Slow Club confirman con su cuarto disco que son uno de los grupos más infravalorados de su generación. Nos conquistaron cuando comenzaron con ‘Yeah So?‘ (2009) con su anti-folk lleno de humor en la estela de Moldy Peaches pero sin tanto poso lo-fi, pero no negaré que su llama creativa parecía que iba a apagarse en cualquier momento, como la de Matt & Kim y tantos otros grupos monos que no han logrado mantener el mismo interés álbum tras álbum. Pero no ha sido el caso de Slow Club, que dieron un paso al frente con su segundo álbum ‘Paradise‘ (2011) -mucho más sucio- y sobre todo con un ‘Complete Surrender‘ (2014) en el que mostraban lo bien que les sentaban los ritmos Motown.
Que siguieran la estela de temazos como ‘Suffering You, Suffering Me’ de ese hasta ahora último largo hubiera sido deseable para la línea artística de ‘One Day All of This Won’t Matter Anymore’ (siempre les han gustado los grandes títulos largos, no hay más que acordarse de canciones como ‘There Is No Good Way To Say I’m Leaving You’). Sin embargo, ellos han decidido una vez más hacer otra cosa y una vez más han vuelto a acertar.
La nueva idea del proyecto de Charles Watson y Rebecca Taylor ha sido hacer un álbum para antes de dormir porque «siempre les han gustado ese tipo de discos y nunca habían hecho uno», y para ello dicen haberse inspirado en ‘The Boatman’s Call’, sin haber sido nunca fan de Nick Cave. No hay temas parecidos a ‘Into My Arms’ ni a ‘(Are You) the One that I’ve Been Waiting For?’ ni tanto piano ni instrumentos folkie, pero el espíritu y la delicadeza de ese Nick Cave más reposado sí se halla en esta estupenda secuencia que no en vano han decidido arrancar con dos baladas. Y ojo porque lo que en principio parece lánguido se va transformado en joya. Slow Club vienen con un enorme número de buenas canciones que muy acertadamente han producido con otro infravalorado, el productor Matthew E. White, que da a estas composiciones un ligerísimo toque soul cuando se lo tiene que dar, y cuando no, lo contiene.
La disposición de los temas además es excelente, comenzando con esas dos baladas iniciales a cargo de Charles, en un punto medio entre Fleetwood Mac y el slowcore de Low, dos referencias sorprendentes y nuevas para su repertorio, incluyendo el sencillo ‘Ancient Rolling Sea’, que perfectamente podría haber sido incluido en ‘Things We Lost in the Fire‘. Una vena más pop y ligera la encontramos en la country ‘In Waves’, en la siguiente ‘Silver Morning’, en el disco lento de ‘Tattoo of the King’ o en la casi final ‘Champion’, más Dolly Parton.
Todas ellas aparecen alternadas con delicadezas tan sutiles y tan bien acabadas como la nocturna y casi ochentera ‘The Jinx’, ‘Come On Poet’, con una toma vocal desgañitada de Rebecca Taylor que nos hace pensar en la Cyndi Lauper más histriónica, o la canción final -antes de la pista sorpresa- ‘Let the Blade Do the Work’. En medio, hacia la mitad del álbum aparecen seguidas dos de las mejores canciones del disco: la doo-wop ‘Give Me Some Peace’ y la preciosa ‘Rebecca Casanova’.
Es curioso que en este caso las voces de los dos cantantes y miembros de Slow Club hayan decidido en general no cruzarse. Cuando lo hacen, como durante un par de segundos en «Let the Blade», se recalca por ejemplo ese «yo también tengo sangre en mis manos», pero en general nos parecen contar versiones distintas del final de una relación (llevan años diciendo que no son pareja). «I had my chance / This is letting go» es una de las primeras frases del disco, mientras la pista sorpresa termina repitiendo el título del disco «Algún día todo esto no importará ya» una y otra vez. Es una pena que no hayan querido o no les haya salido un single tan redondo como ‘Dreams’ o ‘You Make Loving Fun’, porque hay un encanto en este álbum que en varias ocasiones hace pensar en ‘Rumours’.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Rebecca Casanova’, ‘Give Me Some Peace’, ‘In Waves’, ‘Silver Morning’ y lo que crecen cada una de las 13 canciones.
Te gustará si te gustan: Fleetwood Mac, los últimos de los Cardigans, los Low más pop, Cass McCombs, M Ward
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