El ascenso del Primavera Sound es imparable, y ya trasciende incluso el plano internacional. Como espectador y opinador me siento muy contento de ver que cada año el festival se supera a sí mismo en la calidad y cantidad del cartel, número de asistentes, mejora de infraestructuras, etc. Por supuesto que sigue habiendo puntos negros: ¿habrá que decidirse por obviar las propuestas masivas del Auditori por la total imposibilidad de acceder al mismo de manera normal? ¿Cómo es posible que incluso pagando reserva a dicho recinto uno tenga que esperar colas kilométricas para entrar? ¿Por qué sigue habiendo una menor dotación de personal y servicios el jueves pese a que la afluencia al festival no es apenas menor a la del viernes y sábado?
Esto, dejémoslo claro, son sólo críticas constructivas a cosas que se pueden mejorar, como ha ocurrido este año con la ubicación del escenario CD Drome (al ser alejado del Rockdelux ha conseguido evitar casi totalmente las interferencias de sonido entre escenarios). Además, la limpieza y calidad de la zona de comida debería ser un ejemplo para otros festivales del mismo rango, por no hablar de la inclusión de un nuevo escenario, el Vice, que ha servido para albergar algunas de las más interesantes propuestas de la actualidad. En fin, que a ver si podemos quitarle ese sambenito de festival coñazo que algunos se empeñan en colgarle. Mis energías dieron de sí para presenciar lo siguiente:
JUEVES 29
MGMT: Hace poco defendía frente a un amigo que la mayor bondad de ‘Oracular Spectacular’ es precisamente que su gran variedad suena siempre coherente, cosa que él veía como un defecto. En directo sí resulta un defecto, el conjunto suena disperso y luchar cara al sol para abrir el festival no es fácil. La gente reaccionó solo con ‘Time To Pretend’ o ‘Electric Feel’, aunque yo me quedo con la intensidad de ‘4th Dimensional Transition’. Y pese a que lo han puesto a parir por ahí, a mí me hizo mucha gracia el final con ‘Kids’: con la base de fondo, sin instrumentos, cantaron Ben y Andrew y sacaron a bailar a un niño modernito. Eso sí fue divertido. Eso y la pancarta que les dieron de las primeras filas que decía ‘Who Deserves Bad Karma? Vampire Weekend’. Ja!
Tarántula: Lo que mola del PS es que puedes ver a Tarántula mientras haces cola para comprar tiques. Guay. El technorockabilly de los catalanes tiene gracia, aunque la escasez de público les llevó por el camino de las bromas privadas que sólo entienden ellos y sus amigos. A pesar de eso, no hay forma de resistirse a ‘Empresarios Y Secretas’.
The Notwist: La visita fugaz al Rockdelux antes de ver a Health mereció la pena. Los teutones no sólo recordaron que cuando surgieron The Postal Service ellos también estaban ahí, con numerosas referencias a su genial ‘Neon Golden’, sino que además mostraron una nueva faceta de potencia y volumen que les hace aún más grandes. Y eso que ver a Messerschmid modulando ondas sonoras con el mando de la Wii (como lo lee, señora) daba un poco de risa. Muy bien.
Health: Primer hito del festival. Éramos cuatro gatos, supongo que porque por muy bien que te digan que está su debut, hay que tener tragaderas para aguantarlo. Ahora, en directo es ya otra cosa. Estos señores son unos jodidos terroristas musicales. Sin piedad ninguna para nuestros oídos, soltaban drones a elevado volumen al ritmo que marca ese batería de death metal que tienen, utilizaban los traicioneros silencios como un arma arrojadiza, y gritaban como auténticos salvajes. Si a eso le unimos la plasticidad de los espectaculares movimientos del enorme y atractivo Jupiter Keyes, tenemos un hito del PS’08.
Public Enemy: Me costó dejar a British Sea Power en el escenario Vice, pero algo decía que lo de Public Enemy iba a ser grande. Tras la larga espera amenizada por el Bomb Squad, por fin Chuck D y Flavor Flav salieron con toda su parafernalia militar, con el mariscal DJ Lord haciéndoles la cobertura, y dieron una lección de lo que es el espectáculo y la profesionalidad sobre un escenario, traspasando cualquier barrera estilística. Ante tamaño despliegue de energía había que botar sí o sí, y con la sucesión de temazos final que enlazó ‘Bring The Noise’, ‘Don’t Believe The Hype’ y ‘911 Is A Joke’ uno sólo podía quitarse la gorrilla y hacer una reverencia. Grandes, sí.
