Allá por los años 60, cuando Warhol empezaba hacer sus primeras exposiciones, un artista de origen alemán y bajo el seudónimo de Robinson, nombre que adopta por su entusiasmo hacia Robinson Crusoe y cuyas ilustraciones alimentaron de niño su ansia por dibujar, aterriza en la ciudad de Nueva York. Un amor a primera vista que convierte a Werner Kruse (1910-1994) en uno de los más apasionados y meticulosos amantes de Manhattan. Apasionado porque en el libro ‘Nueva York trazo a trazo’, que es una reedición del editado a finales de los 60, nos hace ensimismarnos de lleno en una ciudad aquí por redescubrir desde un punto de vista que seguramente el neoyorquino de a pie no conoce.
Muchos artistas han utilizado la metrópoli para su escaparate pero pocas veces se nos ofrece un mirador tan virtuoso o una tarea plagada de momentos de paciencia tan milimétrica. Robinson era muy detallista, unificando fantasía y realidad en unos dibujos que no son una réplica exacta del original y elaborados con la precisión de una “visión de rayos X”, el modo al que llamaba a su forma de dibujar y que hacía a bolígrafo.
Matteo Pericoli, autor del prólogo del libro y cuya obra está altamente inspirada en Werner, realizó para los Beastie Boys la portada de ‘To the 5 Boroughs’, cuyo disco rendía tributo a la Gran Manzana. Pericoli define la obra de Robinson en esta reedición “como un valeroso acto de amor”. Pero Nueva York no fue el único amor de Robinson. En Berlín, su ciudad natal, desarrolló gran parte de su trabajo. Uno de ellos fue retratar los rincones y el trazado del muro, al poco de construirse, entre las dos Alemanias. El resultado se ha convertido en un mapa-souvenir que en la actualidad es el objeto de deseo de todo turista de la metrópoli alemana. Su “visión de rayos X” también nos mostró la radiografía de otras ciudades, como Tokio, París o Moscú. Esta última supuso un logro importante, ya que fue el primer ilustrador occidental al que en los 80 se le autorizó a dibujar la capital soviética.
En un momento en el que Warhol está excesivamente presente, hasta en la sopa y no sólo por las suyas, es hora de reivindicar a otro artista pop y vanguardista que como un gran sastre supo confeccionar, con devoción geométrica, el mejor de los trajes a todas sus amantes. 10.