Dcode celebró anoche su quinta edición colgando el cartel de «sold out» tras la venta de 26.000 entradas. El festival arrancaba sus actividades por la mañana, con mercadillo, cuentacuentos para los niños y bastante decentes Food Trucks, esa cosa de moda.
A Trajano! volvió a tocarles el desagradecido papel de abrir jornada, como en el FIB, sólo que en este caso a las 12 de la mañana y puntuales como un reloj. El grupo (tres cuartos de ellos con camisas estampadas como para recordar que no son tan oscuros como Joy Division) sonó muy bien en la carpa del diario El País, con un equilibrio casi óptimo de bajos duros (fundamentales en el post-punk), distorsión y teclados frente al par de centenares de personas ya presentes. Temas como ‘155’ volvieron a conquistarnos en directo. Ya vendrán horarios mejores.
El cuarteto Wolf Alice se confirmó como una mezcla de diferentes grupos rockeros noventeros, muy solvente en directo, llenando el único escenario abierto de la mañana (por la tarde tenían un vuelo y hoy domingo tocaban en un festival de Berlín de nuevo a la una de la tarde). La cantante Ellie Rowsell, que poco después se animaba a salir tímidamente a mezclarse con una parte del público para hacerse fotos, se convirtió en Courtney Love durante ‘You’re a Germ’, pasando de desgañitarse a la carcajada ensayada final. Su bonita voz brilló en cambio en los momentos más baladescos, si bien el gran himno de su setlist es claramente el evocador ‘Bros’, uno de los mejores temas del año. Cerraron con ‘Moaning Lisa Smile’ y avisaron de que volverían a Madrid el 5 de febrero.
The Parrots nos impregnaron de su canallismo a lo Black Lips gracias a la espontaneidad de su discurso («nos encanta jugar en casa», «he venido andando desde mi casa y es de las pocas veces que voy a poder decirlo») y a sus buenas canciones, que pueden sonar garajeras y macarras, pero que nunca dejan de beber de las melodías cincuenteras. Y para muestra la entretenidísima ‘All My Loving’ a dos veces. Irresistible.
Aparentemente debido a un retraso en el vuelo de Hinds (¿o fue por la cancelación de Sam Smith?), Gold Lake actuaron dos veces, la primera en la carpa y la segunda en el escenario Heineken. Su pop-rock aparente se ve iluminado (aparte de por los brillos sobre los hombros de Lúa Ríos) por cierta querencia dream pop, desplegada en canciones como ‘Lovers’, que en vivo van de menos (rozando a Badalamenti) a más (final ligeramente más jevi). Carne de cañón para webs del tipo Disco Naiveté.
Fizzy Soup repitieron el concierto dado en Independance unos días antes, que básicamente habíamos visto el jurado del concurso Bdcoder y sus amigos: más reivindicaciones noventeras (y fueron unas cuantas las de ayer) y cierta desvinculación de los extremos más jazzy que presenta su disco subido a Spotify ‘Wood Room’. Muy agradecidos con el público, pidieron que subiéramos y compartiéramos en redes sociales lo que pensábamos de ellos, aunque fuera malo.
Hacia las cinco y bajo el sol (por la mañana estuvo nublado y cayeron, literalmente, tres gotas) llegó el turno de Gooms, cuyo concierto pasaba de fases preciosistas y oníricas a otras más ruidosas y experimentales en cuestión de segundos. Un juego de contrastes que entretuvo a los más exigentes. Mientras, Flo Morrissey, algo perjudicada por el ruido de los daneses a lo lejos, nos visitaba en formato trío: ella a la guitarra o al teclado, junto a un guitarrista y un violonchelista. A pesar del sonido de fondo, resultaron impresionantes en vivo canciones como ‘Wildflower’, ‘Why’ o ‘Tomorrow Will Be Beautiful’. Muy buena modulación de su voz al final ni tan Lana ni tan Nadler, muy apta para fans de la primera Russian Red. Estamos seguros de que se metió a algunos seguidores en el bolsillo… para siempre.
Mientras Neuman tocaba en el escenario principal, Polock hicieron bailar al público en la carpa a la sombra. Jugaron con ritmos muy ligeramente tropicales, anunciaron nuevo disco y nos convencieron definitivamente de que ‘Everlasting’ es una gran canción (¿cuándo ha sumado esto casi 800.000 escuchas en Spotify?).
Más variedad todavía aportó Natalia Lafourcade que, sin cortarse un pelo (ni tenía por qué) arrancó directamente su concierto con unos ritmos latinos muy pocas veces vistos, oídos, bailados en festivales indies a los que todo el mundo acude para ver a Izal y Supersubmarina. El numeroso público la acogió muy bien, mucho mejor que a Julieta Venegas hace unos años en el FIB (quizá haya que agradecerle que abriera el camino), y sonaron estupendas gracias a ella y a su buena banda canciones como ‘Hasta la raíz’ o ‘Nunca es suficiente’.
Hinds, de vuelta a casa, ofrecieron un buen concierto, mejor que el de Benicàssim, dos horas después de lo previsto tras el retraso de su vuelo desde Mallorca. Aunque su show aún tiene momentos algo caóticos, con voces e instrumentos sumando un efecto más desagradable que punk, el setlist va tomando bastante cuerpo y definitivamente se metieron al público en el bolsillo con la frase del día: «gracias a la organización por dejarnos tocar, venimos folladas del aeropuerto».
