Richard Hawley @ Sala Heineken

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Richard Hawley @ Sala Heineken

Hawley @ ParisRichard Hawley y toda su banda acabaron visiblemente emocionados (yo diría que les costaba contener alguna lagrimilla) con la entrega que les dispensó el público madrileño durante todo su concierto de ayer día 13 en la sala Heineken. Hawley es un tipo serio y parco en palabras, pero parecía sincero cuando dijo que ese estaba siendo su concierto favorito de toda la gira. Lo cierto es que, esta vez, la sonorización de la sala rozó la perfección y el público, que agotó los tickets, fue considerablemente respetuoso con los músicos pese a percibirse ese ambiente de predisposición a aplaudir a rabiar que a veces acompaña a estas bandas «serias» (no muy lejanos shows de M. Ward o Micah P. Hinson en la misma sala pueden servir como referencias de lo que digo).

La cuestión es que todo estuvo perfectamente dispuesto para el lucimiento de un Hawley que fue escrupulosamente coherente con su última obra ‘Truelove’s Gutter‘, el que es su disco más oscuro y desolado de su ya larga carrera en solitario y que fue interpretado casi al completo (solo quedó fuera del set ‘Don’t Get Hung Up In Your Soul’, si no me equivoco) y, para acompañarlas, rebuscó entre los momentos más lánguidos e infaustos de sus cinco álbumes. ‘Coles Corner’, ‘Lady Solitude’, ‘Run For Me’ (ma-ra-vi-llo-sa) y ‘Oh My Love’ encajaron como un guante en su catarsis de la balada romántica y desolada que interpretó junto a una banda realmente increíble, con un Shez Sheridan mágico en cualquier instrumento de cuerda que puso en sus manos (slide, ukelele o guitarra de doce cuerdas, daba igual) y el fiel Colin Elliot magnífico al contrabajo, junto a la perfectamente medida batería de Dean Beresford y los teclados de Jon Trier. Todos juntos trasladaron a escena los largos desarrollos de ‘Open Up your Door‘, ‘Soldier On’, ‘As The Dawn Breaks’ o ‘Don’t You Cry’ de forma escrupulosa, pero añadiéndole el punto extra de emoción necesario, sobre todo cuando Hawley se lucía a placer con las guitarras (no olvidemos que hubo un tiempo en que fue el lead guitar de Pulp), recreándose en las subidas de intensidad de sus últimas composiciones, y a veces flirteando ligeramente con el tedio (en los casi diez minutos de ‘Remorse Code’ especialmente). En cambio, o quizá precisamente por eso, resultaron especialmente cálidas e intensas las sencillas interpretaciones de ‘For Your Lover Give Some Time‘ y ‘Ashes On The Fire’, con un Hawley que supo ejercer más que nunca como elegante crooner indie e hizo bandera del genial lema que lucía una de las camisetas del puesto de merchandising: «Let’s Ballad».

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Agradecidos, los cinco músicos regresaron a las tablas entre acalorados aplausos para rematar con unos curiosos bises: antes de culminar con la intensísima ‘The Ocean’ de ‘Coles Corner’, regalaron la preciosa nana ‘Hushabye Mountain’ de la banda sonora de ‘Chitty Chitty Bang Bang’ y el swing oscuro de ‘Crawfish’, popularizada por Elvis en ‘King Creole’. 9

El folk preciosista y embelesado de Alondra Bentley parecía el perfecto warm-up para lo que vendría después. La anglo-murciana padecía un «problema de afonía» que restó algo de brillo a alguna de sus bonitas canciones pero que, pasmosamente, no le impedía alcanzar las difíciles notas altas (peor con las bajas, eso sí) y hacer que ‘…’, ‘Some Things Of My Own’ o ‘Sunglasses’ resultaran, una vez más, preciosas. Tal esfuerzo le valió incluso el agradecimiento y reconocimiento del propio Hawley. 6,9

Foto del show del día 10 en L’Alhambra de París, tomada del Flickr de Adrian-der
. Nuestro agradecimiento.

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