Rafael Berrio es probablemente uno de los autores más interesantes que ha dado el pop del País Vasco. Pionero del original «Donosti Sound» con UHF, continuó su carrera con los proyectos Amor a Traición y Deriva. La gran sorpresa llega con ‘1971‘, un álbum conmovedor e impecable con el que muchos realmente lo descubrimos, esta vez bajo el nombre de Rafael Berrio. Actualmente se encuentra en plena grabación de un nuevo álbum con la dirección técnica de Jose María Rosillo y con la inestimable colaboración de Joserra Senperena (que ha trabajado con La Buena Vida, Duncan Dhu, Jabier Muguruza o Alondra Bentley por citar algunos de la interminable lista de nombres). Se prevé su salida para finales de este año o principios del que viene. Además, acaba de arrancar junto a Maite Arroitajauregi de Mursego el proyecto ‘Phantasma’, una delicatessen de textos musicados (o canciones recitadas, según se quiera ver) con una puesta en escena de gran peso visual.
Errante, bohemio, amigo de sus amigos, humilde, apasionado, cercano y gran conversador es como se muestra Rafael Berrio en la charla que mantuvimos con él recién terminada su jornada de grabación. Charlamos sobre sus influencias, sobre su nuevo disco, su trayectoria y sobre aquella explosión pop a finales de los 70 y primeros 80 que se dio en San Sebastián y posiblemente cambiara el rumbo de lo que más tarde se convertiría en uno de los más importantes referentes musicales para muchos de nosotros. Hoy viernes 15 de junio tenemos una nueva oportunidad para disfrutar de su directo. Estará actuando en el Rincón del Arte Nuevo a las 22:00h, en la castiza calle Segovia de Madrid.
Te pillamos recién salido del estudio ¿cómo va la grabación del nuevo disco, de nuevo con Joserra Senperena?
Rafael Berrio: «Llevamos 3 días, estamos todavía en la primera fase. Tenemos 11 canciones nuevas que van a ser muy potentes.»
¿No llevas más canciones para descartarlas luego?
RB: «No, no, lo llevo siempre todo muy cerrado. Ufff… eso de componer 20 canciones es un disparate, me cuesta un montón.»
Y además con esa intensidad…
RB: «Razón de más. Si canciones puedes hacer con cuatro acordes, pero yo es que soy muy maniático…»
Háblanos de esas nuevas canciones.
RB: «‘La alegría de vivir’ está incorporada en el repertorio en directo desde hace tiempo. Hay 2 canciones que ya las tenía con el disco de ‘1971’, que fueron las últimas en salir y no entraron en el disco. Luego hay una canción que hemos hecho a medias Mikel Erentxun y yo, ‘Sé libre, sé mía’, letra mía y música de Mikel. Y después 8 nuevas. Están todas en la onda de ‘1971’. Este disco lo he hecho más rápido, hasta ahora me llevaba casi 5 años hacer un disco, pero -aun así- creo que éste va a ser definitivo.»
¿Será un disco continuista?
RB: «Sí, pero será quizás más afrancesado. Hay como 4 valses -aunque yo no sabía que eran valses hasta que Joserra Senperena me lo dijo, claro- un poco al estilo de Jacques Brel.»
Eres un gran apasionado de los cantantes franceses, ¿cuáles son tus favoritos?
RB: «Barbara me parece la mejor. Mejor incluso que Brel, que puede acabar siendo muy teatral y engolado. Aznavour también es grandísimo, me encanta. De Gainsbourg, aunque participé en un disco de versiones suyas en euskera, no te creas que conozco tanto su obra. Eso sí, para la próxima vez ya prometo alejarme de esto y hacer un disco de rock.»
Sí, porque en algunos conciertos te hemos visto hacer algunas versiones más rock de las canciones de ‘1971’…
RB: «Al principio lo presenté en formato trío, más próximo al sonido del disco, con piano, viola y guitarra, pero últimamente estoy girando solo en plan cantautor, que es muy cómodo.»
