‘Black Mirror’, el 1984 televisivo

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‘Black Mirror’, el 1984 televisivo

En un mundo cada día más simplista y polarizado, es difícil escoger entre una posición u otra, entre el sí y el no. Entre el negro y el blanco ya no hay una extensa gama de grises, y la opinión pública —y por qué no decirlo, la audiencia al fin y al cabo— se encuentra continuamente forzada a tomar partido, y a situarse en un extremo al otro, careciendo de la posibilidad de añadir algo más, por mínimo que sea.

Es por eso que hacen falta series como ‘Black Mirror’, que se convierten en una certera crítica no solo a los medios de comunicación, capaces de reducir nuestro raciocinio a límites absolutamente vergonzosos; sino también a una sociedad capaz de consumir cualquier cosa por simple o morbo, o con la única intención de encontrar diversión en ello. Asimismo, estamos ante una llamada de atención al público en general para que huyamos de las tres opciones que se nos plantean como únicas: doblegarnos y plegarnos a las solicitudes del más fuerte, conformarnos y seguir a la masa o dejar que el sistema nos capte y nos someta hasta el punto de que nos integremos en él con una falsa sensación de superioridad y sabiendo que, en el fondo, siempre tendremos a alguien por debajo contra el que poder cargar las tintas y descargar nuestra ira.

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No creo que sea de recibo contar mucho sobre el brillantísimo argumento de ‘Black Mirror’, pero me atrevo a decir que es de lo mejor, de lo mejorcísimo que habéis visto en televisión en mucho tiempo. La subversión era esto, y viene de la mano de Charlie Brooker, que ya nos hizo vibrar con otro proyecto, ‘Dead Set’, surgido cuando todavía ‘The Walking Dead’ no había puesto de moda a los zombies en televisión.

Sí se puede decir que se trata de un drama que transcurre en una Gran Bretaña de un futuro más bien cercano, y que plantea un modo de vida en el que casi todos (con ligeras variaciones) encajamos, convirtiendo su trama en un fiel reflejo del mundo en el que vivimos, lleno de trending topics, visitas a Youtube y programas de televisión en los que se regala cualquier cosa a cambio de (generalmente) no más que unos minutos de fama. Al mismo tiempo, la serie presenta a una sociedad absolutamente corrupta y entregada a los medios, capaz de juzgar con dedo acusador y de tomar decisiones en cuestión de segundos. Pero cabe preguntarse, ¿qué hay de uno mismo, del pasivo espectador al otro lado de la pantalla, que mira hacia ella con asco? ¿Cuánto vale la dignidad de un Primer Ministro, o de cualquier persona de la calle? ¿Vale más o menos que una vida?

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Sí, ‘Black Mirror’ es demagógica, maniquea y a veces tramposa, pero no es difícil identificarse con ella, o encontrar en su narración puntos en común con obras clásicas de la literatura tan populares como ‘Un mundo feliz’ de Aldous Huxley o ‘1984’ de George Orwell, hasta el punto de que, visto así, podría llegar a convertirse en la ficción distópica de nuestro siglo.

Calificación: 9,9/10
Destacamos: el final del primer capítulo es sublime.
Te gustará si te gustaría: ‘1984’, ‘Un mundo feliz’.
Predictor: el tercer y último capítulo se estrena el próximo 19 de diciembre, así que tenéis tiempo de poneros al día.

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