Portishead: ¿Era el ambiente festivo que dejaron los maestros del rap en el aire el más idóneo para un show de Portishead? No sabría decirlo, pero creo que a mí me pesó un poco, porque me vi incapaz de disfrutar de ‘Roads’ o ‘Mysterons’ con múltiples graznidos a mi alrededor que se empeñaban en emular a la Gibbons sin éxito. Pese a todo, la actuación de los de Bristol fue realmente impecable y por momentos espeluznante, sobre todo cuando atacaron los temas de ‘Third’, que en directo resultan aún más brutales que en el álbum, en especial el progresivo ‘The Rip’, la inquietante electrónica vintage al final de ‘Machine Gun’ o la sofocante ‘We Carry On’, un final a-co-jo-nan-te. A veces estaba flipando tanto que creí haber visto que Chuck D salió a hacer un fraseo al final de ‘Magic Doors’. ¿O puede que ocurriera de verdad?
Voxtrot: Había que elegir entre Voxtrot o Caribou y por lo que he leído, elegí Texas y me equivoqué. Empujado por unas animosas últimas escuchas de su debut, me decidí por su pop rock limpio y directo y no es que estuvieran mal, pero pese a su entrega y desparpajo me resultaron algo planos sin los bonitos arreglos del disco. Digamos que cuando bajaba las escaleras al escenario Vice estaba sonando ‘Kid Gloves’ y que ahí se acabó lo bueno.
Vampire Weekend: Después de lo visto con MGMT, el fantasma del hype sobrevolaba el Vice. Respiren: lo del cuarteto de Brooklyn funciona y el rollo ese de Upper West Side Soweto Sound cuela del todo. Desde el arranque con ‘Mansard Roof’, pasearon como si nada su corta pero intensa colección de pop, con un ‘M79’ soberbio, con un ‘Cape Cod’ vibrante, con un ‘Campus’ enorme y aquello ya fue una auténtica comunión: ellos, serios y solventes instrumentalmente pese a su juventud, se entregaron y el público respondió con loas, vítores y sudor. Todavía resuena en mi cabeza la maravillosa ‘Walcott’, con la que cerraron una noche memorable.
VIERNES 30
Russian Red: Lo de Lourdes fue una pequeña decepción, pero no tanto. En mi opinión será muy grande algún día, pero se la está encumbrando en exceso. Para empezar, pese a tener una banda muy solvente que le ayuda a lucir su preciosísima voz, su repertorio es un tanto limitado. Y para seguir, seguro que cuando tenga más tablas se sacude un poco esa imagen apocada de ‘no soy para tanto’ que no le beneficia en nada. Lourdes, guapa, tú cómete el escenario, que puedes. A pesar de todo, resultó enormemente emocionante escuchar maravillas como ‘Cigarettes’ o ‘No Past Land’ bajo la tímida lluvia.
Grande-Marlaska: Lourdes se llevó la lluvia y nos trajo el sol para que Grande-Marlaska casi se nos torraran vivos. La propuesta de punkpop semiacústico de la banda madrileña gana enteros en vivo y consiguen despojarse del tono monocorde del álbum. Reivindicativos y directos pero amables y divertidos. Mover los pies al son de ‘Bloqueo’ o ‘Turno De Réplica’ fue un buen modo de empezar la tarde.
The Mary Onettes: Acababan de aterrizar de una gira por los USA y decían que tenían jetlag, pero no se les notaba nada. El pop rock de raíz ochentera de los suecos ejecutado con potencia y precisión, aunque sin alardes emotivos, resultó muy agradable y temazos como ‘Make Me Last’, ‘Void’ o ‘Under The Guillotine’ en una soleada tarde con el Mediterráneo de fondo y una cervecita en la mano eran todo un lujo. Estrenaron un tema nuevo que no hace presagiar grandes cambios para su segundo álbum, pero no pude esperar más para acudir a mi fiasco con el Auditori.