Un formato que te permite recitar, que es algo que te encanta, ¿no?
RB: «Sí, realmente me gusta más que cantar. Precisamente acabo de estrenar en San Sebastián -dos días antes de venir a Madrid- ‘Phantasma’, un proyecto con Maite Arroitajauregi (Mursego) que consta de trece números recitados. Lo presentamos en la última edición del Homeless Festival en un teatro maravilloso de un seminario fantasmagórico. Maite toca la loop station sobre textos recitados, un piano Bontempi de juguete, una melódica y, sobre todo, el chelo y yo la guitarra eléctrica. Todo con unas videoproyecciones con nuestros propios «fantasmas»… bueno no voy a decir más. Es una cosa muy arty, muy neoyorkina.»
¿Vais a mover este proyecto, ‘Phantasma’?
RB: «Sí, esto fue como un preestreno, en otoño queremos girar y, a ser posible, traerlo a Madrid. Eso va a generar un pequeño conflicto con la salida del nuevo disco, pero voy a intentar retrasar un poco el disco para poder salir a girar con ‘Phantasma’.»
¿Y también vais a grabarlo?
RB: «No, es sólo para escenarios, no queremos grabarlo. Es más un espectáculo, diría que de terror… pero es más una misa nihilista que otra cosa.»
Entonces, ¿te consideras más músico o letrista?
RB: «Creo que no conviene ser buen letrista. Cuesta mucho hacer la música, tanto como la letra, y si eres muy buen letrista nadie se acuerda luego de ella. Muchas poesías musicadas no funcionan en absoluto. Jamás diré que hago poesía, hago canciones.»
Pero, por ejemplo, a Leonard Cohen se le considera poeta…
RB: «Ya, pero tiene grandes melodías… Bueno, más que melodías, tiene grandes tonos. Sobre todo es eso, el tono. El caso de Cohen no es el mismo que el de Brassens, más poeta que otra cosa, por ejemplo.»
El cambio a ritmo de vals en ‘Las mujeres de este mundo’ recuerda bastante al Cohen de discos como ‘I’m your man’, ese es el tono al que te refieres, ¿no?
RB: «Sí, ése es un arreglo de Joserra.»
Joserra Senperena: «Y el de ‘Mis Amigos’ es de Rafa. Músicalmente pasan muchas cosas. Como normalmente en el pop a las letras no se le dan importancia por eso llama la atención, pero son las dos cosas.»
RB: «Yo primero hago las letras, pero hasta que no encuentro la música que encaja perfectamente no paro, no me conformo.»
Respecto a letras, es complicado ver una carga referencial tan grande como ‘El amor es una cosa rara’, con los homenajes claros a -entre otros- Miguel Hernández, Gabriela Mistral o Fernando Pessoa.
RB: «Sí, esa canción en concreto es un acertijo de poetas.»
Pero en ‘Mis amigos’ acudes al “spleen” baudeleriano… ¿No te da miedo que cosas como esas se entiendan y se pierda parte de tu universo referencial?
RB: «Me da igual, yo escribo para mis amigos. Esa canción yo la escribí pensando especialmente en Diego Vasallo.»
La mayoría de lectores de esta web sólo conocerán a Diego Vasallo por Duncan Dhu.
RB: «Diego es mi amigo. Tiene una carrera admirable, interesantísima, sabiendo muy bien lo que quiere. Pero Joserra lo conoce de mucho antes y lleva colaborando con él desde hace muchos años. Musicalmente estamos en el mismo tipo de canciones. Nos une el uso de valses, la importancia de las letras… He cantado ‘La vida mata’ de Diego y la siento como mía.»
JS: «Pero yo creo que musicalmente sois muy diferentes, Diego es más sencillo, y, además, sus canciones no tienen ni rastro de humor, es negro como el carbón.»
