Mark Lanegan Band / Blues Funeral

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Mark Lanegan Band / Blues Funeral

Nada menos que ocho años ha tardado Mark Lanegan en dar continuación a ‘Bubblegum’ (2004), su anterior trabajo en solitario. No es de extrañar, pues el ex Screaming Trees ha estado involucrado en, al menos, tres proyectos distintos: primero, colaborando en Queens Of The Stone Age (su voz aparece en ‘Rated R (2000)’, ‘Songs For The Deaf’ (2002) y ‘Lullabies To Paralyze’ (2005); después, en The Gutter Twins junto a Greg Dulli (Afghan Whigs, Twilight Singers), dando luz a ‘Saturnalia’ (2008) y por último su fructífera relación artística a lo Lee & Nancy con la ex Belle & Sebastian Isobel Campbell, que resultó en tres notables discos (‘Ballad Of The Broken Seas’ (2006), ‘Sunday At Devil Dirt’ (2008) y ‘Hawk’ (2010)). Cabría mencionar también a Soulsavers y muchos otros, pero como sucede con artistas como Mike Patton, la lista de colaboraciones se haría interminable.

A lo tonto, la carrera en solitario de Lanegan lleva más de 20 años de trayectoria desde que en 1990 saliese ‘The Winding Sheet’, su debut, en el que demostraba, como lleva haciendo desde entonces, que cuando él esta a solas, el blues-rock pantanoso (a veces más rudo, a veces más acústico) es lo que le trae de calle. Por otro lado, la electrónica nunca ha sido un elemento extraño en su música, haciendo aparición en el citado ‘Bubblegum’ o ya de manera más acusada en sus discos con Soulsavers.

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En ‘Blues Funeral’ parece que la hoja de ruta era crear un balance entre estos dos mundos, una especie de fusión. La idea aparentemente funciona en la inicial ‘The Gravedigger’s Song’, con un contundente ritmo y el célebre quejido bluesero de Lanegan, pero tras cortes como el etéreo ‘Bleeding Muddy Water’ o ‘Gray Goes Black’, que bien podría recordar a los Manic Street Preachers de la época de ‘Lifeblood’, la cosa empieza a desinflarse por momentos entre repetición de ideas no muy brillantes de por sí (‘St. Louis Elegy’, ‘Phantasmagoria Blues’) o básicamente falta de sustancia. Y esa sustancia que se echa de menos son las guitarras, el rock desgarrado que aparece con cuentagotas, por ejemplo en ‘Riot In My House’.

Evidentemente, cualquier medianía queda mejorada con su estremecedor aullido, pero éste no acaba de encajar en ritmos bailables como los de ‘Ode To Sad Disco’. En la segunda mitad del álbum levanta ligeramente el vuelo y es precisamente en los cortes que menos caja de ritmos y sintetizadores tienen: la rockera ‘Quiver Syndrome’ y las reflexivas ‘Leviathan’ y ‘Deep Black Vanishing Train’, donde sin ese confuso manto las emociones florecen verdaderamente y se llega a buen puerto. Ojalá el resto del disco hubiese sido así, entre acústico y distorsionado, entre agresividad y calma, oscuridad y luz. Como en ‘Field Songs’ (2001) sin ir más lejos, como mejor sabe hacer.

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Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘The Gravedigger’s Song’, ‘Quiver Syndrome’, ‘Riot In My House’
Te gustará si te gusta: mucho Mark Lanegan (tanto como para pasar por alto cualquier desliz), Soulsavers, The Gutter Twins
Escúchalo: Spotify

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