Servidor hizo intención de ver en el Auditori un show de Portishead con un público algo más respetuoso para con el grupo y el resto de espectadores, para lo cual compró uno de esos tiques de reserva y se plantó dos horazas antes en la cola que había para acceder al recinto. Todo esto además para ver a Bill Callahan, un artista que todo el mundo sabe que vende muchos discos y llena sus conciertos en nuestro país. Ante la cola que era kilométrica sin exagerar, el retraso de media hora que al parecer arrastraba el escenario y la posibilidad de perderme a muchos otros grupos, uno decidió largarse. Y lo siento más por no ver al hombre Smog que por la invasión de escenario al final de Portishead, créanme. Así que acabé regresando para ver a…
No Age: Al contrario que con Health, el disco de los angelinos me parece un flipe, muy disfrutable. Y sin embargo, pese a los grandes esfuerzos del dúo tanto en entrega como en volumen, sonaron deslavazados y poco atractivos. Lo siento, pero me aburrí soberanamente y me largué. Decepcionaza.
Six Organs Of Admittance: No estaba en mis planes ver a la banda de Ben Chasny estando Callahan y Portishead por medio, pero así las cosas fueron una interesante alternativa. Pese a que a veces trataba de traer la paz a escena, como en la bella ‘Strangled Road’ de su nuevo álbum, lo gordo de verdad era la guerrita que daba esa perra salvaje del infierno llamada Elisa Ambogrio (guitarrista de Magik Markers), una mala bestia haciendo preciosas salvajadas con la distorsión. Con la pinta de mosquita muerta que tenía al principio. Buen chou.
Sebadoh: No me podía creer que fuera a ver a uno de los grupos más importantes de mi post-adolescencia. Pero ahí estaban Barlow, Lowenstein y Gaffney… Muy burros, se centraron en su repertorio menos melódico y más áspero (‘Emma Get Wild’, ‘Scars, Four Eyes’), y no paraban de alternarse constantemente en los instrumentos, entre risas y mucho cachondeíto. Pero vamos a ver: ¿¿¿el jefe de esto no era Lou??? Tanta dispersión restó empaque al asunto, quizá porque uno esparaba morir extasiado, pero poder escuchar en vivo ‘Careful’, ‘Soul And Fire’, ‘Beauty Of The Ride’ y ‘Two Years Two Days’ es algo que esta cabecita se lleva a cuestas y no va a olvidar fácilmente.
Why?: Aún hubo tiempo de ver el final del show de la banda de Yoni Wolf, cuyo álbum ‘Alopecia’ es uno de los más sorprendentes de lo que va de año (aunque mi pereza-dejadez-falta-de-tiempo no me haya dado para contarlo). En directo su equilibrado hip-pop orgánico es aún más sorprendente que en disco, creando capas y capas de melodía sobre múltiples percusiones tocadas por Yoni (incluso con su mano escayolada, que finalmente les ha obligado a cancelar el resto de la gira europea) y su hermano Joshia. Interesantísimo concepto, tan pop como experimental, que fue tremendamente ovacionado, sobre todo por el público norteamericano que poblaba el CD Drome.
Cat Power: Ay, Chan, con lo que yo te quiero. Mira que iba muy predispuesto a que me gustase tu show, después de haberte visto sólo a medias en el Primavera Club de 2006. Y eso que tu disco de versiones es un poco ni fú ni fá. Pero nada, que no conseguí engancharme. Se te veía nerviosa y algo corta de voz, y todo sonaba como falto de alma. Y eso es algo que en tu música no se debe consentir. ¡¡¡Si hasta me tomé dos redbules antes!!! Pues nada, maja, que me quedé sobado en la grada… Y es que ¿a quién se le ocurrió la genial idea de cantar ‘Angelitos Negros’? Si no fuiste tú, despídele.
