Ricardo Vicente y Francisco Nixon presentaron su reciente EP ‘Gloria y la belleza sureña‘ y dieron un concierto donde se entrelazaron canciones de La Costa Brava y de los dos álbumes de Nixon. De los clásicos rescataron ‘Natalia Verbeke’, ‘Copas de Yate’ y la emocionante ‘Déjese querer por una loca’. De ‘Velocidad de crucero’ no faltó ‘Amor bajo cero’ de Richi y del genial ‘Llamadas perdidas‘ tocaron ‘Adoro a las pijas de mi ciudad’ o ‘El cumpleaños de Ronaldo’.
Del nuevo EP tocaron cambiándose entre ellos la guitarra acústica y eléctrica respectivamente ‘San Fernando’, ‘Déjame intentarlo’ y ‘A cielo raso’. Se echó en falta ‘Lo que Jekyll le dijo a Hyde’ pero no pudimos quejarnos porque el repertorio no dejó fuera ningún disco. Del primer LP tocaron la imprescindible ‘Nadia’, ‘Vagamos por las calles’, ‘Alumno o profesor’, ‘Banderas rojas’ y ‘Me casaré cuando me enamore’ y de ‘El perro es mío‘ repasaron ‘Erasmus borrachas’, ‘Inditex’, ‘Museo británico’ o ‘Nombres y teléfonos’.
Después de despedirse, en los bises no podía faltar la siempre coreada ‘Treinta y tres’ y la versión de ‘La vida sigue igual’. Una vez recogido el escenario Fran estuvo vendiendo y firmando discos pacientemente. Tuvieron algunos problemas con los micros y el sonido no puede decirse que fuera el mejor. Pero es un hecho irrefutable que tanto Fran como Ricardo son objeto de un movimiento fan de lo más interesante en el pop actual de nuestro país. Quizá algún día lo estudiemos con más profundidad… 7,25
José Juan González, el nombre -y el hombre- que está detrás de Espaldamaceta, apareció sobre el escenario del Ocho y Medio acompañado de su guitarra española. No hizo falta de más que una simple amplificación de ésta y de su voz para que el publico se mantuviera en silencio y atento al tarraconense, hecho que parecía poco probable a priori. Al final, gracias a su imponente voz y a la sobriedad de sus canciones, aderezadas con su particular sentido del humor, se hizo con el poder del momento manejando al público a su antojo. Tanto, que hasta tocó un par de temas a capella y con la guitarra sin amplificar, moviéndose por todo el escenario y sin ningún problema para que le entendiéramos. Así da gusto.
Tocó canciones de su álbum debut, ‘Madera y poca luz’, como ‘No hay por qué sufrir tanto amor’, ‘Y no voy a darte mas’, la nana en mallorquín ‘Cançó de bressols’ y las escalofriantes ‘Las generaciones’ o ‘Por mirar’. Adelantó temas, algunos sin nombre, de su nuevo disco que se editará en abril. Con ‘Cocina sin comida’ tuvo problemas de memoria, al olvidar momentáneamente los acordes de la canción, así que la tocó dos veces: una sólo con la voz y otra con la guitarra después de recordar la rueda de acordes. No faltó su versión de Los Planetas ‘Mil millones de veces’ incluida en su EP ‘Cae algo al suelo‘.
Terminó con su habitual improvisación provocando la carcajada general al incluir en la letra elementos del ambiente o sus experiencias como profesor de primaria. Puede que sea una carcajada fácil, pero sólo por la frescura y la inmediatez con la que lo hace, vale la pena. Aparte de que reírse así no puede ser en absoluto malo. Concluyó con la magistral ‘Ahora que la mierda ya me llega hasta los ojos’ y cerró un concierto perfecto con el público completamente a sus pies. He de admitir que en los últimos tiempos no me he reído ni disfrutado tanto a la vez en ningún concierto como en los dos últimos de Espaldamaceta en Madrid. Ah, y desde aquí le hacemos llegar nuestras felicitaciones por su futura paternidad, hecho que compartió publicamente el pasado sábado. ¡Enhorabuena! 9
Fotos: jenesaispop!