Artista: Alizée
Álbum: Gourmandises.
Sello: Polydor / Universal (2000)
Puede que parezca absurdo defender como Clásico Que Nunca Lo Fue un disco que vendió un millón de copias sólo en Francia y fue disco de platino en media Europa. Pero esta sección no pretende reivindicar discos que no vendieron, sino discos que merecen ser valorados como piezas brillantes de la historia del pop, y al debut de una chica de 16 años manufacturado por un equipo de productores rara vez se le otorga ese estatus. Sin embargo, estamos ante un disco clásico del pop electrónico europeo de los años dos mil, además de un hito muy importante en la trayectoria de Mylène Farmer, esa gran desconocida de los aficionados al pop en España.
Alizée surgió como por ensalmo en verano del año 2000 en la pantalla de mi televisor mientras veía con mi novia un programa de variedades de la cadena TV5 Satélite: una niña delgaducha y de frente despejada interpretando con encanto inconsciente una canción en la que se declaraba una Lolita, y que sonaba a tecnopop de los 80 años antes de que llegase su restauración como sonido «cool», un anacronismo como sólo se dan en Francia, que goza de una sanísima escena donde el tiempo no pasa, totalmente paralela a la vanguardia pop que ha hecho a ese mismo país famoso. Hay que recordar que este ‘Gourmandises’ se publicó meses antes que el ‘Discovery’ de Daft Punk (2001), que poco más o menos definió el sonido de buena parte del pop desde entonces hasta hoy.
Pero volvamos a Alizée: lejos de prácticamente crear un estilo nuevo (como hicieron Daft Punk), esta jovencita corsa revivió en el año 2000 esa figura esencial de la tradición pop francesa, la «Lolita», engarzando con una larga sucesión de cantantes que incluyen desde France Gall en los 60 a Vanessa Paradis o Lio en los 80. Frente al televisor, mientras se desvanecían los últimos compases de ese «playback» televisivo, casi se podía oír el entrechocar de los huesos de Serge Gainsbourg en el cementerio de Montparnasse clamando por salir para escribirle una canción. En realidad la canción se la había escrito la mencionada Mylène Farmer, mitad de ese legendario dúo de compositores que completa Laurent Boutonnat, heredera de Gainsbourg si no exactamente en lo musical, sí en lo letrístico como veremos.
‘Gourmandises’, al más puro estilo de las multinacionales en la era dorada (todavía) del Compact Disc, es toda una superproducción para lanzar a un ídolo adolescente con guiño incluido al público adulto (consumidor de Lolitas desde los 60 y con muchos fans de Mylène Farmer entre ellos). Un disco que se abre con la previsibilidad de un producto comercial: son los célebres compases de sintetizador de ‘Moi Lolita’ los que lo inician. Pero es también una elección (crono)lógica: se trata de un tema que Farmer y Boutonnat tenían escrito desde años atrás, a la espera de una intérprete quinceañera que les convenciese suficientemente. La encontraron cuando Alizée participó en el concurso televisivo de jóvenes artistas ‘Graines de Star‘. Al oírla cantar creyeron tener a su Lolita, cosa que se corroboró en la correspondiente audición.
Como canción es uno de los grandes clásicos del europop de los años dos mil, y probablemente la última gran composición de Farmer/Boutonnat: si hay un reverso de este gran disco es que es un poco el canto del cisne de la mejor época del dúo. A partir de ese punto sus musas comenzaron un lento abandono. Eso quizá da todavía más valor a este gran single: línea de bajo que Tennant y Lowe envidiarían, estrofas brillantes y estribillos de melodía perfecta, sintetizadores entonces gloriosamente anacrónicos y hoy gloriosamente retro, y producción perfecta.
Y además, una letra intrincadamente ingeniosa, en el más puro estilo de Gainsbourg y sus juegos de palabras homofónicos: “me llamo Lolita, colérica, no soy mitad algodón mitad lana” (“mi-coton mi-laine” es un guiño a la propia My-Lène). Y como en todos los productos de la factoría Farmer/Boutonnat, vídeo dirigido por él, que hizo hasta las fotos de portada e interiores.