The Go! Team: Estos chavales deberían estar en nómina de cualquier festival que se precie, porque son eso, una fiesta asegurada. Con un show muy parecido al que dieron en el pasado FIB (recordaréis que fue de lo mejor para nosotros), parecía como si al principio estuvieran un pelín acobardaos ante tantísima gente (cabezas de cartel, casi ná). Pero poco a poco fueron ganándosela (en eso Ninja es la puta ama) y encontrándose más sueltos, y a partir de ahí ya todo acabó descontrolado, acelerado y loco, como es menester. Mientras me alejaba hacia el escenario Vice escuchando ‘Doing It Right’ me asaltaba la duda de si Ninja volvería a hacer el numerito de los bailes regionales. Jo, no se puede estar a todo…
El Guincho: Pablo Díaz-Reixa respondió a las expectativas y a las posibles dudas con creces. Flanqueado por sendas pantallas en las que unas bizarras y maravillosas proyecciones (¿a cargo de?) que mezclaban psicodelia e imágenes de un programa tipo ‘La Quinta Marcha’ (entre otras cosas), Díaz-Reixa desplegó con sencillez y efectividad su intenso, hipnótico y bello collage sonoro, ayudado por una darbuka y otras percusiones que martilleaba mientras soltaba melodías con el sampler y cantaba (aunque la voz sonara un poco chungueras). O sea, es tan inmenso como en su disco e incluso más intenso, fuerte, salvaje… El público terminó eufórico pidiendo más, una más, así que Pablo le echó morro y tocó ‘Antillas’ pese a que le pedían que se retirara. Ole papa.
Holy Fuck: Después de El Guincho, uno sospechaba que los canadienses Holy Fuck no podrían alcanzar tal intensidad, pese a que su ‘LP’ está… cojonudo (empiezan a escasear los epítetos). Pero claro, tampoco tienen nada que ver. La banda de Toronto se apiñó en el centro del pequeño escenario con todos sus sintes en torno a la batería y se dedicaron a lanzar sus ritmos a-la-‘XTRMNTR’ con unos aparatitos extrañísimos que hacían ecos y otras cosas rarunas. Sí, vale, repitieron el truco del subi-subidón de los Chemical, pero… es que lo hicieron TAN bien. Poco a poco, olvidamos al Guincho y sólo podíamos pensar en hacer headbanging con los infecciosos y potentes ritmos de ‘Milk Shake’, ‘Royal Gregory’ o ‘The Pulse’. Para cuando salías del trance, te dabas cuenta de que un tipo se subía al escenario mientras terminaba ‘Lovely Allen’ y luego otro, y otro, y tres más y Johann Wald (qué raro, ¿no?) y diez más… Fue divertido sí, pero ver a unas setenta personas subidas en ese escenario me hizo temer un colapso del límite elástico de la estructura… Fue muy gordo, lo de Holy Fuck…
SÁBADO 31
Bon Iver: Justin Vernon se sacó de la manga uno de mis discos favoritos del año pasado (que ahora se edita en Europa), ‘For Emma Forever Ago’. Un Auditori bastante lleno para ser las cuatro de la tarde y estar lloviendo en Barcelona guardaba un escrupuloso silencio ante el folk misterioso, casi espiritual, del de Wisconsin. Su falsete se clavaba en el pecho y te ponía los pelos de punta (por primera vez en ese día), acentuado por el silencio ceremonial de la sala (tan ceremonial que la gente apenas se animó a cantar el ‘what might have been lost’ de ‘The Wolves’ pese a que Vernon lo pidió). Acompañado por un guitarrista/bajista y un batería que le acompañaron con precisión pasmosa también en el plano vocal, el show de Bon Iver fue otro de esos momentos de este Primavera Sound que uno se lleva a casa en el corazoncito. Espeluznante.
Times New Viking: Cambiando de tercio, bajo una leve lluvia, el trío de Ohio consiguió hacernos olvidar el agua y los paraguas. Su fuzz-pop de baja fidelidad a todo trapo (¿algo así como unos Moldy Peaches producidos por J. Mascis?) con ese Korg de sonido destartalado y las guitarras con bien de feedback acababa por hacerte mover los pies inevitablemente y canciones de pop tan redondas como ‘My Head’ o ‘Teenage Lust!’ te plantaban de inmediato una sonrisa en la cara. Ni siquiera sus problemas con una de las guitarras (la cual acabó arrojada contra el suelo, of course) consiguieron parar sus continuas (y casi ininteligibles) bromas. Muy divertidos.
