‘El Caldero‘ es el disco más Joël Iriarte de Joe Crepúsculo. No sé hasta dónde se puede decir que es el más personal en una carrera en la que cada LP es más inimitable que el anterior, pero Joël en persona tiene más que ver con la sencillez de su última referencia que con el barroquismo feísta de joyas como ‘Supercrepus‘ o ‘Chill out‘. A pesar de que la mezcla entre melodías altamente tarareables y lo fi de instrumentos midi me cautivó desde que lanzó ‘Escuela de Zebras‘, nunca he sabido si me estaba tomando su música demasiado en serio. Cuando nos presentamos le pregunté cómo le había ido en el acústico que había hecho en ‘Disco Grande’ de Radio 3 apenas unas horas antes y me confesó que había estado muy nervioso solo él con su teclado. Tras esta entrevista me da la sensación de que su música es como análoga a un niño que queda fascinado por una película en el cine y luego quiere hacer algo parecido con su cámara Super 8.
Has estado un año grabando ‘El Caldero’ tú solo, sin colaboraciones.
No ha llegado al año de trabajo, pero empecé con las canciones antes de que saliera ‘Nuevo ritmo’. Lo hice con calma y dejando que reposaran, quería ver sus posos. Daba paseos escuchando el disco entero y fui puliendo los temas, sin prisa. Me dio tiempo para fijarme en muchos detalles. Por ejemplo, en la batería buscaba un sonido tosco, donde el tom estuviera muy alto, quería que los crashes y los platos lo estuvieran también. Y lo de hacerlo solo… Había una canción con Sergio [Pérez, de Thelemáticos y productor de ‘Chill Out’ y ‘Nuevo Ritmo’, además de su compañero de directo] en la que tocaba la guitarra, pero la acabé quitando porque no la veía dentro del conjunto del disco. Podía haber pedido una colaboración, pero no se dio, me gustó como estaba.
Todos los instrumentos los tocas tú.
Sí. Hay pianos, bajos, teclados… pero lo que no hay son guitarras.
¿Tenías una idea clara del sonido que querías?
La fui cogiendo con el paso de los meses. Iba escuchando, veía por dónde quería que sonara, cambiaba muchos detalles… Yo creo que fui teniendo esa idea más hacia el final. Estar tanto tiempo buscando un sonido ha sido una cosa muy divertida para mí. No sé si lo volvería a hacer porque estás como unos meses pendiente (risas). Pero estoy contento con el resultado.
¿Empezaste a componer después de ‘Nuevo ritmo’ o ya tenías algunas canciones guardadas?
Había alguna que ya tenía escrita, pero la mayoría son nuevas, de 2011. Conforme iba haciendo el disco iba haciendo las canciones.
En una entrevista dijiste que algunas letras las tomabas de libros, de canciones que traducías, etc. Pero en este disco hay versos que son puramente tuyos. Por ejemplo, en ‘Amor de fuego’ dices algo genial como: «que me hagas girar como la máquina de kebabs».
Ese estilo de escribir se daba cuando estaba en mi anterior trabajo, en el que tenía mucho contacto con libros antiguos, pero sí que ha cambiado un poco, igual no me fijo tanto en esas cosas… Con ‘La Higuera’ sí que tomé dichos populares, pero nada más. Bueno, en ‘Supercrepus’ no era todo de aquella forma, solo alguna canción. Cada uno tiene su forma de hacer letras, y la de los kebabs lo hice aposta pensando que era una cosa que sonaba accesible para todo el mundo, que conocemos. Meterlo en una canción me hacía gracia.
Hay muchas canciones de amor.
Hay varias que no lo son. La que canto en catalán no es de amor, es más bien una canción triste, ‘La Higuera’ podría tener una segunda interpretación de amor o más sexual, pero no habla de amor… ‘Garras de metal’ tampoco, aunque se podía entender como amor, ‘Avena loca’… Pero el amor es algo que agrupa todo, me gusta hacer canciones de amor porque se habla de una forma directa, simple, pero a la vez tiene sus riesgos, es fácil ser un poco cursi o pedante…
Por eso metes el kebab, para evitar la cursilería.
Bueno, en las de amor no suelo hacerlo, solo en la de ‘Amor de fuego’. Pero sí me gusta correr por esos terrenos.
Hay gente que compara ‘El Caldero’ con ‘Supercrepus’, pero a mí me parece que tiene más que ver con ‘Nuevo Ritmo’.
Mucha gente lo dice y de hecho hay semejanzas por el hecho de llevar la caja de ritmos y por haberlo producido yo, pero creo que ‘El Caldero’ es una mezcla de todos los discos y en el que he buscado un sonido más depurado, más limpio, y sobre todo quería poner en práctica mucho de lo que he aprendido con Sergio, con ‘Nuevo Ritmo’, ‘Chill Out’… Me fijaba cómo lo iba haciendo, preguntaba… Con este lo he querido hacer yo y he visto que era posible. Con Sergio quiero trabajar más pero aquí quería vérmelas yo solo.
Pero ‘El Caldero’ no es tan barroco como ‘Supercrepus’ o ‘Chill Out’.