La cara A de este disco de duración clásica continúa con cuatro joyas de puro pop: ‘Lui ou moi’ es la balada perfecta para seguir al pepinazo anterior, de hecho hasta la secuencia de acordes es similar. Melancolía marca de la casa en una canción sobre los amores adolescentes que miran a los años infantiles con añoranza (“busco reencontrar dentro de mí las canciones en corro, pero los caballos de madera están fríos”). Durante la preparación del disco Mylène Farmer charló con Alizée profusamente, y esas conversaciones dieron lugar a letras como ésta. Tras ‘L’Alizé’, que fue segundo single y número 1 en Francia (una canción sobre esos vientos alisios que dan el nombre a la cantante) llega ‘J.B.G.’. Es una de las mejores y más sorprendentes piezas del disco, una excursión temática que Farmer sólo se podía haber permitido escribiendo para una joven cantante como Alizée. Las letras del título representan las siglas de James Bond Girl, en otra canción de pop perfecto que debió haber sido single, y que comienza con un motivo de guitarra inspirado en el célebre ‘James Bond Theme’ de Monty Norman. De hecho ambas canciones encajan perfectamente (yo solía pincharlas juntas por aquellos años).
‘Mon maquis’ concluye la cara A. Es un quasi-rap electropop con un ritmo que la hoja de promo del disco calificaba como trip-hop. Una descripción que seguramente la hace sonar horrible, y sin embargo es una delicia que combina esos tres elementos con los que Neil Tennant soñó construir el futuro del pop (ver último nº de la revista Mojo): hip hop, electropop y emoción.
‘Parler tout bas’ abre la cara B, una eurobalada impecable, de excelente melodía en el estribillo, y la canción perfecta para separar a fans y detractores de Alizée y el mundo Farmer en general. Si te gustan las baladas ochenteras con raíces en la música melódica de los 70, esta es tu canción:
Si no, no tenemos mucho más que hablar, y tendrás que esperar otras dos semanas al siguiente «Clásicos». ‘Parler tout bas’ permite además apreciar la variedad de registros de la voz de Alizée, incluso en los más agudos, más disfrutables que los habituales de Mylène, que a veces llega a extremos casi de lírica que no son para todos los paladares. El timbre de Alizée es de hecho uno de los grandes hallazgos de ‘Gourmandises’, y es explotado apropiadamente durante todo el disco.
‘Veni vedi vinci’ es otra inspirada pieza pop de Boutonnat/Farmer. Se abre con el verso “un zeste de felicité”, que luego deriva en «un zeste de citron» en inequívoca referencia a Gainsbourg y su ‘Lemon Incest’ («un zeste de citron» -una corteza de limón- suena igual que «inceste de citron», ocurrencia que dio lugar a la canción de Serge). Curiosamente, frente a la cuestionable sexualización que aquel hizo de su hija Charlotte, Alizée fue lanzada de forma más respetuosa: más allá del título ‘Moi Lolita’, los textos de las canciones y la imagen de la cantante no fueron apenas «explotativos». De hecho, hasta ‘Mes courants électriques’ (2003) no se vería a una Alizée sexy, ya con 19 años.
‘Abracadabra’ es otra de las joyas escondidas del disco, una canción de tono infantil, que parece casi una canción de France Gall pero adecuadamente actualizada con texturas de tecnopop. Los arreglos de la pareja productora, siempre imaginativos y musicalmente interesantes (preciosos arpegios de vibráfono) brillan especialmente en esta canción.
‘Gourmandises’ es la penúltima pieza, y fue el cuarto y último single. Una de mis melodías favoritas del álbum, y la más bailable posiblemente, con ese piano house, y beats más tecno que el resto. “Hay besos como los primeros, con sabor a salpicadura, sabor a ‘spleen’ / y besos robados en trenes de zarinas, los besos de un verano en los que la mano se encamina / pero los besos de Alizée son verdaderas golosinas”.
El disco concluye entre algodones de sintetizador, con otra preciosa pieza, ‘A quoi rêve une jeune fille’. Dulzura con campanas disonantes y sueños adolescentes sobre fundirse con un eco que te llevará alto y lejos.
El debut de Alizée sin duda la llevó alto y lejos: fue la presentación de una cantante adolescente con encanto que causaría impacto, aunque nunca volviese a superar este primer disco. Pero sobre todo captura a Farmer/Boutonnat en el cénit de su inspiración, un poco como Los Pet Shop Boys (inevitable volver a mencionarlos) en su «época imperial» de finales de los 80, escribiendo para Patsy Kensit, o Dusty Springfield. Un paralelismo que concluyo recordando que el ‘Disappointed’ de Electronic, cantado por Neil Tennant, lo inspiró el clasicazo ‘Désenchantée’ de Mylène (¡que no de Kate Ryan!), un bonito dato que cierra el círculo a modo de feedback mutuo. En ese contexto, ‘Gourmandises» es un clásico indiscutible del europop de baile.