problemas, porque aunque sea horrible (El canto del loco, Miguel Ríos, Jennifer Lo…) es evidente que no iba a ser otra, let’s face it.

Empezaré hablando del concurso en sí. De un enorme público salen seis concursantes, a los que se les hace cantar, tipo Singstar, pero aquí lo importante no es cantar bien: es saberse la letra al dedillo, que es incluso más divertido que cantar bien. Estaréis pensando ahora mismo «jo, qué guay, qué súper buena pinta». Ay, pues sí, eso es lo mismo que pensé yo. Así que googleé un poco y ¿qué me encontré? Pues el programa americano original, ‘The singing bee’, presentado por Joey Fatone, sí, el de los N’Sync.

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Si os da por echarle un ojo a alguno de los vídeos del programa de la NBC, comprenderéis que la idea original no es que sea buena, es que es buenísima. Comprenderéis también que un programa que puede hacerse extremadamente lento (si los concursantes no aciertan la misma se repite hasta cinco veces) puede ser extraordinariamente adictivo con un presentador un poco showman. Entonces ¿qué demonios le pasa al español?

Para empezar, el presentador de ‘Al pie de la letra’ salió de un programa de TV. ¿Adivináis cuál? ¡¡¡Gran Hermano!!! ¿Y adivináis de dónde han salido los cantantes españoles del programa? ¡¡¡De OT!!! Una sencilla última pregunta: ¿podría alguno decirme la productora del programa? Sí, habéis acertado: Gestmusic Endemol.

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Con un presentador que, además de resultar un completo desconocido para muchos, es un verdadero patán en la pequeña pantalla (sólo hay que ver las pocas tablas que tiene el pobre y lo increíblemente mal que baila) y con un protagonismo desmedido (y lo repito D-E-S-M-E-D-I-D-O) de algunos de los componentes de la banda que da el pie a los concursantes (en especial del insufrible Guillermo Martín, que se quiere demasiado a sí mismo); al final terminamos viendo un show torpe, lento, aburrido, lleno de chistes y anécdotas facilongas sin gracia y lo que es peor, con un nivel de tensión similar al que produce el telediario de Sánchez Dragó (te da tal hipotensión que puedes hasta caer en coma). Total, una decepción en toda regla. Pues qué pena.

Calificación: 1/10 (¡por lo menos en Supermodelo te reías!)
Destacamos: Que de vez en cuando te peleas por el «no, en esa letra dicen tal, no tal» pero poco más.
Te gustará si te gusta: ‘Furor’, el ‘Singstar’.
Predictor: A ver si lo quitan ya.

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