En verdad buscaba más un sonido estandarizado, donde funciona muy bien batería, bombo, ese sonido tosco que te he dicho antes, con redobles en que se nota que no toca un batería. No ha sido premeditado, simplemente quería hacer lo que me apetecía en ese momento, mezclar órganos con pianos, con wurlitzer, con rhodes. Hay muchas capas de piano que están ahí metidas, enterradas.
De hecho, en cuanto a teclados, me recuerda mucho a grupos de finales de los setenta y principios de los ochenta.
A mí me gusta mucho el sonido del wurlitzer, el de Supertramp, que es wurlitzer con un poquito de chorus, y lo he metido por ahí, mezclado con rhodes, con farfisas, con hammonds… Igual a mí sí que me parece un poco barroco, pero es cierto que podía haber grabado más (risas).
¿Qué te parece ‘Nuevo Ritmo’ un año después de su publicación? Sorprendió a todo el mundo, aunque a mí no me parece tan rompedor.
Lo estuve escuchando hace una semana, por comparar, y me encanta. Ya me encantó en su momento, es un disco que me gusta mucho. Lo hicimos entre Sergio y yo a medias y estoy contento con el sonido, con las colaboraciones… Sí que es verdad que no fue muy bien acogido, pero no sé, yo estoy contento.
Te sientes más cómodo cantando ahora? Porque parece que en ‘El Caldero’ cantas mejor pero que también te lanzas más.
Sí, creo que esto entra dentro de lo que te decía antes de aprender un poco, tanto con el sonido como otras cosas como lanzarte a cantar. Desde el primer disco he aprendido, ‘Escuela de Zebras’ es muy fresco e inmediato pero en este he tenido que cantar y trabajar más en cómo sonaba la voz.
¿Ya no doblas tanto las pistas de voz como en otras ocasiones?
Están como las anteriores pero canto de forma más parecida. Hay dos, un poco paneadas, en alguna no la hay, en ‘Una Semana Con Los polis’ o ‘Quan Tothom S’ha Marxat’ hay una voz solamente, pero en las demás hay dos. En los estribillos hay una o más dependiendo de los tonos…
Volviendo al tema de Supertramp, Dire Straits y este estilo de grupos de los setenta y principios de los ochenta, que te gustan mucho… Es como la música que escuchaban nuestros padres, ¿no? ¿Lo ves así, como la música que te gustaba de pequeño y ahora quieres buscar algo parecido?
Sí, es la música que le gustaba a mis padres. Lo de la música de los padres es divertido, cuando era pequeño me acuerdo de que mi padre me ponía mucho a Yes, y yo los odiaba, odiaba esos momentos de quince minutos de solo, el solo de teclado, el solo de guitarra… y para mí era algo infernal. Pero con el paso del tiempo me he descubierto escuchando discos de Yes y disfrutándolos. Igual tiene que ver con el hacerse mayor. En la adolescencia niegas estas cosas, y luego… No sé, igual al hacerte mayor te das cuenta de que esas cosas forman parte de ti, te gustan, las aceptas y dices: «me voy a poner el ‘Relayer’ [LP de Yes de 1974]».
Te trae buenos recuerdos y dices “no era tan malo”.
La música de Genesis, Yes, Supertramp, Alan Parsons Project… Era la de nuestros padres y a mí me gusta. Soy muy continuista con la tradición familiar.
¿Es lo que intentas conseguir, más o menos? Me da la impresión de que este disco es muy clásico…
No lo intento, de hecho no pienso en cómo va a sonar hasta que la canción no empieza a hacerse. La influencia es una cosa que todos llevamos en un lugar muy oscuro y que no sabemos cómo funciona. Si una banda te dice que tiene unas influencias, en verdad lo que te está diciendo es que son las influencias que le gustaría tener. Tus influencias pueden ser desde una canción que acabas de escuchar en los anuncios de televisión o cualquier otra que te venga en la cabeza, que acabas de escuchar en Cadena Dial.
Hablando de todos estos grupos y de los ritmos latinos de tu anterior disco, sorprende porque estas dos son referencias que no suelen gustar a la gente que en un principio te escucha. Por ejemplo, parece que el que te guste el rollo latino para los indies es casi un pecado.
Hay gente cerrada en todas partes, en el heavy y dentro de los mods y de los rockers también. Lo bonito de la música es abrir fronteras. A mí me gusta mucho la rumba y eso no tiene por qué contradecir el hecho de que me guste Yes o Héctor Lavoe, por ejemplo. Es mucho más bonito para todos, para los oyentes, para los músicos, romper todo esto de los gustos.
¿Nadie te ha dejado de hablar por decir que no te gusta Joy Division?
Sí que me gustan, lo que pasa es que hubo una entrevista y se puso un titular un poco desafortunado. Quería decir que no me gustaba el poso que había dejado Joy Division, esa influencia, esa estela que había dejado.
¿Desde cuándo vives de la música?
Desde ‘Supercrepus’.
Cuatro años. ¿Es arriesgado dedicarse a la música ahora? Me refiero a la doble vertiente de encontrar tu camino, por un lado, y guste a la gente, por otro.
