Para nadie es fácil eso de volver a empezar. Y tampoco para alguien como Enric Montefusco que, ahora, debe volver a reconstruir su carrera desde cero después de haber dado carpetazo a Standstill. Un año después de la triste disolución de la banda alegando «agotamiento», el catalán debuta en solitario con un trabajo que sonoramente no dista demasiado de lo que ya entregó junto a sus antiguos compinches en ‘Dentro de la Luz‘. Aunque eso sí, en este ‘Meridiana’ que nos ocupa y que ha sido producido por él mismo, parece que ha buscado simplificarlo todo huyendo voluntariamente de cualquier atisbo de grandilocuencia.
Montefusco ha querido reconciliarse a través de estas canciones con un pasado de lo más común. Nacido cerca de la avenida barcelonesa que da nombre al disco, en el barrio obrero de Navas-La Sagrera, el artista se vale de una estética popular (los violines, las palmas y el acordeón son tres de los grandes protagonistas aquí) para poner entre las cuerdas la educación que tanto él como millones de personas recibieron en su adolescencia. Desde pequeños todos llevamos grabado a fuego en la cabeza por culpa de la escuela, los padres y la televisión la idílica idea del éxito, pero a medida que uno acumula años el hastío, irremediablemente, hace acto de presencia al no materializarse tal como quisiéramos. Nos educan para triunfar, pero acabamos siendo unos borregos sociales sin más. Y de ello, por ejemplo, tratan la fúnebre ‘Uno de Nosotros’ o ‘Todo Para Todos’, dos temas que bien podrían haber encajado en el último repertorio de Standstill.
La muy Vainica Doble ‘Flauta Man’, primer single que conocimos de este largo, sigue siendo una rara avis aquí (sobre todo, por ese minuto final en el que su voz se transforma en la de un pitufo). No obstante, ‘Meridiana’ está repleto de muchos mejores números, como ese tema titular que va creciendo con unos preciosos arreglos de cuerda, ese vals catalán con regusto a chanson que recibe el nombre de ‘El Riu de l’Oblit’, o esa ‘Obra Maestra’ igual de aflamencada que catártica que, en directo, le puede dar muchas alegrías.
Este no es un disco con el que se conecta a la primera escucha, sin duda. Pero la belleza que transpira poco a poco te consigue cautivar y te hace empatizar con ese discurso crítico que vertebra buena parte de estas once canciones. Aunque ya no cuente con la inestimable ayuda de los escuderos que durante casi dos décadas le han acompañado, Montefusco no ha perdido ni un ápice de su talento para crear canciones que consiguen hacerte encoger el corazón y, sobre todo, reflexionar.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Meridiana’, ‘Uno de Nosotros’, ‘Todo Para Todos’, ‘Obra Maestra’
Te gustará si te gustan: obviamente, los últimos Standstill
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