Como fan de Chinarro desde casi sus mismos orígenes, me sentí un poco ofendido de no ver anoche la madrileña sala Joy Eslava llena hasta las trancas. Aunque no hubo «sold-out» sí hubo una buena, buenísima, entrada, pero la trayectoria artística de Antonio Luque (especialmente desde su mutación artística tras dejar Acuarela) merece más que eso. Y, como dando la razón a los que sí fuimos, nos obsequió con un concierto memorable.
Puedo asegurar que no lo digo desde la autocomplacencia del seguidor. Incluso los que iban recelosos tras su último álbum, el para mi excelente ‘Presidente‘, supieron reconocer el magnífico show de una banda de una solidez descomunal, que se vio favorecida por un sonido perfecto en un recinto que suele responder en ese sentido. No necesitaron las canciones de Luque más que la contundencia de Javi Vega y Pablo Cabra al bajo y batería y la genialidad de Jordi Gil a la guitarra para demostrar que su pop puede resultar tan poderoso como el de cualquier banda de rock. El autor sevillano, por su parte, tuvo una noche sobria y poco charlatana, aunque se le veía claramente disfrutar cantando y tocando como nunca. Y para hablar, ya estaban las canciones. Unas cuantas (no demasiadas) de ‘Presidente’, las más ágiles (‘Una frase socorrida’, ‘El boxeo’, ‘Vacaciones en el mar’…), quedaban perfectamente encajadas en un celebrado repertorio, centrado casi en exclusiva en sus cuatro últimos álbumes, creando un ambiente festivo («venimos de la feria») y entregado (pese a las caras serias que él mismo apreció en la pista).
Al final, reservando ‘Los Ángeles’ y ‘Quiromántico’, atreviéndose a imitar a Morente en ‘El rito’, estremeciendo con las enormes ‘Babieca’ y ‘María de las Nieves’, resultó un espectáculo incontestable de noventa minutos con un repertorio soberbio. Yo no sé qué más puede hacer Antonio para que la gente le ande parando por las calles y llenando salas como Joy Eslava dos o tres días. ¡Si hasta se ha dejado un look de estrella del rock! 9
Antes, los ilicitanos La Familia del Árbol pretendían calentar la noche pero parecieron algo inseguros, quizá nerviosos. Su versión reducida a dos guitarras (o banjo), flauta, trompeta y las voces de Nacho Casado y Pilar Guillén, sonó más diluida que en su poderoso single ‘¿Tú me quieres?‘, en el que se echó de menos el soporte de la base rítmica. Aun así, en los momentos de mayor intimidad, con Nacho y Pilar cantando en un mismo micro «¡Pruébame!», se vieron destellos de esa magia que algunos vemos en ellos y que nos hace esperar con gran interés su álbum de debut. Y ‘Lunárboles’, la estupenda cara B del mencionado 7″, dejó un muy buen sabor de boca. 6,5