Después de década y media al frente de Gran Hermano, pues presentó todas sus ediciones excepto la tercera, a cargo de Pepe Navarro, Mercedes Milá abandona Gran Hermano. Según Vertele los motivos son la «negativa de cadena y productora a aumentar los costes del exitoso programa», lo que «ha supuesto la imposibilidad de firmar un nuevo contrato con la presentadora». Muy lógico si tenemos en cuenta la fuerte competencia y la dificultad de todo programa para alcanzar los niveles de audiencia de antaño.
Su sustituto a partir del próximo otoño Mediaset ya ha anunciado que será Jorge Javier Vázquez, la razón definitiva que muchos necesitábamos para abandonar este pesado formato que dejó de tener gracia hace entre 5 y 10 años aproximadamente. La gala inaugural era siempre divertida de ver, pero el programa era bien duro de roer, culminando más cerca de las 2 de la madrugada que de la medianoche.
Gran Hermano España nacía con un histórico éxito de audiencia en el año 2000 ensuciando el nombre de George Orwell y los «experimentos sociológicos»… tanto como entreteniendo a 10 millones de personas. Lo novedoso de su formato por aquel entonces impedía a la audiencia ver cuán lenta era su realización, que tan pronto envejecería, pero el programa sabía renovarse acelerando ritmo, creando nuevas situaciones y rebuscando personajes que luego alimentaran el resto de la parrilla de Telecinco. Muchos dejaron grandes frases para la historia que sus protagonistas terminarían gritando en sitios tipo Razzmatazz cual estrellas del punk. La labor de Mercedes Milá como moderadora nunca fue la ejemplar, pero sí aportaba un punto divertido de implicación en contraste con la labor tipo robot de otros presentadores como Anne Igartiburu. Con su blog «Lo que me sale del bolo», Milá directamente se convertía en un personaje más de la casa. Desnudándose en directo con más de 60 años, se adelantaba en reivindicaciones a Madonna.
El programa pudo seguir disfrutándose en la era Twitter, mientras nuevos formatos mucho más editados y/o imaginativos como ‘Quién quiere casarse con mi hijo‘ o ‘Masterchef’ lo devoraban. No era el fin de «la vida en directo» para todo el mundo, pues la audiencia siguió acompañando en la medida de lo posible con la llegada de la TDT, pero sí para muchos. Una audiencia joven y atractiva para los anunciantes comenzaba a decantarse por lo contrario, el montaje y la edición (la manipulación) tipo humorística de nuevos programas y realities, frente a la caspa muy difícilmente defendible como producto kitsch que inundaba cada vez más los Sálvames de turno. La elección de Jorge Javier Vázquez deja clara cuál será la orientación y el futuro del Gran Hermano. Será un éxito de audiencia para muchos y la muerte definitiva de Telecinco para otros.