¿Es ‘Toxic’ la mejor canción de Britney Spears?

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¿Es ‘Toxic’ la mejor canción de Britney Spears?

britney spearsEl pasado 13 de febrero se cumplieron 10 años de la victoria de ‘Toxic’ de Britney Spears en los Grammy. El tema se hizo con un premio menor, el de Mejor grabación dance, que por supuesto no fue televisado a pesar de la calidad de los nominados: ‘Good Luck’ de Basement Jaxx y Lisa Kekaula, ‘Comfortably Numb’ de Scissor Sisters, ‘Slow’ de Kylie Minogue y ‘Get Yourself High’ de The Chemical Brothers. Su triunfo, que constituye el primer y único Grammy de Britney hasta la fecha, ha perseguido no obstante a Spears desde entonces, convenciendo a todo el mundo de que no volverá en su vida a publicar canción mejor.

Los argumentos en ese aspecto son sólidos, y es que ‘Toxic’ es evidentemente una de las mejores canciones de la carrera de Britney por diversas razones. Sus productores, Bloodshy & Avant, crearon en ella un atractivo tejido de cuerdas bollywoodianas, ritmos gélidos y melodías sensuales que resultó idóneo para la aterciopelada voz de Britney. Todos sus elementos conforman hoy una obra maestra aparentemente intocable que definió en su momento y sigue definiendo ahora el concepto de canción pop innovadora y, sobre todo, el de canción pop perfecta.

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Pero la pregunta es obligada: ¿es ‘Toxic’ de verdad la mejor canción de Britney Spears? No voy a ser yo quien diga lo contrario pero, lamentablemente, la elección de ‘Toxic’ de cualquier persona a la que preguntes sobre su canción favorita de Britney se ha convertido ya en un aburrido cliché que ignora la calidad de muchas de las canciones que ha grabado Spears a lo largo de su carrera. Ningún medio musical de prestigio la ignoró en sus listas de lo Mejor del año porque ‘Toxic’ es la canción «cool» de Britney, la única que parece valer la pena y, por supuesto, la única que no da vergüenza nombrar en público.

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Al Grammy y a su masiva aceptación popular se une ahora un interesante análisis de la canción por parte de Adam Ragusea, compositor de música clásica que ha tratado de explicar en NME, aprovechando el décimo aniversario de su gramófono dorado, por qué ‘Toxic’ es el clásico atemporal que es hoy en día. Ragusea opina que ‘Toxic’ es una obra maestra por motivos como el «cálido naturalismo» de sus cuerdas, procesadas «laboriosamente» a partir de una canción de Lata Mangeshkar, su «frío ritmo bailable», su «cinematográfico drama, no muy común en los rompepistas» o su «innovadora mezcla de cuerdas indias y guitarra surf-rock».

Esta adoración colectiva hacia ‘Toxic’ ha terminado por cancelar, a oídos del público, la calidad de otras canciones del repertorio de Britney que hoy más que nunca merecen ser recordadas. En la etapa «teen pop» de Spears había varias, por supuesto compuestas por el ávido estudioso de ABBA que siempre ha sido Max Martin, y de ellas destaca poderosamente el tercer sencillo extraído de ‘Oops!…I Did It Again’, ‘Stronger’. Esta canción, escribe un usuario del foro Swedish Songs, es como una «pieza de música clásica»: su melodía «larger than life» «asciende como lo haría una orquesta» y sus «armonías son impresionantes». «La melodía es una melodía de verdad», apunta, señalando después el «enorme movimiento en la progresión de acordes a mitad del estribillo» de este tema como su acierto fundamental.

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El disco de madurez de Britney, ‘In the Zone’, incluía varias piezas notables, pero su obra maestra era sin duda ‘Breathe On Me’, una de las canciones más sexys de la historia (y digo esto desde el convencimiento más absoluto). Producida por un Mark Taylor (Cher, Diana Ross, Kylie) en estado de gracia, este tema house/techno es un susurro tras otro en plena cópula; sensualidad en su máxima potencia. El desarrollo del tema, que por cierto referencia aquella famosa frase de Lauren Bacall, evidentemente refleja el de una calurosa relación sexual, y la llegada del clímax, absolutamente escalofriante, es la representación sónica del orgasmo más extasiante.

Varios años después Britney editaría en ‘Blackout’ una canción tan portentosa e injustamente infravalorada como ‘Piece of Me’, en mi opinión la rival natural de ‘Toxic’ en cuanto a innovación y calidad. Producido de nuevo por Bloodshy & Avant, el tema es, en su composición, una magistral metáfora sonora de lo miserable y patética que fue la vida de Britney en 2007. Beats que arrastran cadenas (¿las de la fama?), contundentes paisajes electrónicos, una melodía interpretada robóticamente, casi desde la apatía, y una letra descacharrante por su fiel retrato de la desdichada estrella convertida en juguete mediático construyen esta magnífica pieza de orfebrería pop cuyo sonido continúa hoy inigualable.

No es difícil imaginar que, en otras circunstancias, varias de las mejores canciones de Britney, tan inteligentes como diría Charli XCX, disfrutarían hoy de mayor reconocimiento. ‘Stronger’, ‘Breathe On Me’ y ‘Piece of Me’ son tres ejemplos de tantos, y es que no puedo dejar de mencionar en este artículo temas como el magistral himno EDM ‘Work Bitch‘; la hermosa hiperbalada ‘Unusual You‘; la tenebrosa y sucia ‘Get Naked (I Got A Plan)‘, de infecciosos, sugerentes e irresistibles beats; ‘When I Found You‘, la paisajística balada de ‘Britney’ cuyas hermosas melodías y sublime clímax tan solo ocuparon una posición de «bonus track» en la edición de lujo del álbum; o ‘How I Roll‘, la juguetona pista cinco de ‘Femme Fatale‘ en la que lo dulce y lo «creepy» convergían en una chuchería alienígena, creativa y refrescante.

En el décimo aniversario del Grammy de ‘Toxic’ se antoja necesario recordar que esta no es la única canción de Spears que vale la pena, por mucho que la masa, tan unida siempre a la corriente popular, diga o esté convencida de lo contrario. ‘Toxic’ es excelente, sí, pero el catálogo de Spears es sólido como una roca, y eso, desde ejemplos como los mencionados, no hay Grammy, ni listas ni compositores de música clásica que lo discuta.

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