Si ya es difícil destacar para cualquier chaval que rime en Madrid, Barcelona o Sevilla, podéis imaginaros cómo debe ser para un MC de Canarias. Por eso, quizá, Bejo ha tenido que venirse a Madrid para buscarse la vida mejor. Por suerte para él, poco a poco va obteniendo resultados. En sus inicios, como Bejotaeme, venía desde 2012 presentando temas de rap bastante clásico, con unas instrumentaciones muy próximas al estilo pseudo-hippie de Digable Planets, y letras de corte político bastante normalitas y algo previsibles. Así hasta mediados de 2015, cuando lanza ‘8 Misisipi’, un corte que tanto en el aspecto instrumental (frecuentemente con trasfondo jazzy-funk) como en el lírico muestra un ascenso de nivel, con un Bejo que realza su acento canario (mucho ojo también a su colega Don Patricio y su «trap folclórico», con el que coincide en el colectivo Locoplaya) y su sentido del humor, con letras despreocupadas e inteligentes, que huyen de la confrontación y del beef absurdo.
A partir de ahí, Bejo se ha mostrado más fluido y libre, como si hubiera encontrado su línea propia y no le quedara más remedio que seguir avanzando. Ya en 2016, se aproxima con tino al trap con cortes como ‘Pintando pollas en la pizarra‘, y los contenidos en el EP ‘Pírdula‘, temas más oscuros pero que confirman su nuevo nivel rimando y su peculiar talento para despertar una media sonrisa cuando se le escucha. Sus vidéos (sic), siempre a cargo de su inseparable Cachi Richi, también merecen atención por su capacidad para exprimir al máximo unos recursos muy limitados y una imagen bastante loca.
El ascenso imparable del canario, sin duda, ha llegado a una nueva cota recientemente con el binomio ‘Mucho’ y ‘Poco’, dos caras de la misma moneda que ya están dando sus frutos y confirmando a Bejo como un artista único que marca distancias, alejando a la competencia de manera natural y fresca. Ojalá más de este tipo de personalidades en la escena estatal, en lugar de tanto imitador de OGs.