RB: «Yo creo que sí que se ríe algo de sí mismo, de una cierta decrepitud, una especie de regodeo de la decadencia.»
¿Y el disco de Diego Vasallo con Roger Wolfe?
RB: «Ese disco es una clara influencia para el proyecto de «Phantasma». Cuando yo vi recitar a Roger Wolfe dije: «esto es lo que yo quiero hacer».»
Hablando de gente de la escena de San Sebastián, como Diego Vasallo… A UHF, tu primer grupo a principios de los 80, se le considera Donosti Sound. Para la mayoría de la gente de nuestra generación, Donosti Sound es La Buena Vida, Le Mans…
RB: «Eso es el segundo Donosti Sound, casi con más repercusión. Son cosas distintas aunque no tenemos nada en contra. Yo admiro mucho a Ibon Errazkin desde Aventuras de Kirlian, por ejemplo. Eran muy frescos, como lo que hacíamos nosotros pero en bueno. El primer Donosti Sound coincide con la movida madrileña, la transición y esas «pequeñas movidas» que hubo por toda España. A nosotros nos influenciaba tanto la nueva ola como el punk. La etiqueta la inventó Santi Ugarte (Santi Records) en el 79 u 80.»
¿Y qué pasó con ese movimiento?
RB: «Es un tema delicado. Veníamos de los cantautores protesta vascos y el rock sinfónico, a los que despreciábamos. Nosotros fuimos como un relámpago pop entre eso y el rock radical vasco, que arrasó con todo. Pero nosotros cantábamos en español, llevábamos los pelos de colores, nos perdía la imagen, estábamos en otra movida muy diferente al rock radical, que era más político y a mí particularmente me horrorizaba. Duncan Dhu era una cosa un poco diferente, algo posterior, pero provenía de ese primer Donosti Sound.»
Pero tú eras punk, ¿no?
RB: «Sí, pero no me interesa el punk político del rock radical. Lo más punk que hay para mí es la Velvet. Es mi influencia más importante. En Amor a Traición estábamos especialmente obsesionados con Lou Reed, por ejemplo. Les he visto en directo incluso, en París en el 93… aunque ahora ya no puedo escucharlos, me da una pereza horrible.»
¿Y después, desde UHF hasta ‘1971’?
RB: «Nos hicieron luz de gas. Estuve todos los años 80 en la sombra en locales de ensayo mientras que el rock radical de expandía. En San Sebastián -una isla con respecto a la provincia- siempre se ha hecho pop, pero no se le prestaba atención. O, si se le hacía algo de caso, era desde Madrid. Y me da rabia porque en los 80 monté Amor a Traición y teníamos un repertorio cojonudo.
En el 91 me grabaron mi primer disco, con Amor a Traición y en el 94 saco ‘Una canción de mala muerte’. Sigue llamándose Amor a Traición pero no está el guitarrista. Aquí conozco a Diego Vasallo que financia el disco a través de su discográfica Galerna.
En el 99 grabo ‘Planes de fuga’ bajo el nombre de Deriva, con el sello valenciano Criminal Records. Yo creía que ya tenía por fin una compañía, pero el dueño desapareció para siempre, dejó todas sus cosas, su familia y se esfumó para siempre. Sólo se sabe que está vivo.»
Ya y el disco se llamaba ‘Planes de fuga’…
RB: «No existen copias, es un disco muy raro. Lo produjo mi buen amigo Iñaki de Lucas (productor de La Buena Vida, por ejemplo) que por entonces se había comprado unos aparatos digitales y quería probarlos a toda costa. Así que acabamos haciendo una cosa así con máquinas, samples, efectos con la voz, rollo trance… como electro rock.
Luego ya ‘Harresilanda’ en 2005 y también bajo el nombre de Deriva y con Iñaki de Lucas. Pero ya mucho más orgánico, como un precedente de ‘1971’. Me junto con Joserra Senperena y me anima mucho a componer, haciendo que trabaje de manera más sistematizada. Joserra es un músico de partitura que entiende el lenguaje del rock. En el País Vasco este disco tuvo algo de éxito e hicimos un videoclip de ‘Algo delicado y difícil’. Este disco lo compuse en una caravana.»