He tenido la suerte de poder hacer lo que he querido siempre y salir a la superficie y me considero afortunado por ello, no tengo ninguna palabra mala. No es como tener un trabajo estable, pero es que hoy en día, por lo que vemos en las noticias y por los amigos, ¿qué hay estable? Estás en una fábrica y al día siguiente te echan, estás en un diario y al día siguiente no… La música tiene un poco eso de no saber si te va a ir bien en los tres siguientes meses, pero es una aventura que me vale la pena vivir.
Cuando compones y cuando grabas, ¿te planteas llegar a la gente?
Nunca. Cuando compongo tengo que estar contento con lo que hago y nunca he mirado por el público, creo que eso es bueno, que disfrutes con lo que haces. Yo no podía estar aquí ahora intentando hablar de una cosa que he hecho para venderla. Me daría un poco de vergüenza.
¿Y no has tenido nunca la presión de dar un número determinado de conciertos, salir de gira y demás, por vivir de esto?
No, nunca he tenido la presión de tener que hacer un disco, de gustar a más gente, y por eso me siento afortunado de poder hacer lo que quiero y vivir de ello… hasta ahora.
Ya no haces canciones que se puedan pinchar a las 3 de la mañana.
Hombre, si a ‘Enséñame a amar’ le subes el pitch un poco sí (risas). Tiene un bombo guay, y si le subes unos 10 bpm…
A lo mejor se podría hacer una remezcla.
Sí, estaría bien, ‘El caldero mix’ (risas).
¿Escuchaste la versión de Russian Red de ‘La canción de tu vida’?
Sí, me gustó mucho. Me hizo ilusión que lo hiciera y me gustó, me hizo gracia.
¿Te planteas hacer una versión suya? ¿Qué versiones has hecho?
Cuando cante en castellano, si lo hace, ¿por qué no? He hecho versiones de El Último de la Fila, ‘No me acostumbro’, que salía en ‘Supercrepus’; en los directos he hecho versiones de Luis Eduardo Aute, ‘Al alba’… Con Nudozurdo hicimos una versión para el Día de la Música hace unos años. En realidad, podría hacer más versiones. Cuando Russian Red haga una canción en castellano…
¿En el directo vas a seguir con Sergio, vais a cambiar la forma de plantearlos?
Sí, vamos a seguir juntos. El estilo lo cambiamos en cada disco, ahora estamos trabajando en ello porque hasta marzo o abril no tocaremos y después de este ataque de rollo latino estamos vaciando el sampler de congas. Queremos volver un poco a la simplicidad y buscar la contundencia con ritmos más simples. Él con la guitarra, yo con el teclado y… bueno, presentaré el disco, pero a la vez tocaré las canciones que le guste a la gente de los otros discos y sobre todo quiero que la gente lo pase bien.
¿Te plantearías tocar con orquesta?
Sí, de hecho hace un par de años en el Primavera Sound tocamos con Los Destructores y lo pasamos muy bien.
Te lo digo porque ‘La Fuerza de la Vida’ suena muy de orquesta.
Sí, de orquesta de pueblo, estaría bien. Con acordeones, trompetas, bailarinas… todo el set, para las fiestas mayores de Alicante, sí que sí. De momento estoy muy a gusto con Sergio, nos lo pasamos bien tocando y la gente igual. Ahora estamos trabajando en cómo lo hacemos, cómo lo acabamos de rematar, pero creo que iremos los dos y haré algo bailable, tendrá un poco como de verbena pero también presentando colaboraciones nuevas.
¿Sigues colaborando con Tarántula?
Sí, están grabando el disco nuevo y yo he estado ahí ayudando con la composición. Pero no giro con ellos desde hace un año y medio. Vicente [Leone] hace las letras y nos hemos juntado en casa de Dani [Descabello] para darle forma a las canciones. Yo he tocado con el hammond de Dani y hemos hecho las canciones entre todos. Se van a poner a grabar dentro de muy poquito, no voy a estar ni en la grabación ni en los directos pero de alguna manera sí que voy a estar y sí que me hace ilusión.
¿Acabasteis David «Beef» Rodríguez y tú el proyecto de Junco y Diamante, de hacer una canción por cada comarca catalana?
No, estamos en ello, quizá este año lo hagamos. Son cuarenta y pico comarcas y llevaremos hechas unas treinta. Hemos vuelto a cogerlo con fuerza y ahora habrá cosas que decir.
Una última pregunta, un poco tópica pero que en tu caso me interesa mucho, ¿qué estás escuchando ahora?
Un poco de todo, pero sigo escuchando a Bob Dylan, música clásica… Ayer mismo estuve escuchando el último disco de Klaus & Kinski, que salió el mismo día que ‘El Caldero’ y no lo había escuchado por estar de promoción, y me pareció impresionante. Voy escuchando cosas que van saliendo, también Dr. Feelgood, Lynrd Skynrd, Bambino cuando me apetece… Voy de flor en flor.
Joe Crepúsculo actuará en la próxima edición del San Miguel Primavera Sound.
Foto: Eskenazi Encursiva