Kalimotxo + The Vaccines = éxito en Dcode asegurado. El grupo empezó fuerte con ‘Handsome’ y ‘Wreckin’ Bar (Ra Ra Ra)’, convirtiéndose en uno de los grandes ganadores de la jornada gracias a su divertido repertorio, por el que pasan ‘Dream Lover’, ‘Melody Calling’, ‘Teenage Icon’ o ‘If You Wanna’, aunque curiosamente no ‘Post Break-Up Sex’. ¿Demasiados malos recuerdos? ¿Demasiado duro, Justin Young? I can barely look at you…
Sam Smith canceló por enfermedad. El artista llegó a venir a Madrid según el Twitter de la organización (la broma boba de la noche fue abrir el Grindr a ver si aparecía conectado), pero su médico le recomendó no cantar, lo que provocó el enfado de algunos tuiteros y la indiferencia de otros (la fiesta siguió como si tal cosa con el recinto hasta la bandera hasta las 4.30 de la madrugada y algunos, inmersos en el espíritu festivalero, lamentamos más que se acabara la Desperados demasiado pronto). En cualquier caso, el peso de la noche pasaba a las manos de Supersubmarina, Suede, Foals e Izal. ¿Por qué Suede no eran el cabeza de cartel para empezar? No se entendía sobre el papel, pero en vivo, podría explicarse por cierta falta de volumen en el show de los de Brett Anderson, cuya voz, eso sí, sonó tan intensa como siempre. Aunque no lograron llenarnos como hace un par de años los Killers en el mismo recinto (los míticos punteos sonaban lejanos), su repertorio tras arrancar con la cara B de su vida, ‘Europe is our Playground’, fue de órdago: ‘Trash’, ‘Animal Nitrate’, ‘Can’t Get Enough’, ‘Everything Will Flow’, ‘So Young’, ‘Metal Mickey’, el vibrante ‘New Generation’ y ‘Beautiful Ones’ solo pueden ser calificados como himnos. También estrenaron un tema nuevo llamado ‘Can’t Give Her What She Wants’, de momento excesivamente minimalista. Hubo bis y se compuso nada menos que por una versión acústica de ‘She’s in Fashion’ y, como previmos, ‘Saturday Night’. Un poco deprimente ver a los post-adolescentes fans de Izal y Supersubmarina sentados durante su set (y bloqueando el acceso a los baños, por cierto), pero de nuevo, buen directo.
Inmediatamente antes, Supersubmarina dejaba claro que la cancelación de Sam Smith no les había perjudicado en absoluto, y que podían, por méritos propios, llenar un vacío tan grande como el que dejaba el británico. Así, comenzaban su concierto con el trallazo ‘Algo que sirva como luz’, que hacía que la gente corriese enfervorecida desde los puestos de comida hacia el escenario Heineken. Y lo bueno es que los de Jaén supieron mantener el nivel durante todo su directo. Si bien los de Baeza salían dispuestos a defender ‘Viento de cara’, su último disco; en su set tampoco faltaron ‘Puta vida’, ‘Kevin Mc Allister’, ‘Hermética’ o ‘Cientocero’, celebradísimo tema con el que dieron cierre a su actuación, y que puso de relevancia que las dudas del cuarteto sobre si llenarán el Palacio de los Deportes en primavera, “como los compañeros de Izal” no son más que un temor infundado.
Hacia la mitad de su concierto, Izal no dudaron en tirar de memoria y recordar que hace dos años se encontraban tocando en el mismo Dcode, aunque a un horario mucho menos amable: las seis de la tarde, “con muchísimo calor”. No ha llovido mucho desde entonces, pero desde luego que el grupo ha evolucionado a pasos agigantados, convirtiéndose hoy en una banda revienta-estadios en toda regla.
Los madrileños ya son capaces de congregar a prácticamente todo bicho viviente asistente al Dcode 2015, y también de llenar el Palacio de los Deportes de su ciudad, en lo que ya empieza a parecer un sueño húmedo recurrente del pop patrio. Quizá el único pecado de los de Mikel Izal anoche fuese cargar en demasía su show con canciones nuevas, aunque viendo la recepción de la pegajosísima ’Copacabana’ como primer corte cualquiera entendería esa decisión. Así, ‘En aire y hueso’ (que vio la luz hace días, prácticamente) y ‘Los seres que me llenan’, totalmente inédita en directo, lastraron un poco la efectividad de un set que podría haber sido perfecto, y que balanceaba trallazos como ‘Agujeros de gusano’ o ‘Magia y efectos especiales’ con otros temas más lentos y cantados al ukelele (‘Tu continente’).
Foals decepcionaron con una ‘My Number’ que esta vez sonó desganada y apagada en segundo lugar, pero sí nos hicieron vibrar en otros momentos de su concierto, como en sus nuevos singles ‘Mountain at My Gates’ y ‘What Went Down’, donde vimos a Yannis Philippakis totalmente entregado, prácticamente en éxtasis. La única pega que se puede poner al grupo, dados los momentos más intimistas de su repertorio, es que quizá habría que haberlos programado un par de horas antes de las 2 de la madrugada.
Hubo un momento en el que no teníamos claro si estábamos ante un concierto de Vampire Weekend, uno de Two Door Cinema Club o uno de Crystal Fighters. Pero lo que sí teníamos claro es que los británicos fueron capaces de despertar de su letargo a una audiencia que se había quedado un tanto estática tras el concierto de Foals. Txalaparta mediante, los de Sebastian Pringle salieron a un escenario convertido en un vergel con intención de chapurrear todo el español que saben (y el que no saben, también, para regocijo de sus seguidores). Vestidos de blanco, como si de un akelarre ibicenco se tratase, los Crystal Fighters defendieron con uñas y dientes ‘Solar System’, ‘L.A. Calling’, una celebradísima ‘You & I’, una catártica ‘Plage’ con pelotas de playa gigantescas botando por todo el recinto y un bis que se convirtió en un fin de fiesta perfecto. Sebas E. Alonso, Lolo Rodríguez.