Port O’Brien: Esperaba más de esta banda después de escuchar su nuevo ‘All We Can Do Is Sing’. Con una base rítmica que bien podría ser la próxima banda de acompañamiento de Devendra (por pintas, qui’cir), Van Pierszalowski centró la primera parte de su show en sus temas con menos nervio y para cuando se quiso poner roquero, nuestra atención se había perdido. Incluso en temas como ‘I Woke Up Today’ o ‘The Rooftop Song’ sonaron faltos de tensión. Y no podrán decir que el tiempo no acompañaba a su folkrock marinero, no.
Okkervil River: La banda de Austin era uno de los shows que más esperaba y, otra vez, quizá por eso no cumplió del todo mis expectativas. Bien es verdad que el horario les era totalmente desfavorable, pero empezaron un poco faltos de empuje, abusando de medios tiempos como ‘Kansas City’ (que es preciosa, eso sí). Por suerte poco a poco los de Will Sheff fueron entrando en calor, incluyendo a su lujoso guitarrista de gira, Charles Bissell de The Wrens (ese que tocaba la guitarra haciendo el ventilador). Poco a poco, con ‘Our Life Is Not A Movie’, ‘Black’, ‘The Latest Thoughts’ (¡maravillosa!) o ‘Unless It’s Kicks’ fueron sacándose corbatas y chaquetas y ahí sí, con el sudor de por medio comenzaron a dar lo que se esperaba. El público acabó entregado, dando palmas al son que Sheff pedía. Mientras regresaba al Auditori les oía cantar una canción en aceptable castellano (?!?!) que quizá esté incluída en la recientemente anunciada continuación a ‘The Stage Names’, ‘The Stand Ins’ (a publicar en septiembre).
Young Marble Giants: Esta vez hice la preceptiva cola del Auditori, reserva en mano, junto a ilustres como Lou Barlow, que estaba un par de metros detrás de mí. La época de publicación de ‘Colossal Youth’ me cogió demasiado joven, pero después de haber flipado con su reedición no quería perderme esta ocasión por nada. Y no me defraudó en absoluto. Resulta un goce total apreciar que el pop contundente y minimalista de los hermanos Moxham y Alison Stanton no ha perdido un ápice de vigencia y que son capaces de dar en los morros a un montón de bandas actuales. Su show resultó absolutamente vibrante con interpretaciones soberbias, perfectas, de clásicos como ‘Include Me Out’, ‘Eating Noddemix’, ‘Constantly Changing’ o ‘Searching For Mister Right’. Bromeando constantemente con el público (británico, eso sí), acabaron haciendo un bis con ‘Credit In The Straight World’ (popularizada por Hole), antes de que el lesionado batería abandonara el escenario en silla de ruedas. Otro high.
Rufus Wainwright: Ya se sabe que esta gira ‘Solo Piano’ de Rufus no es lo mismo (sobre todo para su cuenta bancaria, supongo), pero siempre resulta un gustazo poder disfrutar de la presencia escénica de esta bestia, que ya sea al piano(‘Leaving For Paris Nº2’) o a la guitarra (‘Movies Of Myself’) sabe meterse al público en el bolsillo. Destacaría la interpretación de ‘Cigarettes And Chocolate Milk’ y de un ‘Hallelujah’, que aclaró que se había jurado a sí mismo no volver a interpretar (ya sabemos que es una drama-queen, sí). Sería la primera vez que se nos pondría el vello de punta con esa canción esa noche.
Morente & Lagartija Nick: Se palpaba en el ambiente que había ganas de ‘Omega’. Arrancó el set como suele hacerlo en sus actuaciones en solitario, con el cuadro del maestro granadino haciendo unas bulerías a capella, para continuar con lo más jondo del ya legendario álbum (‘El Pastor Bobo’, ‘Vals En Las Ramas’…) para, acto seguido, desplegar al fondo a la banda de rock liderada por Antonio Arias y ya no moverse de ahí hasta el final (resultaba curioso observar lo complejo que resultaba para la banda seguir las órdenes y gestos de Morente, ardua tarea para un grupo de rock). Genial planteamiento. Así, fueron desgranando los temas más impactantes del homenajeado álbum: ‘Omega’, ‘La Aurora de Nueva York’, ‘Pequeño Vals Vienés’ (aquí, lágrimas de emoción), ‘Ciudad Sin Sueño’, ‘Manhattan’ y de nuevo ‘Aleluya’, sonaron majestuosos, como entes con vida propia que se colaban entre los cuerpos a las órdenes del maestro Morente. Algo enorme, sobrenatural.