¡Una caravana!
RB: «Más o menos, de 2000 a 2005 estuve viviendo en una «mobile home» en mitad de la nada, sin buzón ni nada. La verdad es que me gusta vivir en sitios raros. Antes estuve cuatro años viviendo en un despacho de abogados. Una habitación de oficina con todo eléctrico, con el baño en el pasillo…»
Esas aventuras nos recuerdan a lo que comentaste alguna vez que de provenías de una familia de gitanos vascos…
RB: «Sí, la familia de mi padre eran gitanos vascos, errabundos, y hablaban erromintxela, una especie de mezcla de romaní y euskera. Mi hermano es periodista y estuvo unos años investigando el tema. Mis padres vivían en París, porque en la familia de mi madre emigraron todos allí, pero regresaron cuando nació mi hermano.»
¿Tu hermano se puede considerar tu pigmalión?
RB: «Sí, desde luego. Mi hermano es poeta secreto, que no publica, y escribió algunas letras de Amor a Traición. Ahora no emite ningún juicio, ni bueno ni malo, sobre mi música. Yo creo que no le gusta.»
Y después de ‘Harresilanda’ ya llega ‘1971’, con tu nombre.
RB: «Me lo tomé más en serio gracias a Joserra. Me ha sorprendido que le haya gustado a generaciones posteriores. Me parece muy gracioso que salga en un sitio como JENESAISPOP cuando yo mismo me considero un carroza que no está al día de nada.»
Justamente respecto a tus influencias, ¿nos hemos dejado algo?
RB: «Bob Dylan también me gusta muchísimo. Y me gusta escuchar Radio Clásica. Pero no soy muy de influencias, tengo unas lagunas enormes, escucho muy poquita cosa. Y de unos años a esta parte no escucho nada. Me encanta oír hablar a Joserra Senperena y Diego Vasallo porque siempre están a la última y tienen una cultura musical enorme, de antes y de ahora, pero yo no conozco nada.
Además en mi casa estoy condenado a no escuchar música, estoy escribiendo letras y si pongo música me despisto. Creo que no conviene componer muy influenciado por otras cosas, yo prefiero seguir una línea personal. Y reconozco que si escucho algo muy bueno, me desmoralizo un poco.»
¿Vives profesionalmente de la música?
RB: «¡No! Bueno este año vivo un poco mejor pero yo siempre he sido ama de casa. También es que soy muy sobrio, siempre al borde de la bohemia. Ahora vivo en una buhardilla en San Sebastián que perteneció a mi abuela.»
¿Qué te gusta más componer, grabar o actuar en directo?
RB: «Actuar me trastorna mucho, me da pereza, por lo que no toco casi nada, aunque a veces te lo pasas bien. Grabar me gusta mucho, el sonido, ver cómo se va construyendo un disco. Pero creo que lo más bonito del oficio es estar tú solo en el local de ensayo… es la creación pura. Aunque todo es angustioso, eh.»
Tu disco se ha agotado y tu discográfica Warner no lo reedita ¿cómo ves la industria musical?
RB: «No me parece mal que todo se haya convertido en algo más amateur. Como yo nunca me he sentido músico ni del oficio ni nada… siempre he estado como al margen, me financio mis propios discos y cobro una miseria de Autores. A mí la situación actual me parece lo normal. Entiendo que la gente profesional se queje muchísimo y acusen la crisis pero a mí lo cierto es que no me afecta porque nunca me he dedicado profesionalmente a esto, cosa que -aparte- debe de ser horroroso. La verdad es que yo siempre he compuesto con el único objetivo de impresionar a mujeres y complacer a mis amigos. » Carlos Úbeda y Angèle Leciel
Foto: Thomas Canet