‘¡Melisande! ¿Qué son los sueños?’: la historia de amor que todo el mundo recomienda

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‘¡Melisande! ¿Qué son los sueños?’: la historia de amor que todo el mundo recomienda

melisendaEl debut como novelista del septuagenario Hillel Halkin ha sido una de las sorpresas de la temporada, uno de los sleeper literarios del pasado año. ‘¡Melisande! ¿Qué son los sueños?’ (Libros del Asteroide) es una de esas novelas que, cuando la acabas, no apagas la lámpara de la mesilla y te vas a dormir. No: coges el móvil y te pones a recomendarla. Gracias a esas sugerencias la novela ha alcanzado rápidamente la segunda edición, algo no muy habitual en una editorial independiente.

El autor neoyorquino, que hasta ahora solo había escrito ensayo, ha vencido su miedo a la ficción –»la forma más alta de literatura»- y ha publicado esta estupenda novela de tintes autobiográficos. ‘¡Melisande! ¿Qué son los sueños?’ (el ¡horrible! título hace referencia a un poema de Heinrich Heine) narra, en primera persona y a modo de flashback, la relación que establecen tres adolescentes, dos chicos y una chica (Mellie/Melisande), durante sus años en el instituto. La historia, ambientada en su mayor parte en Nueva York, avanza desde la década de los cincuenta, desde un «verano dedicado a no hacer nada mientras esperábamos a hacer de todo», hasta los años ochenta.

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Como en ‘La trama nupcial‘, a la que recuerda en muchos aspectos, la novela de Halkin es una historia de iniciación, de aprendizaje, que acaba en historia de amor. Un triángulo de amistad que termina en triángulo amoroso. Un relato de resonancias autobiográficas que se convierte en una emotiva (muy emotiva, ten a mano el pañuelo para el final) carta de amor.

La novela empieza mal. La excusa elegida para que el narrador comience a rememorar los hechos, para evocar su pasado a modo de magdalena proustiana, no está muy conseguida. De hecho, con el paso de los capítulos, se da uno cuenta de que no resulta muy congruente desde un punto de vista estructural. Sin embargo, en cuanto el narrador pronuncia la frase «¿Recuerdas, Mellie?», la novela se eleva y avanza con la misma intensidad con la que crece el amor entre sus protagonistas.

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Halkin demuestra su talento para, con una prosa muy ligera, armar una historia muy sólida. Son apenas doscientas cincuenta páginas pero, ocurren tantas cosas, se ponen en juego tantos sentimientos y están tan bien contados, con un ritmo tan preciso, que parece que te has leído mil. El autor habla del amor y de cómo éste se modula -se intensifica o se desgasta- en función de las circunstancias vitales. Un viaje sentimental visto desde el retrovisor, que se mueve entre lo (neo)platónico y lo pasional, entre lo que fue y lo que pudo ser. Voy a coger el móvil… 8,5.

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