Dinosaur Jr: Lo mejor que podía ocurrir después de algo tan perturbador como lo de Morente y Lagartija era una buena dosis de feedback a todo volumen. Y eso es lo que ofrecían en el Estrella Damm Mascis, Barlow (mucho más entregado y duro que el día anterior con Sebadoh) y Murph. Un auténtico bofetón de volumen (literalmente te meneaba el flequillo) que supo a gloria.
Les Savy Fav: Con dolor de mi corazón abandoné a mis amados Tindersticks para ver el impactante directo de la
banda neoyorquina que debía confirmar las bondades del estupendo ‘Let’s Stay Friends’. Había oído hablar sobre su gran directo, pero lo que no esperaba es el espectáculo total que ofreció su frontman, Tim Harrington. El tipo salió al escenario con los primeros acordes de ‘The Equestrian’ disfrazado de hombre-panocha con los cañizos que rodeaban el escenario ATP, y a partir de ahí comenzó su show: se fabricó con un tablero un pedestal sobre el front row, en la tremenda ‘Patti Lee’ se despojó de la ropa para enseñar el bonito y colorido bañador de señora que llevaba debajo, se lanzó al público (por supuesto) y no dejó de cantar nunca por el micrófono inalámbrico, ni siquiera cuando salió corriendo por la zona detrás de la barra, a unos cincuenta metros del escenario, subió a la grada, regresó al escenario al grito de ‘Dejadme pasar, mi hermano es del grupo’, volvió a corretear y obligó a agacharse a todo el público a su alrededor para saltar todos a la vez… A todo esto, la banda fue desgranando con fiereza y contundencia temazos de la talla de ‘The Year Before The Year 2000’, ‘Kiss Kiss Is Getting Old’, ‘Brace Yourself’ o ‘Raging In The Plague Age’. El espectáculo total.
Animal Collective: Regresé al Estrella Damm con su show ya empezado, pero bastaba con un par de minutos de atención para entrar en el trance inducido que provocan los geniales autores de ‘Strawberry Jam’ y ‘Sung Tongs’. No se les quedó grande el escenario para nada y supieron encandilar al numeroso público con sus bucles alucinados, sus percusiones de otro mundo y, esta vez, mucha guitarra. Probablemente sean la banda más en forma en el mundo en estos momentos. Sublimes.
Simian Mobile Disco: Como anunció la organización en la web y en las casetas de información, el directo terminó siendo un Dj set debido a la rotura de instrumentos del grupo en un accidente. Una pena, sí, pero al menos pudimos despedirnos del festival con unas danzas al ritmo de ‘It’s The Beat’, ‘I Believe’ o ‘Hustler’ de su primer álbum, mezclados con ‘I Feel Love’ de Donna Summer o ‘Ready For The Floor’ de Hot Chip. De aquí salió una de las mejores anécdotas del festival: mientras un tipo vestido de conejo bailaba en el escenario, el bajista y el batería de Port O’Brien, a los que vi bajar totalmente vestidos, salían de entre la muchedumbre en calzoncillos. Eso sí, aún conservaban el sombrero hippie con pluma!!!
A partir de ahí, descargó la tormenta que llevaba amenazando todo el día y obligó a todo el mundo a agolparse empapados en la zona cubierta del escenario CD Drome mientras el dúo Tiefschwarz machacaba su electro-house. Ahí ya pasó de todo: gente perdida, otros que bailaban bajo la lluvia, gente que te pedía el paraguas para poder ir a la barra a por cerveza… Ay madre, qué gran festival.
Las fotografías de MGMT, Vampire Weekend, Young Marble Giants y Les Savy Fav son obra de Daniel Canto para el área de prensa de Primavera Sound.
Las fotografías de Portishead, Health, Sebadoh y Morente & Lagartija Nick son obra de Inma Varandela para el área de prensa de Primavera Sound.
Las fotografías de Bon Iver y The Go! Team son obra de Shannon McClean para Pitchforkmedia.
La fotografía de Grande-Marlaska pertence al álbum de Flickr de alterna2, bajo una licencia de Creative Commons.
Gracias a todos ellos.