Aunque el BAM empezó el viernes con un cartel estupendo (Loop, Metz, Mourn…), fue el sábado la jornada fuerte de un festival que, en esta edición, abarca la friolera de seis días consecutivos de música. Aunque su corazón esté en la zona del MACBA, anoche el festival se desparramó por toda la ciudad, con cinco escenarios diferentes.
En la Antiga Fàbrica Damm se celebró el ya tradicional (y multitudinario) concierto de la cervecera. El de 2015 ha sido el más masivo de las últimas ediciones. En Senior i el Cor Brutal, aún se mantenía un ambiente familiar y bastante holgado. Por desgracia, el brutal volumen del que se dotó al escenario, sin matices, hizo que la gran baza de la banda, sus combativas letras, se perdieran en buena parte. En cuanto finalizaron, llegó la marabunta; tras dos años en que se percibía una afluencia menor y se podía ver los conciertos de manera relativamente confortable, esta vez la multitud (en su mayoría menores de veinte años), respondió entusiasmada al reclamo de Crystal Fighters, abarrotando la calle Rosselló hasta límites inhumanos. Costaba casi respirar. De ver el escenario, ni hablamos; era prácticamente imposible. La banda abrió con una txalaparta que parecía que no se iba a acabar nunca hasta que atacaron, por fin, ‘San Francisco’. Pero en las condiciones de incomodidad en que me hallaba era incapaz de disfrutar de nada, así que decidí abandonar mientras el grupo tocaba ‘LA Calling’ entre el delirio general. Están en un punto álgido de éxito. Después de un año horrible, es una gran noticia y, sin duda, lo merecen, pero era insoportable permanecer allí.
Una vez fuera de l’Antiga Fàbrica Damm, la duda era sobre hacia dónde dirigirse. ¿Fòrum o MACBA? En el Fòrum estaban muchos de los reclamos de esta edición: Nueva Vulcano, Tony Allen, Los Punsetes… pero acabé optando por el Raval. Llegar a Núria Graham en la Plaça Joan Coromines, después de huir de las muchedumbres, resultó algo así como alcanzar el Paraíso. El volumen excesivo parecía ser la constante en todos los escenarios, pero esta vez respetaba a la intérprete. Núria, con formato trío, desgranaba con autoridad ese cancionero que a ratos parece emerger del de los R.E.M. de principios de los ochenta, otras hinca sus dientes en el rock alternativo más introspectivo de los noventa. Dominio a la guitarra, estupenda cuando se sentó al piano a interpretar ‘An Exception’ (quizás, de momento, su mejor canción), nos demostró que lo de «promesa» ya se le empieza a quedar pequeño.
Magnífico el set de Ryley Walker en el escenario contiguo. Si en disco puede parecer excesivamente pastoral, en directo llega a terrenos casi progresivos. Arropado por una banda fantástica, se dedicó a cultivar folk psicodélico, lisérgico, fuera del tiempo, en largos desarrollos instrumentales. El volumen esta vez sí que ayudó; era imposible escuchar a charlatanes y lateros. Fue fantástico poder sumergirse de lleno en una música que a priori pedía otro tipo de recinto. En comparación, Lady Lamb fueron un bajonazo. Mucha simpatía, pero daba la sensación de que su pop-rock alternativo y acelerado de los noventa estaba demasiado trillado.
El plato fuerte de la noche fue Vetiver. Sin Devendra Banhart (con el que había tocado en mayo en Barcelona), Andy Cabic insufló músculo y contundencia a su último disco ‘Complete Strangers’ y consiguió un concierto cálido, que captó a la perfección la atmósfera de final de verano. Aunque dio la sensación en un principio de que iba a tomar derivas (también) de denso folk psicodélico, fue refrescando la propuesta a medida que pasaban los minutos, llegando incluso al Paul Simon de ‘Graceland’ en una celebrada ‘Stranger Still’, el tema que abre su último disco, que mejora mucho con el tratamiento que le aplica, a base de buenas dosis de funky. La única pega fue que su micro no iba bien ajustado y su voz se escuchaba baja respecto a los instrumentos. Afortunadamente, se arregló a tiempo para alcanzar a una lenta y sentida ‘Rolling Sea’. Poco duró la melancolía, gracias a un animado cierre con ‘Standing’ y una muy refrescante ‘Current Carry’. Andy Cabic nos ofreció toda una lección de cómo mejorar un álbum timorato con un directo lleno de brillo.