«17 de enero de 2014. 23:51 h.
Grabar un disco es una cosa muy complicada. Te hacen falta colegas, una minimísima infraestructura, dinero, ganas, aprender a tocar (un poco) y canciones. Buenas o malas, pero canciones, maldita sea.
Grabar un segundo disco también es complicado. Ya no juegas el comodín de “es mi primerito día” y el listón sube. Y quieres hacer más y mejores canciones.
Hacer un tercer disco ya es otra cosa. Bueno, es lo mismo, pero por tercera vez. Ya hicimos un ‘Exposición Universal’ (2009) y ya hemos hecho ‘El Murmullo’ (2012).
¿Qué puñetas hacemos ahora?
La pregunta acojona, sobre todo porque no hay respuesta buena. Queremos hacer LO MEJOR que hayamos hecho nunca. Aunque guste gustar, da mucha rabia cuando alguien te dice que el disco anterior o las canciones antiguas le gustan más que las nuevas.
Esta vez entramos a grabar con las canciones más abiertas que nunca. Es una manera preciosa de decir que llegamos justetes. ‘El Murmullo’ lo trajimos milimetrado hasta el último golpe de caja y este disco queremos que sea absolutamente libre.
Hemos hablado de hacer esto, de no hacer lo otro… De hacer un disco más duro, menos sesentero, que luego en las reseñas nos da pelín de rabia el sambenito… Más psicodélico, más dreamy…
Pero a medida que hoy grabábamos ‘Cowboy’, la primera canción, la que quizá más enlaza con el espíritu de ‘El Murmullo’, nos hemos dado cuenta de que vamos a hacer lo que nos pida el cuerpo. Si la canción pide un dabadá o un farfisa (¡tope sixties!), se va a meter. Si en otra queremos hacer stoner, lo vamos a hacer. Si queremos hacer una canción sobre una receta de cocina, la vamos a hacer.
Porque ya que no vamos a hacernos ricos, vamos a hacer lo que nos llene, nos emocione y nos ponga palote.
PD: Más difícil que grabar un tercer disco es escribir un diario sin música de moralina de fondo como en las series ochenteras». Templeton.