¿Por qué ‘La bruja’ es una película de terror tan especial?

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¿Por qué ‘La bruja’ es una película de terror tan especial?

la_brujaPorque está hablada en un inglés antiguo.
Para elaborar los diálogos, el debutante Robert Eggers (premio al mejor director en Sundance) se documentó sobre la gramática, el vocabulario y el acento que usaban en la época donde se desarrolla la película: Nueva Inglaterra, 1630. Aunque esto es algo que solo apreciarán plenamente los ingleses nativos (y que se perderá complemente en el doblaje), lo cierto es que, por poco inglés que sepas, sí notarás que esta familia de colonos «habla raro». Y este «hablar raro» permite dos cosas: aporta verosimilitud histórica (el filme está basado en escritos reales sobre brujería, incluyendo diarios y documentación judicial) y acrecienta aún más la atmósfera de misterio y extrañeza que envuelve a la película.

Porque su belleza es sobrenatural.
La película está fotografiada con luz natural, normalmente en atardeceres nublados, y usando velas en los interiores. Esta iluminación, con reflejos de la pintura holandesa, impregna la película de una frialdad y una melancolía tan severas como la moral calvinista de sus protagonistas. La luz, o su ausencia, potencia sus sentimientos: tristeza por la desaparición de su hijo recién nacido (no es spoiler, lo dice la sinopsis, se ve en el trailer y ocurre al principio), desamparo por la soledad del entorno, angustia por la pobreza de la granja y desconcierto ante los inescrutables caminos de la voluntad de su implacable Dios.

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Porque no asusta.
Pero sí embruja. Quien espere encontrarse una película de terror con brujas pirujas dando sustos y escobazos se va a llevar un buen chasco. ‘La bruja’ no aspira a darte un vuelco al corazón, sino a encogértelo. A que te deleites, presa de una creciente inquietud, con un sombrío cuento de terror de sugerente sustrato folclórico, desasosegante música y enrarecido ambiente. Aunque eso sí, el hechizo no es completo. La película no acierta a desarrollar satisfactoriamente todos los temas –demasiados- que plantea: el fanatismo y la paranoia religiosa, los cambios psicológicos asociados a la pubertad, el discurso feminista, la nostalgia del inmigrante…

Por esa cabra tan siniestra…
Por esos mellizos bailando a su lado. Por esos planos contrapicados tan expresivos y amenazadores. Por ese cuervo «mamando». Por ese bosque tan misterioso y quién lo habita. Por ese aquelarre goyesco. Por ese niño endemoniado agonizando como en una película de Dreyer. Y por esa forma tan hermosa e inquietante de rodar la desaparición del bebé. ¡Buú! 8.

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