Es imposible entender por qué una película que se alzó con el Gran Premio de la Semana de la Crítica en el pasado festival de Cannes se va a estrenar sólo en 12 salas. Siendo su director español y con semejante galardón en el currículum cualquiera podría pensar que la promoción para atraer a la gente al cine ya estaba hecha. Pero hay películas que nunca serán joyas inmediatas aptas para todos los públicos, y ‘Aquí y allá’, el debut en largo de Antonio Méndez Esparza, es una de ellas. Y no precisamente por lo que cuenta, sino por cómo está contada.
Con un planteamiento que la hace parecer casi un documental, ‘Aquí y allá’ narra la historia de Pedro, un hombre casado y con dos hijas que después de una larga temporada ausente trabajando en Estados Unidos vuelve a su pequeño pueblo mexicano para intentar ganarse la vida formando un grupo musical. Una idea que parece sencilla hasta que descubre que los años pasados lejos de sus raíces lo han cambiado todo: su entorno, su familia y, sobre todo, a él, que siente que no pertenece a ninguno de los dos mundos.
Una historia dura de por sí a la que Méndez Esparza añade frialdad con su puesta en escena, que mantiene la cámara siempre alejada, inmóvil, como espiando en largos planos secuencia que nos invitan a ser partícipes de un mundo incómodo que sabemos que, de momento, no es el nuestro. Un estilo que recuerda mucho al de Jaime Rosales. Nombre que por supuesto no abandona la cabeza durante toda la proyección puesto que ambos directores consiguen lo mismo del espectador: hacernos creer que no está pasando nada en pantalla hasta que los títulos de crédito aparecen y, al levantarnos de la butaca, sentimos el peso casi físico de una angustia que antes de entrar no traíamos puesta. 7,5.